El ‘rey de la droga’ dejó solo una vivienda vieja

LA HISTORIA NO CONTADA DE ROBERTO SUÁREZ Y AYDA LEVY. Mito. Quiso pagar la deuda externa de Bolivia. En Santa Ana de Yacuma hay una calle con su nombre. EL DEBER estuvo allí para conocer su herencia

Todavía lo recuerdan por su generosidad. Le regaló $us 50.000 a un hombre que le pidió en Nueva York dinero para comprarse un piano. Al principio de su vida fue ganadero y luego se convirtió en el narco más poderoso del país. Se asoció con el colombiano Pablo Escóbar y con el expresidente de Panamá Juan Antonio Noriega para crear una transnacional de la droga. Su exesposa Ayda Levy cuenta detalles del pasado del ‘rey’.

La viuda del ‘REY’ “De la fortuna de él no queda nada”

Revelaciones. Ayda Levy es la mujer que vivió con Roberto Suárez, el ‘rey de la cocaína’. A los 78 años aliviana su cruz contando sus secretos. La droga le arruinó la vida y ella cuenta cómo.



imageRoberto Navía, El Deber, Santa Cruz

En las próximas líneas usted creerá que está leyendo un texto de ficción. Se encontrará con un Roberto Suárez Gómez que es capaz de regalar $us 50.000 a un pianista de Nueva York para que sus hijos no mueran de hambre y que prefiere romper con su matrimonio para dedicarse de lleno al creciente negocio de la droga mundial. Ayda Levy acaba de lanzar su libro: El rey de la cocaína, mi vida con Roberto Suárez y ahora está en su casa de Santa Cruz, dispuesta a ir más allá y a revelar algunos de los misterios que su esposo se llevó a la tumba.   

¿Cuándo nace la idea para escribir el libro?

En Suiza, en 1982, cuando me detuvieron injustamente con mis cuatro hijos. Ahí dije que algún día iba a contar esto. No quería llevarme, como Roberto, los secretos a la tumba. La cruz ya se alivianó, ya no está pesadita.

¿Cómo fue el proceso de creación del libro?

Doloroso, porque está de por medio el asesinato de mi hijo mayor Roby (31) en 1990. Cruel y despiadado lo que hicieron.   Nunca se esclareció su muerte, dijeron que fue un enfrentamiento con la Policía. Nada más falso porque murió de un solo tiro. La ruptura de mi matrimonio también me dolió tanto. Por un negocio, el de la droga, que no necesitábamos, se destruyó. Mi hogar, antes de que Roberto incursione en ese negocio, era una taza de leche, una belleza, vivíamos felices, viajábamos siempre juntos. Eso duró 23 años.

¿De qué vivían?

De la ganadería. Exportábamos reses a Brasil, continuamente llevábamos 300 novillos. Roberto era trabajador.

¿Cómo se dio cuenta de que estaba metido con las drogas?

Porque se comentaban muchas cosas y yo las escuchaba. Usted sabe cómo son los pueblos (vivían en Santa Ana de Yacuma, Beni). Hasta que descubrí la verdad. No creía y no quería creer a un comienzo. Porque el matrimonio de casi una vida estaba en juego. Hasta que un buen día me quité la venda de los ojos porque fui alertada por alguien de que iba a salir una lista elaborada por la DEA, encabezada por Roberto y por mi hijo, Roby, que fue verdad, salió en los medios de comunicación. Ahí decidí dejarlo porque si él se había metido en ese asqueroso negocio sin necesidad, no me quedaba otra. Lo respeté, lo quise muchísimo, pero lo dejé en 1981.

Cuando supo de los comentarios, ¿usted le  preguntó si era verdad?

Le preguntaba, pero él lo negaba totalmente.

¿Usted no se dio cuenta del dinero que movía su esposo?

Yo nunca vi las ganancias, nunca vi ese dinero y nunca lo toqué. Se decía y se comentaban cosas, hasta que lo descubrí.

¿Cómo cambió la vida de usted tras la separación?

Fueron tiempos difíciles por su ausencia, el marido es el pilar del hogar. Me hacía mucha falta, sufrí mucho. Me levanté, fue una caída la separación.

Sentía el acoso de los medios, de la sociedad. Nos perseguían, nos tiroteaban. En Beni sufrí horrores y también en Cochabamba. Ellos sabían dónde estaba Roberto, pero lo buscaban precisamente donde yo estaba.

¿A quiénes se refiere cuando habla de ellos?

Me refiero a la DEA, a los gobiernos y a todas las personas que estaban  a su servicio.

¿Qué queda en su casa de Santa Ana de Yacuma?

Ahí está mi casa triste, fea, vieja como yo y deteriorada como mi salud. Físicamente se me ve bien, pero por dentro tengo problemas asmáticos. He prohibido a mis hijos que toquen esa casa hasta que yo cierre los ojos. Ellos han querido cambiarle muchas cosas: la fachada, la verja.

¿Por qué usted no quiere?

Porque es mi refugio, mi santuario; a donde voy temporalmente. Gran parte de mi libro lo he escrito en ese lugar porque ahí me encuentro con mis recuerdos, yo la llamo la casa de mis recuerdos, así que no se la puede tocar. La casa está intacta, con los muebles que fueron traídos de Brasil, la cama, un ropero que es viejo pero que lo tengo en buen estado, los asientos, la mesa y con fotos de mis hijos y de mis nietos. Ahí es como si estuvieran mis hijos chicos y Roberto y yo, jóvenes. Éramos una familia feliz, hasta que él decidió emprender ese camino.

¿Él le dio alguna explicación de por qué se metió en el negocio de la cocaína?

No, solamente me dijo que iba a cambiar nuestra vida totalmente. Pienso que era porque se iba a ir. Yo le había dicho que si él seguía en todo eso, yo lo dejaba. No lo creo, me dijo él, porque creía que los grandes amores no se terminan. Se terminan, le dije, pero que no se olvidara de que nuestros hijos son los hijos del amor, que yo no podía irme del todo. Lo sentí mucho, pero se terminó. A Dios gracias hemos sobrevivido bien después de la ruptura.

¿Roberto Suárez les asistía económicamente?

No sé a  ellos (a sus hijos). Pero a mí, no. Yo no quise nunca. Seguí viviendo de la ganadería, de mi renta. A sus hijos los llamaba de vez en cuando, los visitaba.

¿Usted trató de convencerle que dejara de fabricar cocaína?

De mil maneras. Me respondía que lo iba a dejar, que iba a recoger su nombre, que lo había tirado a la basura. Me prometía, pero no cumplía.

¿Sabe sin algún momento su esposo se arrepintió?, ¿Era consciente de que con la droga hacía daño a la sociedad?

A sus hijos les dijo muchas cosas: que estaba dolido, que si volviera  a nacer ya no se dedicaría a eso. Él justificaba que se metió en el negocio porque los precios de la droga eran bajos. La cocaína es dañina a cualquier precio, pero con el costo que estaba por los suelos, cualquier niño tenía acceso a ella. Por eso elevó los precios para que los menores no la consumieran fácilmente. Subió a 18.000 dólares el kilo de cristal.

La prensa decía que era un Robin Hood, pero ese apodo no le gustaba a él. Tenía ahijados por todos lados, hasta era padrino de tierras y de estancias. 

¿Cómo le pedían ayuda?

Recibíamos muchas cartas del exterior, de gente que nunca lo conoció. Enviaban las cartas por correo, durante años.

¿Qué cosas le pedían?

Un hombre que vivía en Nueva York le escribió para contarle que se le quemó el piano con el que se ganaba la vida en un restaurante. Le solicitaba que lo ayude, porque era viudo y ya no tenía con qué mantener a sus hijos. Roberto le mandó no solo los $us 25.000 que pedía, sino el doble, $us. 50.000.

¿Cuánta riqueza acumuló?, ¿qué pasó con ella?, ¿quiénes se beneficiaron?

Sobre los fondos que generó el negocio del narcotráfico nosotros no teníamos control ni cercanía, pero conocíamos cuánto se generaba más o menos, porque era de conocimiento público. Pero toda esa plata él se encargó de distribuirla. Una parte naturalmente se destinó a la cadena productora de la cocaína. No era que él se quedaba con la ganancia por la subida abismal del precio. Sus utilidades las distribuía entre la gente pobre y entre los vividores, sinvergüenzas y las personas del pueblo. Papi no era ostentoso.

¿Quedó algo de ese dinero?

No. En la separación me quedé con las propiedades.

¿Cuánta fortuna tuvo?

En 1980 contrató a una  firma internacional para que hiciera una ingeniería financiera sobre en cuánto tiempo se podía pagar la deuda externa de Bolivia (que por aquel año era de tres mil millones de dólares). Se dijo que en tres años podía cubrirse aquello. Era la utopía, el sueño de él. Cuando se dio cuenta de que no le iban a permitir pagar la deuda externa del país empezó a distribuir el dinero.

¿Qué de cierto hay sobre la carta que envió a Reagan?

Escribió una carta al presidente de EEUU Ronald Reagan, no para ofrecerle pagar de su bolsillo la deuda externa, sino para que liberara a su hijo Roby, que no tenía nada que ver en el asunto. En la carta también le pedía que condonara la deuda externa y ofreció depositar el dinero de la deuda en el Banco Central de Bolivia. A cambio, Roberto Suárez se iba a entregar.

¿Dónde depositaba el dinero, en qué banco?

  No sabemos la verdad porque no veíamos el dinero. En la banca no lo movía.

  ¿Cómo se explica que ustedes no heredaron la fortuna que él tenía?

Supongo que para que no quedemos manchados. Nosotros nunca quisimos ni pedimos que fuera así. Él tampoco nos obligó a nada. Fue una decisión natural. Sus hijos se apartaron del dinero sin apartarse de él. No se hablaba de plata cuando llegaba a casa para verlos.

Nunca fue amigo de la violencia. Que yo sepa, nunca mató a nadie ni ordenó que mataran a  ninguna persona.

  ¿Cómo fue la noche aquella cuando cenaron con Klaus Altmann-Barbie?

Ninguno de los dos sabía quién era ese hombre educado y de mirada profunda, nos enteramos cuando fue extraditado a su país.

Casi muero, porque en la Segunda Guerra Mundial, familiares de  mi padre, una hermana con  su esposo y sus hijos desaparecieron cuando este Carnicero de Lyon pertenecía al servicio secreto alemán.

  ¿Cómo se encuentra económicamente?

Tenemos de qué vivir, con lo que cuento me va a alcanzar con tranquilidad hasta la recta final de mi vida, que creo que no es mucha.

  ¿Cuál cree que va a ser el golpe de imagen que causará su libro en Roberto Suárez?

La gente que lo conoció, que recibió ayuda de él, creo que va a seguir pensando lo mismo que pensaba cuando él estaba vivo. Con los de afuera, que piensen lo que quieran 

PERFIL

ESCRIBIR PARA DESAHOGARSE UN LIBRO PARA  REVELAR SECRETOS

¿QUIÉN ES? lA EXESPOSA DE ROBERTO SUÁREZ GÓMEZ EDAD 78 AÑOS ENTRE LA POLíTICA Y LOS MEDIOS

Ayla Levy nació en Riberalta el año 1934. Sus padres fueron Shalom Levy y Clemencia Martínez. Estudió en un colegio en Cochabamba  y se casó con Roberto Suárez Gómez en 1958.

El escritor Edmundo Paz Soldán leyó el libro que se acaba de publicar y dijo: “Hay muchas formas de entramar una historia personal. La de Ayda es, sin paliativos, una tragedia. Ayda se enamora “con locura” del apuesto Roberto, hijo de un socio de su padre, descendiente directo del mítico Nicolás Suárez Callaú, el ‘rey de la goma’. Pese a la oposición de su padre, que no se equivoca al ver a Roberto como un “mujeriego empedernido”, Ayda le da el sí a a sus 23 años.  Las décadas de los 60 y 70 serán de franca expansión comercial en el negocio ganadero y convertirán a Suárez en un poderoso empresario; nacerán los hijos –Roby, Heidi, Gary, Harold- y habrá una relativa armonía conyugal, aunque, con la perspectiva cambiada por lo que ocurrirá a partir de fines de los 70 del siglo pasado.