En Santa Cruz sobra el miedo y falta la seguridad


El 38 por ciento de los cruceños tiene un familiar que fue atracado en este año. Encuesta. La empresa Captura Consulting tomó el pulso al ciudadano. La principal preocupación es la delincuencia. Ven que ha subido y la gente revela su temor

imageEL DEBER, Santa Cruz, Bolivia

La ciudadanía percibe que hay más delincuencia que hace un año en Santa Cruz de la Sierra.



Miedo en los micros, en las calles, en el barrio. Los cruceños viven con miedo a la delincuencia. Al menos seis de cada diez personas conviven con este temor. Mientras que cinco de cada diez creen que serán víctimas de algún delito.

Las escalofriantes cifras salen de un estudio hecho por la empresa Captura Consulting durante la última semana de noviembre. Los resultados reflejan que la inseguridad ciudadana es el problema más importante para el 40% y que su incidencia es muy grave para el 81% de la población urbana, especialmente en la clase media y la clase baja. En segundo lugar está el consumo de drogas, ya que un 24% lo ve como el mayor problema y el 74% lo ve como muy grave. Para el 21% es una de las causas de la delincuencia, mientras que para el 31% es la falta de trabajo.

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La delincuencia le preocupa más a la clase baja (43%) que a la clase media (37%); a las mujeres el 42% y a los jóvenes entre 18 y 25 años un 45% .

El miedo es el común denominador y aumentó en 2012. El 88% de la población cree que los delitos se incrementaron en los últimos 12 meses en la ciudad y similar porcentaje ve un  incremento en los barrios.

Subirse al micro es una misión de riesgo, solo cuatro de cada 100 se sienten seguros en este espacio. Cinco de cada 100 tienen miedo en las calles de la ciudad; 11 de cada cien caminan con temor por el barrio y sólo el 32% se siente seguro en su propia casa.

EL DEBER hizo una mesa redonda para hablar de la mayor preocupación del ciudadano. Participaron el subcomandante de la Policía Departamental, Guido Arroyo; el concejal municipal Freddy Soruco; el director de seguridad ciudadana de la Gobernación, Fernando Ibáñez; el dirigente vecinal Abad Lino y la socióloga Jalila Casanova. Si bien coinciden en el incremento de la inseguridad, hay miradas diferentes respecto a cuál es el delito que más preocupa, lo cual refleja que las políticas no acompañan la necesidad de los ciudadanos.

Las pandillas son la fuente de delincuencia que más preocupa en los barrios; sin embargo, para la Policía, para la Gobernación y para el municipio, hay mayor gravedad en los delitos del crimen organizado, aquel que produce robo agravado y hasta homicidio. En cambio, la socióloga ve con mayor preocupación el robo de bagatela, es decir, el que se produce en las calles, en micros, de poca monta y que casi nunca se denuncia.

Las causas también arrancan explicaciones: la migración desordenada hacia Santa Cruz, la falta de empleo, el consumo de drogas. A diferencia de lo que considera el subcomandante de la Policía, el dirigente vecinal Abad Lino cree que la migración no es la causa de los delitos, ya que los que llegan a Santa Cruz se buscan la vida con dignidad. Por su lado, la socióloga Jalila Casanova considera que hay múltiples causas y que la responsabilidad comienza en la casa, donde se educa a los chicos.

Todos coinciden en que el principal desencadenante del crecimiento de las pandillas es la fractura de las familias producida por los viajes de uno o de ambos padres a Europa o a otros países.

Lo cierto es que más del 50% cree que será víctima de los delincuentes en los próximos 12 meses 

Los medios y la falta de valores son la causa

Jalila Casanova  / Socióloga, docente en la universidad Gabriel René Moreno

Cuando hablamos de ciudadanía, debería entenderse que todos los ciudadanos tenemos derechos y también obligaciones. En la sociedad cruceña, se da mayor énfasis a reclamar derechos, pero no se trabaja en el componente de cumplir las obligaciones que tenemos las personas.

Si analizamos el cumplimiento de nuestros derechos, es evidente y no se puede negar  que hay una debilidad institucional alarmante a todo nivel, que se ve en el incumplimiento de las normas vigentes. La gente no respeta las reglas de la ciudad y tampoco hay quién exija el cumplimiento de las mismas. En ese sentido, no se puede negar ni justificar que existe corrupción en la Policía. No deberían haber explicaciones que hablen de que el uniformado recibe soborno por necesidad, cuando deberían prevalecer valores y principios.

El otro componente es el de los deberes que tenemos los ciudadanos, para lograr una buena convivencia. En ese sentido, es en la familia donde se construyen valores y se forma a los ciudadanos.

Lo que se ve es que vivimos en una sociedad de consumo en la que los jóvenes prefieren los bienes materiales, quieren el último celular o la ropa de marca y, para conseguirlos, muchas veces delinquen, cuando no tienen dinero suficiente para comprarlos. Los padres debemos cuestionarnos qué les estamos dando a los hijos.

Otro factor importante es que hay dinero en la sociedad, pero está en manos informales, en manos de gente que no paga impuestos y no contribuye a fortalecer las instituciones. Por eso la Policía acaba protegiendo a los que no tributan, como a una pareja de comerciantes a la que le robaron Bs 80.000. Ellos no pagan impuestos y la consecuencia es que la institución del orden carece de fondos y termina pidiéndole dinero a las víctimas para comenzar a investigar.

Por otra parte, no es correcto que se pretenda atribuir la delincuencia a la gente que es pobre o a la que no tiene un empleo. Es evidente que quien roba en este momento, pertenece a la clase media. Tiene dinero para comprar una motocicleta o un vehículo y también armas de fuego en el mercado negro. El problema de la delincuencia es complejo y le toca más al ciudadano que transita en micros y en los barrios. Los robos llamados de bagatela son los más preocupantes, porque son del día a día y porque las víctimas no los denuncian 

INSTITUCIONES SIN COORDINACIÓN

La Policía es vista como la institución responsable de dar seguridad para el 82% de los encuestados, pero más de la mitad le atribuye responsabilidad también al Gobierno central, al municipal y al departamental. Las acciones de estos niveles no guardan armonía entre sí. La Gobernación destina Bs 40 millones a esta materia, pero ese dinero debe distribuirse en educación, fortalecimiento de la Policía y reinserción. Por su lado, el municipio invierte Bs 40 millones anuales y ha construido 20 módulos policiales y seis casas de justicia en los barrios. Además firmó un acuerdo con el Gobierno central para instalar 120 cámaras de seguridad. Ni la Gobernación ni el municipio saben cuál es el presu- puesto del Gobierno Nacional para la seguridad ciudadana. Ibáñez cree que el centralismo pretende que sean los gobiernos autónomos los únicos que aporten para paliar la inseguridad. Mientras tanto, la pobreza reina en los módulos policiales.

Dicho y eco

“Lo primero que se debe hacer es bajar  la sensación de inseguridad y para eso se necesita unidad”.

Freddy Soruco / Consejal

“Es preciso trabajar en el individuo, desde el kínder hasta la universidad, para mitigar la inseguridad”.

Fernando Ibáñez / Gobernación

“Santa Cruz es el departamento más grande. El que llega no se va y busca sobrevivir a cualquier costo”.

Guido Arroyo / Subcomandante de la Policía

FICHA TÉCNICA   

Encuesta sobre inseguridad en Santa Cruz de la Sierra

Captura Consulting preguntó en el área urbana, a 300 personas, hombres y mujeres, mayores de 18 años. La consulta se hizo la última semana de noviembre. El sistema de muestreo permite tener un 95% de confianza y un margen de error del +/- 5,4%.

Frente a frente   

“SI QUISIERA, LA POLICÍA TENDRÍA UNA LABOR MÁS EFICIENTE PARA EL CIUDADANO”

Abad Lino / DirIgente de fejuve  / Cuestiona a la Policía. Cree que tiene recursos para hacer más por el ciudadano de los barrios.

La Policía tiene identificados a los delincuentes que roban en los mercados y en los micros de transporte público. También sabe quiénes son los pandilleros y dónde se reúnen. Si quisieran, actuarían de manera más eficiente y reducirían los crímenes en la ciudad.

Nada cambiará mientras la Policía no cambie de mentalidad. A esa institución le llega presupuesto de todas partes, pero no se ven los resultados de todo el dinero que recibe durante el año. No le rinden cuentas a nadie. Tampoco se sabe cuánto recauda con las multas.

Hay excelentes policías que no tienen la oportunidad de tomar decisiones. Se ven policías rasos con casas lujosas y autos último modelo. Nadie sabe de dónde sacan el dinero. También hay policías que extorsionan. Hay que barrer la casa y poner el ejemplo.

La existencia de pandillas en los barrios es el problema que más preocupa a los vecinos. Estos grupos de jóvenes atacan, violan y se mantienen de cometer robos. La Policía los tiene identificados y, si quisiera, podría actuar con mayor eficiencia para dar más seguridad.

“LA POLICÍA SE LLEVA LA PEOR  PARTE EN LA MIRADA DEL CIUDADANO”

Guido Arroyo – Subcomandante de la policía Defiende a la Policía. Asume que su institución es el blanco de todos los ataques

Decir que la Policía no actúa porque no quiere es una versión equivocada. Los investigadores no tienen una bolita de cristal para saber dónde están los autores de un atraco o de un crimen. A veces ni siquiera las víctimas dan buenos datos para buscarlos.

Siempre nos llevamos la peor parte. La gente espera todo de la Policía, porque no se ha enseñado cuáles son nuestras atribuciones. Varios ofrecen ayuda pero no dura ni dos semanas, porque el tema de la inseguridad desgasta la imagen de las instituciones.

Ahora hay menos espacio para la corrupción. La gente no quiere cumplir las normas y muchas veces ofrece dinero para que se los deje pasar. Un policía recién llegado del interior, que tiene necesidades, probablemente no rechace cuando se le ofrezca un billete.

Todos los fines de semana hay operativos en los barrios para detener a los pandilleros. Sin embargo, no se los puede mantener detenidos porque no hay denuncias de los crímenes que cometen y, según la ley, no se los puede arrestar por más de ocho horas.

El 38 por ciento de los cruceños tiene un familiar que fue atracado en este año

Representación. Es mostrada por la encuesta de Captura Consulting. Las autoridades creen que los delitos no son tantos como los que la gente percibe.

La inseguridad no es un tema de sensación únicamente. La encuesta de Captura Consulting refleja que el alcance del delito toca a las familias cruceñas, mucho más cerca de lo que admiten las autoridades de la ciudad.

El 61% de los consultados afirma que alguna vez en su vida fue víctima de los delincuentes. Hilando más fino, el 38% dice que tiene algún familiar que fue atacado por maleantes en los últimos 12 meses. Mientras que 18 de cada 100 personas entrevistadas fue atacada por los delincuentes en el último año.

La cifra se incrementa especialmente en los consultados de clase media y en jóvenes  entre los 18 y los 25 años.

A pesar de esa realidad, el subcomandante de la Policía Departamental, Guido Arroyo, y el concejal y expolicía Freddy Soruco creen que es más fuerte la sensación de inseguridad que la realidad de los hechos. Consideran que los medios de comunicación son el vehículo que agiganta la percepción de que el crimen se ha incrementado. La socióloga Jalila Casanova también es crítica y señala que los canales de televisión tienen preferencia por la crónica roja, pero que no educan en valores ni le muestran a la sociedad cómo salir de esta situación que provoca temor.

Para Soruco, es preciso que haya acciones concertadas entre los gobiernos nacional departamental y municipal, para que se mitigue la sensación de inseguridad; mientras que para el director departamental de Seguridad Ciudadana hay que dirigir los esfuerzos a la educación y prevención del delito.

El problema parece ser que no hay coordinación entre las instituciones, para diseñar estrategias de prevención de la delincuencia, lo que determina que la gente sea víctima o perciba que puede serlo 

LA REALIDAD   

VÍCTIMAS DE DELITOS EN EL AÑO

El 21% de los encuestados de clase media fue víctima de delitos en el último año. La cifra baja a 16% en la clase baja.

CONSUMO DE DROGAS

El 33% de los encuestados presenció consumo de drogas prohibidas en las calles.

TESTIGOS DE VIOLENCIA

El 53% de los encuestados fue testigo de peleas de pandillas y de comparsas. El 48% presenció robos violentos en la calle.

VIOLACIONES NO SE DENUNCIAN

Solo se denuncia el 33% de las violaciones. Los demás casos no se hacen públicos.