Marasmo circunstancial

Karen Arauz

karen-arauz Un caza cámaras asambleísta del MAS, ha lanzado en las últimas horas una noticia que seguramente cree muy esperada en el mundo entero. Es tal el adocenamiento intelectual, que están bajo la impresión de que su concurrencia a los homenajes que aún en vida o ante la inminente muerte del gran Mandela -que está movilizando al mundo libre de todo el orbe- es una asistencia ganada por derecho propio. En el fondo sabemos que para nada se han ocupado de entender qué ha hecho Nelson Mandela, la figura universal. Es sólo una parodia para testimoniar con la nula autenticidad que los caracteriza, un viaje a costa de los demás bolivianos, pretendiendo retorcidamente, lograr rédito arrimándose a la gloria ajena.

Considerando la nueva arremetida del gobierno contra los indígenas del TIPNIS, esta delegación a Sudáfrica sólo provoca una mueca de repulsión por el descaro con el que actúan los no-pensantes del oficialismo, que para lo que sí usan su cerebro, es para sacarle provecho a cualquier situación en la que el orgullo y el pudor no son siquiera vocablos con algún contenido. No faltará -como en los hechos ya sucedió alguna vez- que alguno de estos tira-sacos, se atreva a encontrar alguna similitud entre Mandela y Evo Morales, haciendo suya la grandeza del líder sudafricano presumiendo que "tiene su réplica en estas latitudes" -cuando se evidencia- que no alcanza ni para un burda caricatura.



Esos discursos que son cotidianamente desmentidos por su accionar, están llevando la imagen del país a los niveles más bajos, mérito no logrado ni en la peor y más descarnada de las dictaduras de nuestra historia republicana. Con las cortinas de tules multicolores que despliegan a diario para cubrir las grandes falencias de la administración de la cosa pública, no se privan de violar consistentemente las libertades de la gente que habita este país. Ya es inocultable la sumisión de los otros poderes del Estado, a los caprichos y malintencionadas decisiones del grupo palaciego que secundan al Presidente en su mórbido afán de no sólo prorrogarse en el poder, sino de erigirse en un déspota avasallador.

No existe un sólo cuestionamiento a la gestión del gobierno actual, que no merezca una vitriólica amenaza que busca plantar el miedo como una forma de dominación. La absoluta falta de transparencia debiera repercutir sobre todo en los más humildes y empobrecidos sectores que tienen en el Evo Cumple, el más paradigmático de los ejemplos. Maldita la falta que le hace a una comunidad en las breñas de la cordillera una cancha de fútbol, cuando los niños mueren por falta de acceso a elementales cuidados en su salud y en su proverbial desnutrición. Miles de bolivianos en remotas regiones castigadas por la inclemencia del invierno, no tienen qué comer, así de claro y brutal, y como la millonaria cancha es de pasto de plástico, ni siquiera su mermado ganado puede alimentarse en ella.

Ni siquiera hay que alejarse a las zonas rurales de este sacrificado país, para testimoniar la indiferencia y el desprecio con que se encaran las situaciones más apremiantes y altamente dolorosas de la sociedad. Nos hemos convertido en un país de alcohólicos, donde no existe el menor respeto por la vida ni temor por la muerte. Ingentes sumas de dinero llenan los medios -casi todos convertidos en parlantes del gobierno- para las alabanzas de supuestos logros de su trillado y vacío "vivir bien". La ciudadanía clama por empleos que los alejen de la frustración de ver cómo es pura propaganda el que sus vidas hayan cambiado, algo totalmente alejado de su realidad. El alcohol, siempre es el refugio de los débiles y más aún, cuándo se saben desamparados, usados y sin ninguna razón para creer. Morir acuchillado en una esquina, ha dejado de ser una remota probabilidad. Horrendos crímenes nos golpean a diario por causas sin ningún sentido, pues hemos ingresado en la peligrosa espiral de la ley del más fuerte, abanderada nada menos que por el propio gobierno que no escatima esfuerzos en arrinconar a la gente que disiente con él, en una clara demostración de que el patrón es ese, que por las malas es como se logran mejores y más expeditos resultados. Nada más afectivo que un decreto de excepción, para matar el espíritu de una ley. Y nada más práctico que una amenaza para morigerar un pensamiento rebelde tanto como un cuchillo en el cuello para recabar unos pesos.

Por ahora son aisladas las voces que se animan a hablar abiertamente sobre la corrupción generalizada. La saña que se evidencia día a día, hace que pese a la magnitud y la profusión de escándalos la ciudadanía aún no reaccione. Las abultadas cantidades de basura barridas bajo la alfombra, amenaza -como acaba de suceder en el Brasil- con provocar un tropezón colectivo que dé fin con la contención. Nuestra historia está plagada de momentos cúlmenes en los que se perdió la paciencia. Pretender la ignorancia de tales hechos no ha evitado nunca que los acontecimientos -cuando el soberano así lo decide- se desencadenen efectiva e inexorablemente.