Norma. El proyecto de ley de bancos que se debate en la Asamblea Legislativa de Bolivia no ha logrado consenso entre los expertos.
En la foto, Juan Antonio Morales (centro) economista y expresidente del BCB.
La aprobación del proyecto de Ley de Servicios Financieros, que reemplazará a la Ley de Bancos vigente, está siendo fuertemente debatida. No sólo en la Asamblea Legislativa, que aprobó en grande el ampuloso cuerpo legal de más de 500 artículos, sino en los diversos ámbitos económicos. Según los expertos, la nueva ley agravará los problemas que enfrenta el sistema bancario nacional debido a la intervención del Estado en la fijación de tasas de interés y la orientación del crédito hacia sectores que el Gobierno considera preferentes, como el productivo y la vivienda. Esta semana conversamos con Juan Antonio Morales, economista y expresidente del Banco Central de Bolivia.
Página Siete.- ¿Por qué la necesidad de una nueva ley para una banca que estaba funcionando relativamente bien?
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El Gobierno busca ampliar el rumbo de actividades bancarias, pero la Ley 1488, tal como había sido reformada en 2001, era una buena ley; tanto así que en la exposición de motivos de la nueva norma se reconoce que había protegido a Bolivia de las crisis financieras que azotaron a la región en el periodo 1999-2002. No hay que olvidar que después de la devaluación brasileña, Argentina, Uruguay y el mismo Brasil tuvieron dificultades en sus sistemas financieros y mucha gente pensaba que Bolivia iba a ser el próximo país en caer en un abismo financiero. No fue así, en gran parte por la ley porque blindó al sistema financiero. Era una buena ley, concisa y práctica, no tan ampulosa como la actual.
Página Siete.- ¿Qué busca, entonces, la ley actual?
La banca tiene un papel fundamental -con la antigua y nueva legislación- y es canalizar el ahorro de la gente, definir adónde tiene que ir ese ahorro, descubrir cuáles son los buenos proyectos y financiarlos. Muchas veces no lo han hecho, es cierto, pero normalmente una banca que funciona bien tiene que hacer eso y es un papel que no puede ser sustituido por el Gobierno. Hay un grave error conceptual en la nueva ley y es pensar que el Ejecutivo puede hacer mejor las cosas de los banqueros al decidir a qué sectores hay que darles crédito.
Yo tengo la experiencia del BCB y creo que es un buen banco central, pero no tiene ninguna experiencia de tipo comercial. Juzgar si un cliente es bueno o malo es una tarea que tiene que ser dejada a los bancos. En esto se tiene que ser sumamente categórico. Además, las asignaciones sectoriales son peligrosas porque uno se puede equivocar al decidir cuáles son los sectores ganadores. Una vieja discusión en la teoría del desarrollo es si los gobiernos son más hábiles que el sector privado para identificar a los sectores rentables; pero, además, esto tiene una dificultad adicional, le crea responsabilidades al Gobierno. Supóngase que se instruya a los bancos prestar a un determinado sector y a ese sector le va mal. Entonces, los banqueros dirán que es culpa del Gobierno. El juego en el sistema financiero es trasladar responsabilidades, siempre se anda jugando una especie de ping pong de acusaciones’
Página Siete.- ¿Cuáles son los mayores problemas que presenta la nueva ley?
El proyecto de ley peca por exceso y por defecto. Por el lado del defecto, todo lo que podía referirse a las normas de Gobierno corporativo -excepto una vaga referencia a lo dispuesto en el Código de Comercio- no está en la ley. La ley abunda en temas secundarios como el arrendamiento financiero, que es más bien una operación comercial de banca. Hay páginas y páginas sobre el arrendamiento financiero. Y abunda en el gobierno corporativo sólo de las entidades financieras de vivienda y desarrollo, que son importantes, pero cuya participación en el mercado es relativamente pequeña.
No hay nada en la norma sobre mercado interbancario (operaciones entre bancos), que está funcionando mal. No hay nada sobre lo que es tecnología de información y auditoría electrónica; no hay nada sobre firma electrónica. Esto debería estar en el proyecto de ley y en más de 500 artículos no figura.
Es indispensable el uso de nuevas tecnologías para la eficiencia de los bancos. Vivimos con un excesivo uso de papeles, la banca moderna es paperless (sin papeles); todos deberían ser registros electrónicos. Ahora al cliente le hacen firmar una cantidad enorme de papeles y el tiempo que demora hasta en la operación más sencilla es grande. A la banca nacional le hace falta eficiencia en estos trámites, modernización, mejor personal -hay mucha rotación-. Y de eso la ley no dice nada, pero sí legisla en temas que pueden afectar al sistema financiero y al resto de la economía.
Yo diría que los defectos de esta nueva ley están en fijar las tasas de interés, en la asignación sectorial del crédito, en la ausencia del gobierno corporativo de los bancos y una parte demasiado grande dedicada a la banca con fondos públicos, que debería ser objeto de otro cuerpo legal.
Página Siete.- ¿Por qué es riesgosa esa fijación de tasas?
Es imprudente. La experiencia internacional de fijar tasas de interés ha puesto a segmentos del sistema financiero en grandes dificultades. En la literatura económica hay el ejemplo de la famosa regulación Q, que tenían las instituciones de ahorro y crédito para la vivienda en EEUU. Esa regulación establecía una tasa de interés para los créditos hipotecarios, pero puso en dificultades de financiamiento a los bancos cuando las tasas de los mercados comenzaron a subir.
Con la fijación de las tasas se pueden cometer errores y poner a determinados segmentos del sistema financiero en peligro. Además, uno se pregunta cuán flexible va a ser la determinación de estos techos. Los mercados cambian, y cambian muy rápidamente.
Dada la dependencia boliviana de la política monetaria y cambiaria de EEUU (el tipo de cambio fijo que existe en el país), hay que ser sumamente cauteloso en la fijación de tasas. Las tasas de interés en EEUU están por los suelos. Aquí también están muy bajas, sobre todo para el depositante. Pero, ¿cuánto tiempo va a durar esa situación? Las previsiones son que el año 2015 eso podría empezar a cambiar. Las tasas de interés norteamericanas van a volver a sus niveles normales. ¿Qué va a pasar en Bolivia cuando empiecen a subir?, ¿el Gobierno reaccionará suficientemente rápido? Con la experiencia que tengo en el sector público, eso no va a suceder.
También es cierto que las tasas de interés real están siendo negativas durante demasiado tiempo: desde 2006 estamos cobrando intereses reales negativos y eso tiene efectos negativos también. Por ejemplo, los fondos de pensiones -que dependen del rendimiento de sus activos financieros- están con tasas de interés sumamente bajas y eso perjudica a los jubilados. También se pueden producir movimientos especulativos: es posible que la gente prefiera almacenar su dinero en un bien inmueble que dejarlo en el banco’
Página Siete.- La banca ha sido uno de los sectores más prósperos en los últimos años. ¿Cómo puede afectar una ley de esa naturaleza a la bonanza económica general?
Probablemente va a reducir los beneficios de la banca, pero también hay que tomar en cuenta que ésta necesita hacer grandes inversiones, particularmente en tecnología de información, computación y comunicación. El progreso es sumamente rápido en esas áreas y si queremos tener una banca moderna tiene que hacer muchas inversiones, que son costosas. Si esas utilidades tan altas se reinvierten en el sistema bancario, y creo que lo han hecho, no habrá por qué criticarla.
Página Siete.- Al parecer la visión que ha orientado esta nueva ley es el deseo de reducir las ganancias de los bancos.
Sí. Siempre hay una intención punitiva en este tipo de legislaciones: quieren castigar a aquellos que están beneficiándose demasiado. Pero las intenciones punitivas no son constructivas. En mi opinión, la intención de la ley debe ser ampliar los servicios financieros a todos y en ello podemos coincidir ya que la bancarización del país es baja, hay mucha gente que está excluida de los servicios bancarios. Éste es un objetivo legítimo y no sería bueno asignarle a la norma un objetivo punitivo, el de castigar a los bancos. Con todo, la tentación en el país de castigar a todo el mundo, no sólo a los bancos, es grande.
“Creo que el BCB es un buen banco central, pero no tiene ninguna experiencia de tipo comercial”.
“Hay que ser categórico: juzgar si un cliente es bueno o malo es una tarea que debe ser dejada a los bancos”.
La diferenciación entre sectores industriales y comerciales es forzada, incluso medieval
El economista Juan Antonio Morales, expresidente del Banco Central, señaló que la diferenciación que hacen las autoridades entre “sector productivo” y “comercial” es “forzada, incluso medieval”.“Si hay buenos retornos, los bancos no distinguen entre sector productivo o sector comercial. También esa distinción entre productivo y comercial es bastante arbitraria. La cadena de oferta, la distribución, la comercialización de un producto es importante para la producción. Una distinción entre productivo y no productivo es forzada, es medieval”, dijo Morales.
Lo que los bancos tienen que hacer, comentó el especialista, es poner mucho más esfuerzos en descubrir dónde están las potencialidades de crecimiento, dónde pueden hacer una buena inversión, dónde van a ganar dinero permitiendo que se desarrolle ese sector. “Deben apoyar más a la gente con buenas ideas y fijarse menos en las garantías”.
Morales recordó que con la crisis de fines de los 80 en Bolivia, la preocupación de los bancos se volcó a las garantías; en vez de tener un analista de proyectos empleaban abogados y avaluadores de bienes inmuebles. “Eso se produjo para evitar la quiebra del sistema, pero no era lo mejor. Tenemos que tener una banca de cara al futuro, que no se fije tanto en el historial crediticio sino en las buenas ideas de proyectos”.
Página Siete comentó que los bancos tienen “mala prensa y mala imagen” en todo el mundo, no sólo en Bolivia, y que en el país tenemos la idea de que los banqueros “son abusadores y usureros”. Pero si miramos las cifras, las ganancias de los bancos tampoco son tan grandes, unos 180 millones de dólares divididos en 13 bancos es una utilidad menor a otros sectores industriales. “Es cierto que tienen mala prensa, tienen una mala imagen”, señaló Morales. “El desastre financiero internacional de 2007 a 2009 ha hecho mella en la reputación de los bancos. Encuestas en EEUU demostraban que el prestigio de los banqueros de ese país está por debajo del de los vendedores de autos usados y sabemos bien que esos vendedores no tienen gran credibilidad”, dijo.
Añadió que en Bolivia “los bancos fallan en dar un buen servicio a los clientes; no hay que olvidarse que muchos de los ahorristas son personas mayores -como es mi caso- y a estas personas las tratan con particular descortesía, además de sufrir exceso de burocracia”.
Estudios
Es economista formado en la Universidad de Lovaina, Bélgica, desde la licenciatura hasta el doctorado.
Carrera. Fue presidente del Banco Central de Bolivia desde 1995 hasta 2006; impulsó la transformación y modernización de la institución hasta convertirla en una de las mejores de América Latina.
Experiencia. Autor de varios libros sobre economía. Consultor en varios países latinoamericanos (Bolivia, Perú, República Dominicana, Honduras, Ecuador, Venezuela) y para varias organizaciones internacionales: Banco Mundial, Grupo Andino, PNUD,etcétera.
Los gobiernos no son más hábiles que el sector privado para identificar a los sectores rentables.
La banca debe modernizarse, desburocratizarse y esforzarse en impulsar proyectos innovadores.
El desastre financiero internacional de 2007 a 2009 ha hecho mella en la reputación de los bancos.