La protagonista de ‘Los juegos del hambre’ vive a un ritmo frenético desde que se hizo famosa. Le interesa la política y detesta las dietas, ir al gimnasio y la fama. “Estoy de luto por mi anterior vida”, dice esta voz fresca y sincera entre la hipocresía de Hollywood.
A sus 23 años, es la estrella más cotizada de Hollywood. Ganadora de un Oscar y chica franquicia, Jennifer Lawrence vuelve al papel que le arrebató el anonimato y su antigua (y añoradísima) vida anónima en la segunda parte de ‘Los juegos del hambre. En llamas’ y nos recibe en la suite de un lujoso hotel de Santa Monica (EE.UU.). Una taza de té en la mano y otra de café sobre la mesa la ayudan a mantenerse despierta: lleva todo el día dando una entrevista detrás de otra para promocionar la segunda entrega de la película que la ha hecho insoportablemente famosa.
Esta rubia de Kentucky, descubierta a los 14 años por un fotógrafo durante un viaje a Nueva York, nunca pensó verse envuelta en semejante berenjenal y le cuesta mantenerse concentrada tantas horas. Jamás fue a una clase de interpretación y, sin embargo, en 2009, recién llegada a Hollywood, consiguió su primera nominación al Oscar por su papel en ‘Winter’s bone’. Creyó entonces que había encontrado su pequeño nicho, aquel que le permitiría hacer lo que le gustaba y llevar una existencia relativamente anónima.
Obviamente, se equivocaba. El día que aceptó encarnar a Katniss Everdeen, protagonista de la saga literaria de Suzanne Collins, se despedía para siempre de ese sueño, probablemente, sin saberlo.
Pero su destino no era ser solo una chica franquicia. El año pasado su papel en la agridulce ‘El lado bueno de las cosas’ le valió un Oscar y Lawrence se convirtió en una actriz única en su especie, capaz de llevar sobre sus hombros el peso de una saga multimillonaria y de ganar la estatuilla con una cinta de presupuesto más modesto.
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La belleza, como a la mayoría de las actrices, se le supone. Pero es que además, Lawrence es un personaje refrescante entre la insipidez de las actrices de su quinta. Para empezar, porque no tiene filtro de prensa en las entrevistas. Dice exactamente lo que piensa. También porque es simpática, espontánea y tiene sentido del humor. Lo demostró cuando tropezó con su vestido al recoger el Oscar y cuando flirteó con Jack Nicholson, el conquistador, en plena entrevista televisada.
Pero hoy, Lawrence no tiene su día más alegre. Muy sofisticada –con pantalones y chaqueta negra, un top blanco y el pelo recogido– se nota (porque lo dice) que está abrumada por el torbellino en el que se ha convertido su vida. Aunque es muy amable y educada en el trato, le cuesta sonreír y en su mirada se intuye el cansancio, pero puede que también un punto de tristeza de su anterior vida. Ni si quiera para eso sabe (ni quiere) aplicarse la autocensura o actuar como buena actriz.
Mujer hoy. Hay muchos paralelismos entre la historia de Katniss, el papel que interpreta en “Los juegos del hambre” y la suya. A las dos, la fama les ha cambiado la vida. ¿Le ayuda eso a ponerse en su piel?
Jennifer Lawrence. Sí, mucho. Cuando entiendes una situación, es más fácil interpretarla. Tiene gracia que ella y yo hayamos hecho este viaje juntas desde el principio. En la primera película, la obligan a maquillarse, a ponerse vestidos y la
gente habla de cosas que ella no entiende. Y sé lo que se siente… Yo pasé por lo mismo. Este puede ser un mundo extrañísimo, pero después de un tiempo, deja de darte miedo y puedes manejarlo.
P. Vamos, que ya no se siente como pez fuera del agua en Hollywood, ¿no?
R. Ya no. No me siento tan intimidada como antes. Ahora, conozco a más personas y cuando voy a una fi esta, ya puedo hablar y saludar a la gente con naturalidad. Pero la verdad es que todavía me impresiona conocer a algunas estrellas…
P. Katniss es un icono para miles de personas. Supongo que habrá tenido una ración de ese sentimiento, ¿no?
R. Sí. En el tercer libro, Katniss visita un campo de refugiados y llora al darse cuenta del impacto que ha tenido en la gente. Eso me tocó. Lo fácil sería decir: “¡Odio esto! No estoy curando el cáncer, ¡solo hago películas!”. Pero un gesto de afecto mío puede hacer feliz a alguien. Eso me ayuda a olvidar las cosas malas de la fama.
P. La lucha por la justicia social impregna el espíritu de esta saga. ¿Está usted interesada en la política y en los movimientos sociales?
R. Sí. La voz de los ciudadanos cada vez se escucha más. Da igual si eres famoso o anónimo, tu opinión la escuchan millones de personas a través de las redes. Es importante tener una opinión. No se trata de escuchar lo que dicen tus amigos o lo que está de moda, sino de tener opinión, leer las noticias y saber lo que pasa en el mundo. Porque nos pueden manipular con mucha facilidad.
P. Como ídolo juvenil, ¿siente la responsabilidad de ser un ejemplo para niñas y adolescentes?
R. Sí, uno de los problemas de esta industria es que no aceptamos que es nuestra responsabilidad el efecto que tenemos en la sociedad. Y no es que yo estuviera buscando esto para mi vida. Solo quería hacer películas independientes y que nadie me reconociera. Aspiraba a vivir una vida lo más normal posible. Por eso, sería fácil decir: “Mi trabajo no es ser un ejemplo para nadie, solo soy una actriz. Educa tú a tus hijos”. Pero es una realidad y las personas que estamos en el escaparate público tenemos esa responsabilidad, nos guste o no.
P. En su caso, tiene fama de ser muy sincera, sin fi ltro en las entrevistas…
R. Es que no sabría actuar de otra manera. Cuando alguien me hace una pregunta, suelto lo primero que se me pasa por la cabeza. Trato de ser simplemente… yo. Pero, a menudo, me gustaría tener más cuidado con lo que digo.
P. Cuando echa la vista atrás, ¿cree que su vida ha cambiado a mejor o a peor?
R. A ambos lados. No puedo quejarme: tengo oportunidades increíbles, soy feliz con mi trabajo y estoy satisfecha haciendo lo que siempre quise hacer…
P. ¿Cuál es la otra cara?
R. Mi vida personal, tal y como la conocía, ahora está arruinada. Y tengo que construirme una nueva. Y debo acostumbrarme a esa nueva vida. Eso es duro y llevará su tiempo, pero estoy segura de que llegaré ahí…
P. Lo dice con tristeza…
R. Es que estoy de luto de mi vieja vida. La añoro. No quiero olvidarme de lo que es ir a una cafetería y que alguien me mire a los ojos y me vea como a un ser humano más. Una parte de mí no puede acostumbrarse y dejar de ponerme triste. Me rompe el corazón olvidarme de lo que se siente cuando te miran como a cualquier
P. ¿Le da miedo cambiar?
R. No, porque todavía estoy intacta. Se trata de la parte de mí que pertenece al mundo. Antes, podía ir de compras, hablar con extraños, darle indicaciones a alguien en la calle, sentarme en un banco o tomarme un café sola. O tener una conversación sin pensar: “¿Sabe quién soy?”. No es ya no sea la misma persona, es que siento que ya no pertenezco al mundo, me siento rechazada. Y eso es triste.
P. Analiza mucho lo que le está pasando. ¿Le ayuda a digerirlo?
R. Sí, ayuda a ser más realista. Es fácil dramatizar y, si lo hiciera, la situación me superaría… Esto no durará siempre.
P. ¿Se ha perdido algo por no haber tenido una adolescencia más normal?
R. Me he perdido el baile de fi n de curso, el instituto, la universidad… Pero no lo vivo como una pérdida. No hubiera sido feliz.
No era feliz en el colegio, sentada en el pupitre. Y la única razón por la que hubiera ido a la universidad hubiese sido para encontrar aquello que me gustara y buscar la manera de ganar dinero haciéndolo. Pero lo he hecho sin estudiar. Lo ocurrido es lo que necesitaba para ser feliz.
P. ¿Y qué le proporciona la interpretación?
R. ¡Lo hago por la pasta! [Risas] No… Sinceramente sería incapaz de hacer otra cosa. Me encanta actuar. Y me daría igual el tipo de cheque que hubiese venido con este trabajo. Lo que busco es el sentimiento que me proporciona convertirme por un momento en otra persona, recibir indicaciones del director o aportar algo nuevo al personaje. Todo eso hace que este trabajo tenga sentido. Y no tiene que tenerlo para nadie, solo para mí.
P. 23 años y con un Oscar. ¿Añade presión o la resta?
R. Me la quita. Cuando eres la protagonista de una franquicia, te preocupa si la gente podrá verte en otro personaje. Y el Oscar significa que, con suerte, tendré una carrera después de “Los juegos del hambre”.
P.¿Le interesa la moda?
R. Antes no, pero ahora sí le presto atención.Aunque lo que me pongo depende de la moda, de los estilistas y los diseñadores,
me gusta tener la última palabra.
P- ¿Dónde le gustaría estar en 10 años?
R. Fantaseo con una etapa más tranquila. Me gustaría rodar uno o dos proyectos al año, producir y dirigir. No quiero estar siempre bajo los focos. Vivir lejos de todo esto… Que sea solo un recuerdo.
P. ¿Será un recuerdo triste o alegre?
R. Alegre. Esto es como los problemas que conlleva hacerse mayor: o dejas que te destruyan o los superas. Con suerte, a mí esto no me destruirá. Toco madera.
Muy personal
-Su padre tiene una empresa de construcción y su madre, un campamento de verano para niños en el que Jennifer trabajó como ayudante de enfermera. Tiene dos hermanos.
-Estudiar se le daba mal, pero fue elegida la alumna más habladora de su clase.
-Su única relación conocida es la que mantiene de forma intermitente con el actor Nicholas Hoult, con el que está de nuevo.
-Aprendió a cortar leña y despellejar ardillas para su papel en “Winter’s Bone”.
-Se presentó al casting de “Crepúsculo”, pero Kristen Stewart le arrebató el papel de Bella.
-Toca la guitarra y pinta. Detesta las dietas y no va al gimnasio.
Hambre de taquillazo
La primera parte de la saga basada en las novelas de Suzanne Collins recaudó más de 500 millones de euros en todo el mundo. Todo un récord para una cinta de aventuras con protagonista femenina. Ahora, el reto es superar esa cifra con la segunda entrega, ‘Los juegos del hambre. En llamas’.
En esta ocasión, Katniss Everdeen vuelve a casa después de haber ganado Los juegos del hambre junto a su compañero Peeta Mellark (Josh Hutcherson). Pero su victoria no les dará una tregua ni a ellos ni a sus familias. Mientras en los distritos empieza a gestarse una revolución, en el Capitolio el presidente Snow (interpretado por Donald Sutherland) prepara su gran venganza contra ellos.
Fuente: www.hoymujer.com