¿Sólo sin miedo?

Arturo Yáñez Cortes

ZORRO CORTES La campaña electoral para las elecciones generales del año que viene ha comenzado y –como acostumbran- la mayor parte de los políticos se afanan por hacer hasta el ridículo para lograr alguna simpatía siquiera (como si fuéramos tontos) y mejor unos votitos de algunos ingenuos (según ellos, abundarían…).

En esa línea, el premio mayor al ridículo acaba de hacerlo en Sucre, la Capital, el dueño del MSM que probando que no sólo carece de miedo (como alardea) sino también de una mínima dosis de vergüenza absolutamente imprescindible para dárselas de líder o alternativa a su ex aliado al que idolatró hasta las últimas consecuencias hace tiempito atrás, acosado por los medios que cuando pisa la Capital le recuerdan su torpe proceder defendiendo la ilegal sede, sin ponerse colorado siquiera y con una moral de acordeón, no se le ocurrió mejor salida que plantear hipócritamente retomar el debate sobre la Capitalía. Debate al que personalmente rehuyó de manera sistemática y cobarde durante la Asamblea Constituyente, uniéndose para conservar el botín al partido de gobierno, del que ahora -dice- ser opositor e hipócritamente censura, cuando aplaudía entusiastamente todas las mismas arbitrariedades que ahora critica… para las gradas (léase votantes).



Iguales de ridículas han sido las reacciones de los políticos de otras aceras. Por un lado, el oficialismo aprovechó la impostura para declararlo traidor, enemigo, conspirador, etc., en su clásico estilo de los buenos (ellitos) y los malos (los otritos) y, los de su partido han tratado de traducir lo dicho para intentar minimizar los daños en su sede de la que está condenado a no trascender precisamente por no tener capacidad de ver más allá del hermoso Illimani. Los oficialistas “chuquisaqueños” que, como siempre anteponen el interés de su partido a los de su terruño sólo atinaron tartamudear que el tema está cerrado por los siglos de los siglos para evitar así seguir revelando su cerril sometimiento a su jefazo y, otros en el norte han vuelto a sacar a luz su congénito temor -parece imposible ocultar el cargo de culpa en el mantenimiento del expolio- para discutir el retorno de los poderes a su sede legítima, recordando aquél fútil argumento que habrían temas intocables para conservar la unidad del país. ¿Será que más bien no es un riesgo para el país mantener a toda costa ese vergonzoso expolio interno?

El hecho es que como dijo Bonaparte "Nada puede ir bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos", si realmente somos una sociedad genuinamente democrática, no debieran existir temas “incómodos”, o “intocables” para discutirlos, así sea a riesgo de sacar los trapitos al sol, pues todo lo no resuelto vuelve no más a salir por mucha tierra que se intente echarle encima o sangre, como ocurrió durante la Constituyente.

Prueba de ello es que como se ha visto, paradójicamente ahora por iniciativa de quien tuvo el ruin papel de negarle a todo un pueblo discutir siquiera el tema, ni la masacre de La Calancha, ni las persecuciones señaladas, ni la puesta en escena del caso 24 de mayo o las burdas estigmatizaciones que l@s chuquisaqueñ@s recibimos por resentimiento y venganza, podrán impedir que el expolio interno salga reiteradamente a la luz, pues de lo contrario jamás podremos justificar nuestro legítimo reclamo del expolio externo de Chile. Más temprano que tarde debemos mirarnos al espejo y explicarnos: ¿Cómo le reclamamos a Chile el expolio externo de nuestras costas, sí dentro de Bolivia mutatis mutandis mantenemos el expolio interno con la ilegal detentación de la sede de algunos poderes en favor de La Paz? Dejémonos de hipocresías y tengamos el valor de discutir todos los temas incluyendo los incómodos, sin que la dictadura de las mayorías o de la fuerza, lo impida; pues más vale un minuto de vida franca y sincera que cien años de hipocresía (Ganivet).

Correo del Sur – Sucre