Evo Morales, el presidente cocalero que ofreció asilo a Edward Snowden y que hasta montó un show victimizador tras sus percances aéreos en Europa (cuando se rumoreó que transportaba al prófugo analista norteamericano en su avión de lujo), resultó ser responsable de un caso de espionaje al más alto nivel.
Esto, de acuerdo a las declaraciones del renunciante presidente del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), Ruddy Flores, quien antes de abandonar el cargo informó públicamente que dicho órgano de la justicia es controlado por inteligencia mediante escuchas telefónicas.
¿Qué dirá Snowden sobre quien intentó mostrarse mediáticamente como su protector?
Ya anteriormente se había sabido, por boca de altos funcionarios gubernamentales, que se “pinchaban” los teléfonos de dirigentes indígenas disidentes y de parlamentarios de oposición. Pero que estas prácticas incluyan a los organismos más importantes del Estado lleva las cosas a otro plano.
Lo cierto es que las escuchas son solo uno de los tantos métodos con los que se controla al Tribunal Constitucional desde el Ejecutivo, posiblemente para monitorear el cumplimiento de los compromisos contraídos por magistrados adictos al gobierno.
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El más díscolo de los jueces del TCP, Gualberto Cusi, ha señalado que dicho órgano ha estado emitiendo fallos favorables a la administración de Morales, sobre todo por influencia del ahora ex presidente Flores (quien solo renunció a encabezar el Tribunal, pero no a su asiento como magistrado).
La injerencia del Ejecutivo pone en duda la legitimidad de sentencias como la que habilita a Evo para postularse a la re-reelección…