El Gobierno de Bachelet será un punto de inflexión en la larga transición chilena a la democracia
EL DEBER, Bolivia
Entre 2014 y 2018, Michelle Bachelet habitará, otra vez, el Palacio de la Moneda. No será una inquilina desconocida. Ya estuvo en sus pasillos entre 2006 y 2010, durante su primer mandato. Esta vez, las condiciones políticas, sociales y económicas anticipan que será una convivencia difícil con el poder en uno de los países, Chile, supuestamente modelo de la globalización, pero que enfrenta fuertes tensiones internas.
El domingo 15 de diciembre, Bachelet se impuso por 62,1% de los votos en segunda vuelta a la derechista Evelyn Matthei, quien obtuvo un 37,8%, el peor resultado de la derecha desde la llegada de la democracia tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
La mandataria socialista iniciará su segundo mandato este martes 11 de marzo con el de-safío de enfrentar una fuerte presión social para que lleve adelante profundas reformas que amplíen los beneficios de una economía boyante que, sin embargo, este año se ha desacelerado significativamente.
"No va a ser fácil, pero ¿cuándo fue fácil cambiar el mundo para mejor?", reconoció Bachelet, ante sus seguidores en su primer discurso tras obtener un histórico triunfo electoral.
Las grandes demandas
Tres demandas aparecen como las más complejas para el mandato de Bachelet: reforma de la Constitución y cambio del sistema político bipartidista; modificación del régimen tributario para que los ricos paguen más impuestos y cambio del sistema educativo que apunte a su gratuidad universal de la educación como demandan los estudiantes.
Bachelet tiene los votos necesarios en el Congreso para encaminar las reformas educativa e impositiva, mientras que le será imposible cumplir con redactar una nueva Carta Magna, pues no tiene la mayoría absoluta en el Parlamento, lo que la obliga a pactar con los partidos del centro y, eventualmente, de la derecha.
“El proyecto de reforma tributaria y el de la reforma de la educación van a ser enviados al Congreso dentro de los primeros 100 días de la gestión. Tenemos mayoría en ambas cámaras y eso permite dar viabilidad a estos proyectos”, reveló Javiera Blanco, vocera de la socialista.
Bachelet se enfrenta a la promesa de realizar profundos cambios en la Constitución. El que hasta ahora es oficialismo asegura que estará observando e impulsando sus puntos de vista. Si Bachelet no da un golpe de timón efectivo, se puede producir una crisis de las expectativas no realizadas.
"Para Michelle Bachelet va a ser muy complejo manejar las expectativas que se han creado en torno a su gobierno", señala el analista político de la universidad chilena Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio.
Una sociedad desigual
En todos los casos, la demanda social apunta a reducir el mayor problema de la sociedad chilena: la desigualdad social, que ha llevado a una fuerte concentración de la riqueza en poderosos sectores de clase alta, una amplia pero débil clase media y un sector popular con grandes carencias sociales.
El economista chileno Marcos Kremerman graficó el cuadro chileno: “El 5% más rico de la población gana 257 veces más que el 5% más pobre. Un estudio de comienzos de 2013 hecho por la Universidad de Chile demuestra que el 1% de los más ricos concentra el 31% de los ingresos”. A lo anterior hay que sumarle que una mujer gana en promedio 30% menos que un hombre.
Bachelet hereda también una economía que después de cuatro años de crecimiento entorno al 5% y un bajo desempleo, se desacelerará por una caída en las inversiones, sobre todo mineras. Para 2014 se espera un crecimiento entre 3,75% y 4,75%.
Chile es el primer productor mundial de cobre, cuyo valor ha caído por una menor demanda de China, su principal comprador. En un escenario de desaceleración, la reforma tributaria de Bachelet se hace más compleja.
"El escenario es complejo, justamente porque la reforma tributaria que plantea Bachelet del 3% del PIB es ambiciosa para lo que el país espera", señaló el economista de la Universidad de Santiago, Francisco Castañeda.
Los estudiantes al poder
No será fácil lidiar con los estudiantes, especialmente, porque sectores radicales vinculados al Partido Comunista creen que llegó la oportunidad para romper con el modelo de privatización de la educación que impera en Chile desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet. Y no piensan desperdiciarla.
Antes de que Bachelet asuma el poder en La Moneda, los estudiantes le bajaron el pulgar a Claudia Peirano postulada para encabezar el Viceministerio de Educación por la exmandataria. Tuvo que renunciar al cargo bajo la amenaza de iniciar un proceso de protestas en su contra. Bachelet cedió y, quizás, ese sea el sino de su mandato: ceder frente a las presiones sociales a fin de mantener una ilusoria gobernabilidad.
Para lograr los cambios prometidos, primero vendrá la conciliación interna con sus aliados. Desde los conservadores de la Democracia Cristiana hasta los comunistas.
Los mismos que aparecieron abrazados para celebrar el triunfo de Bachelet en la segunda vuelta, pero que a su vez van a defender sus propios intereses y los de los electores que votaron por ellos.
El desafío de la mandataria socialista no será menor.
Su experiencia en los asuntos de el palacio de La Moneda y su paso por las Naciones Unidas como directora de ONU-Mujer quizás no sean suficientes para domar al conflictivo Chile que le tocará gobernar
PERFIL
EN EL FRENTE EXTERNO PROFUNDIZARÁ LAS POLÍTICAS DE ESTADO
La mandataria socialista profundizará la inserción internacional de Chile y privilegiará los acuerdos comerciales con los países del Asia y el Pacífico y su relación con Brasil.
Continuidad, más que ruptura, será su estilo
“El segundo mandato de Bachelet apostará por profundizar la inserción de Chile en el escenario internacional como parte de una política de Estado por todos conocida”, explicó el excanciller Armando Loayza. “Creo más en una continuidad, más que una ruptura, respecto de Sebastián Piñera”, indicó.
Después de Perú, la batalla será con Bolivia
Después del fallo desfavorable en La Haya sobre límites marítimos con Perú, el Gobierno de MIchelle Bachelet enfrentará el lío con Bolivia. En abril se conocerá la memoria que el país presentará ante el Tribunal Internacional y, desde entonces, “comenzará una dura batalla jurídica”.
ANÁLISIS
Michelle y su grimorio de promesas
José Rafael Vilar – Politólogo
Cuando el martes 11 Michelle Bachelet Jeria reciba el mando de Chile necesitará un buen grimorio —libros medievales de magia y encantamientos— para mantener en concordia a su Nueva Mayoría —desde los democristianos a los comunistas y, más, a los radicales ex dirigentes estudiantiles—, sostener los buenos indicadores que hereda de su antecesor —alto crecimiento y recuperación de los desastres del terremoto y tsunami de 2010 que desnudó imprevisiones y soberbia de Estado— y cumplir sus compromisos de campaña: reformas educativa (educación gratuita universal), tributaria (para financiarla) y constitucional.
Estas tres reformas son los ejes de los cambios sociales para modernizar Chile y acortar la brecha entre ricos y pobres anunciados en su campaña y que le dio los votos para triunfar sobre Matthei Fornet. Los aspectos principales de la reforma educativa son lograr la gratuidad universal de la educación superior en un plazo de seis años, crear dos nuevas universidades estatales y fortalecer la educación pública para combatir el lucro en la educación; en la fiscal, bajo la filosofía de que “paguen más los que ganan más” aumentará de 20% a 25% el impuesto a las empresas para financiar mejoras en la educación, a la vez que rebajará en 5% el impuesto a las personas y eliminará exenciones sobre parte de las utilidades de las empresas, a la vez que creará una administradora estatal para competir con el sistema privado de fondos de pensiones. Pero la más transformadora es la redacción de una Constitución más representativa con cambios profundos del sistema electoral. Calcula destinar $us 15 mil millones a estas tres reformas.
Bachelet es la única mujer que ha ocupado el cargo y primer mandatario que es reelegido para un segundo período y supera 60% de votos efectivos; también se destacó por su dirección en ONU Mujer. Pero, en contraparte, es el primer Gobierno elegido con menos sufragios del padrón —26,08%— y con una coalición —creada a partir de la Concertación para incluir a militantes comunistas— que no satisface totalmente a la Democracia Cristiana (DC). Con mayoría simple en ambas Cámaras —21 de 38 en Senado y 67 de 120 en Diputados (6 y 21 de DC, respectivamente, tercer partido en el Congreso tras la UDI y RN)—, para alcanzar los quórums de cuatro séptimos (22 senadores y 69 diputados) y tres quintos (23 y 72) que necesita deberá negociar con los independientes y la oposición