Varios han sido los posts publicados en el Cuaderno de Historias en el que el protagonista ha sido algún que otro gobernante famoso por sus crueles métodos de represión.
En esta ocasión le toca el turno al todopoderoso líder de la URSS Iósif Stalin, quien figurará en la memoria histórica por haber sido uno de los más brutales y sanguinarios dictadores. Alguien a quien no le tembló el pulso a la hora de mandar asesinar a millones de inocentes, ni tampoco la voz en el momento en el que repudió en público a su propio hijo.
Yákov Dzhugashvili nació en 1907 fruto del primer matrimonio de Stalin con la costurera Yekaterina Svanidze. El fallecimiento de ésta, a los pocos meses de dar a luz, hizo que el niño tuviese que ser criado por su tía, ya que su padre se desentendió completamente de él. Por aquella época Stalin comenzaba a escalar posiciones dentro del movimiento bolchevique, por lo que no podía ‘perder tiempo’ criando a un niño pequeño y también cabe destacar que era muy habitual en esos tiempos el hecho de que los padres cuando enviudaban no se ocupasen de sus vástagos.
Pero, sorprendentemente, la tía con la que creció Yákov fue nada menos que Nadezhda Allilúyeva, la mujer con la que Stalin comenzaría una relación amorosa y acabaría casándose en 1919. A pesar de ello, el líder bolchevique nunca le prestó demasiada atención a su primogénito, volcando su atención en Vasili y Svetlana nacidos de ese nuevo matrimonio.
Algunas son las imágenes que se pueden encontrar por la red en las que se ve al dictador comunista junto a sus dos hijos menores, pero ninguna con su hijo mayor, por lo que era significativa la nula atención que le prestó a lo largo de su vida.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Las pocas veces que Yákov, siendo un niño, tuvo contacto directo con su padre fue para que éste le recriminase algo sobre su conducta o carácter, abroncándolo a menudo y acusándolo de no tener valor y ser un mediocre. Esto influyó de sobremanera en el muchacho, quien creció rodeado de ese mal ambiente e interiorizando un sentimiento de rencor hacia su progenitor.
Un desengaño amoroso durante la adolescencia llevó a Yákov a intentar suicidarse pegándose un tiro, el cual no fue certero y tan solo lo hirió. El comentario de su padre al enterarse fue un rotundo: ‘Es tan inútil que ni tan siquiera es capaz de dispararse bien’.
Poco después el joven, en un acto de rebeldía se emparejaría con Yulia Meltzer, una mujer casada, bailarina de profesión y de origen judío; teniendo en cuenta que en la Rusia de la época se produjo un importante brote de antisemitismo.
Tras el divorcio de Yulia consiguió casarse con ella y formar una familia. Pero Yákov quería demostrar a su padre que no era ningún cobarde ni un inútil. Por aquel entonces Stalin ya era el líder todopoderoso de la Unión Soviética, por lo que, después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el joven decidió alistarse al Ejército Rojo, donde sus buenas aptitudes hicieron que rápidamente ascendiese hasta teniente de artillería.
La mala fortuna hizo que fuera capturado por los alemanes y enviado a un campo de prisioneros, aunque los nazis no sabían de la verdadera identidad de Yákob y desconocían que éste era el primogénito de Iósif Stalin, el gran enemigo del Führer Adolf Hitler.
A lo largo de un año estuvo encerrado como un prisionero común más, hasta que alguno de sus compañeros, a cambio de algún favor o privilegio por parte de las autoridades del campo, prefirió delatarlo y dar a conocer de quién se trataba realmente.
Esto hizo que automáticamente se le aislase de los presos comunes y se le diera un trato de privilegio, trasladándolo al Campo de concentración de Sachsenhausen, en el que se encontraban los prisioneros importantes. A lo largo de las siguientes semanas trataron de reconvertir a Yákob al nazismo, inculcándole la doctrina y pensamiento del Tercer Reich, vistiéndolo con el uniforme alemán y ofreciéndole toda clase de prebendas como si de un personaje VIP se tratase.
Pero el resultado no fue satisfactorio. Él quería demostrar a su padre que era firme y valiente a la voluntad de los alemanes. Éstos optaron por una segunda estrategia, ya que pensaron que si no les era de utilidad para su propaganda nazi como un enemigo reconvertido sí lo podría ser como moneda de cambio, así que decidieron intercambiarlo por uno de los prisioneros más importantes que estaba en manos de los soviéticos: el Mariscal de Campo Friedrich von Paulus, quien había sido apresado en Stalingrado.
Pero la respuesta de Stalin fue tajante. Por un lado dijo que ‘la URSS no cambiaba mariscales por un simple teniente’, para añadir que, además, él no tenía ningún hijo llamado Yákov. El líder soviético se avergonzaba al ver que un descendiente suyo podía haber sido tan torpe de ser apresado, por lo que lo repudió, traicionó y no quiso saber nada de él.
En sus círculos más íntimos tachó a su hijo de traidor a la patria soviética y algunas informaciones demuestran que en realidad Yákov no fue apresado durante la batalla, sino que se produjo tras haber desertado del ejército, entregándose voluntariamente.
Yákov Dzhugashvili falleció el 14 de abril de 1943 a causa de los tiros que recibió de los guardias del Campo de concentración de Sachsenhausen. La mayoría de historiadores coinciden en asegurar que la muerte fue un acto suicida, debido a que corrió hacia la alambrada electrificada como si hiciera el amago de querer huir, aunque era consciente de que eso era un propósito imposible y poder así ser abatido a balazos con el fin de acabar su triste existencia.
Yahoo! Noticias / Cuaderno de Historias