Sin duda, hay mucho de animadversión regionalista y etnocentrista en la negativa de Evo Morales a declarar al Beni como zona de desastre. Pero el cálculo político y económico es también un factor esencial para esa decisión.
Lo cierto es que su gobierno parecería estar buscando el quiebre financiero del citado departamento amazónico, fundamentalmente ganadero, para volver a su sector productivo dependiente del Estado y, por ende, neutralizarlo de cara a las elecciones de octubre.
De igual manera, al no declarar zona de desastre las inspecciones del INRA a la Función Económico-Social (FES) de la tierra se realizarán como si no hubiera pasado nada, sin la pausa correspondiente, lo que llevaría a la “reversión” (confiscación) de muchos predios a manos gubernamentales.
Es evidente que esto último sería la jugada previa para un plan de colonización, similar al aplicado en Pando tras la violenta militarización de ese departamento.
Morales ya adelantó que ofrecerá tierras en el oriente a los damnificados por las lluvias en el occidente del país, base para un clientelismo agrario de obvios efectos electorales, que conllevaría la modificación de la demografía regional con el traslado masivo de colonos.
Muchos de los cuales podrían estar tentados a expandir los cultivos de hoja de coca en tierras benianas, contiguas al Brasil…