La epidemia de la justicia popular

En Brasil, igual que en Argentina, proliferan las ejecuciones públicas para hacer frente a la delincuencia y la inseguridad

Paliza en Espíritu Santo. / REPRODUCCIÓN / FACEBOOK

Las noticias sobre linchamientos abundan en los periódicos locales de cualquier Estado brasileño, pero no aparecen en las estadísticas. Según el Código Penal del país, el linchamiento no es un delito, por lo que es difícil calcular cuántas ejecuciones públicas, supuestamente para vengar crímenes cometidos en las calles, se cometen, aunque al menos 10 casos se han registrado en los dos últimos meses.



La situación es similar a la de Argentina, que vive una ola de linchamientos desde marzo que incluso ha llevado al Papa a pronunciarse sobre la brutalidad de las escenas contra supuestos ladrones. A pesar de esa ola de venganza justiciera en el país vecino, Brasil es imbatible a la hora de tomarse la justicia por su mano, según el sociólogo José de Souza Martins, experto en el tema. «Hace tres años eran tres o cuatro por semana. Después de las manifestaciones de junio, pasó a un promedio de un intento diario. Ahora hay más de uno al día», explica.

La humillación pública es el principio del final que, muchas veces, no termina en la comisaría, sino con la muerte. Uno de los casos más recientes fue el de un adolescente de 17 años que murió el pasado viernes en Serra, en el estado de Espírito Santo (sureste de Brasil). El joven Alailton Ferreira fue golpeado por un grupo de personas que le agredieron con piedras, trozos de madera y hierro. Cuando la policía llegó al local, según el blog Negro Belchior, de la revista Carta Capital, no se sabía bien el motivo de la paliza. Los vecinos especulaban con que el chico había intentado robar, abusar de un niño o violar a una mujer. No pudo comprobarse nada. El pasado viernes, en São Francisco, en Maranhão, lincharon a un asaltante en plena calle que había robado bolsos, joyas y móviles de los clientes de una clínica, según el periódico O Dia. Afortunadamente, otros vecinos impidieron que la agresión siguiera y Ferreira fue llevado a la comisaría.

«En 60 años, un millón de brasileños participaron en linchamientos»

B. B. / Sao Paulo

José de Souza Martins es doctor en sociología e investiga desde hace 40 años los linchamientos en Brasil. Tras su última investigación para el libro Linchamientos: la justicia popular en Brasil, que será publicado el próximo año por la Editora Contexto, este profesor, ya jubilado, calcula que «en los últimos 60 años, un millón de brasileños participaron en linchamientos». En una entrevista realizada por teléfono, explicó algunas de las razones por las que han aumentado las acciones de ciudadanos justicieros, en su mayoría, «motivados por violaciones de niños e incestos», explica.

Pregunta. Los linchamientos de Argentina y lo que está sucediendo en Brasil desde hace unos meses, sobre todo a raíz del caso del chico atado a una farola en Rio de Janeiro, ¿son una bola de nieve?

Respuesta. No estoy al tanto de los casos en Argentina, pero seguramente Brasil no es un caso aislado, pasa en varias partes del mundo, como en África. Sin embargo, Brasil es el país que más lincha en el mundo y esto lo puedo afirmar por el material de mi investigación. Existen linchamientos e intentos de linchamientos. El caso en Río es una modalidad de intento de linchamiento, que hace hace tres años se daba tres o cuatro veces por semana, pero que, después de las manifestaciones en junio, ha pasado a una media de un intento al día»

P. ¿A qué se debe ese aumento? ¿A un efecto imitación, espoleado por los medios de comunicación?

R. Las causas son varias. El linchamiento es siempre una reacción defensiva de la sociedad contra el aumento de la inseguridad y de la violencia. Aunque haya violencia y brutalidad en el linchamiento, se trata de una reacción autodefensiva, aunque sea injusta.

P. ¿Y los motivos? ¿Hay algún factor determinante o común?

R. Las multitudes generalmente reaccionan contra las violaciones de niños y los incestos. Los robos pesan menos a la hora de decidir linchar a alguien, no es que sean insignificantes, pero tres cuartas partes de los linchamientos son por crímenes contra las personas. En mi calculo, que hice para el libro Linchamientos: la justicia popular en Brasil, es que un millón de brasileños han participado en linchamientos en los últimos 60 años.

P. ¿Cuántos de estos crímenes quedan impunes?

R. No existe el delito de linchamiento. Por eso, es difícil utilizar los registros policiales para saber si está aumentando o reduciendo. Quienes se ven envueltos terminan imputados, pero existe el atenuante de crimen grupal. El Código Penal brasileño es bastante benevolente en estos casos y raras veces la policía consigue incriminar a alguien. Es muy difícil identificar las personas que cometen estos actos bárbaros.

El jueves pasado, 10 de abril, un hombre logró escapar de la ira de los vecinos en Campina Grande, Paraíba. Le pegaron después que la policía le sorprendiera en su casa con dos menores, una niña de 12 años y un niño de 11. Según la página web de noticias Paraíba Agora, los menores estarían siendo examinados para comprobar si hubo abusos sexuales.

Un joven de 24 años de Nova Crixás, Goiás, que murió el 7 de abril no tuvo la misma suerte. Isaías dos Santos Novaes, con antecedentes por abusos sexuales, fue detenido por la policía tras un supuesto hurto, después que corriera por el pueblo la noticia de la violación de una niña de seis años. No había indicios de que él fuera el autor de los hechos. La policía se limitó a ficharle por el robo y le llevaron a un hospital para someterle a una revisión antes de que fuera a prisión. Pero a pesar de la presencia policial, centenares de vecinos invadieron el hospital y le pegaron hasta causarle la muerte, según contaba la página G1. El sitio Goiás News publicó un vídeo grabado con el móvil, en el que aparecen escenas de una violencia extrema. Otro linchamiento de un sospechoso de robo en Teresina, Piauí, el 8 de abril, también fue grabado. Solo en la última semana, en YouTube se han colgado ocho vídeos de linchamientos.

En Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, un joven de 15 años fue golpeado por sus vecinos el pasado domingo, 5 de abril, por haber acuchillado a su hermano pequeño, de cinco, y acabó muerto con cinco tiros en la cabeza. Según la policía, el homicidio fue obra de una pandilla, motivada por venganza, lo que no quita la paliza que sufrió a la puerta de su casa, víctima de familiares y vecinos, según cuenta el portal de noticias Terra.

En marzo, los crímenes ya eran noticia. El 22, según el Correio de Uberlândia, un hombre fue llevado al hospital en estado grave en Uberlândia, Minas Gerais, después de que le agrediesen los vecinos, que le acusaban de hurto. El mismo día, la policía logró impedir un linchamiento en Macapá, en Amapá. Los dos sospechosos de asaltar a una adolescente fueron golpeados por los peatones que presenciaron el robo. El G1 recogió testimonios y uno de ellos, el del auxiliar de servicios generales Domê Marques, de 41 años, decía que iban a darle una lección «a estos tipos, porque no hay derecho que las personas suden en su trabajo para que un hombre como este venga a robarte a la luz del día», un discurso repetido también en el acto de violencia en Botafogo, Rio de Janeiro y que conmocionó a la sociedad. Aquel día, un adolescente fue atado a una farola con un candado de bicicleta.

En el mismo fin de semana de los hechos en Uberlândia y Macapá, un hombre murió y dos mujeres han sido azotadas tras robar un taxi, en São Luis, Maranhão. Según informaciones del periódico O Imparcial, otros taxistas lograron ubicar el vehículo y actuaron por su cuenta, ayudados por los ciudadanos que pasaban por el local, a diez kilómetros del centro de la ciudad. El 26 de marzo, un sospechoso de violación, Jeferson de Souza Ramalho, de 18 años, fue asesinado con palos y piedras antes de que la policía llegara al lugar del crimen, próximo a la Lagoa Munduaú, en Maceió, Alagoas. Según la página Folha do Sertão, nadie ha sido detenido por estos hechos de venganza colectiva.

Fuente: elpais.com