Informes de prensa desde la provincia argentina de Salta advierten del ingreso a gran escala en el norte del vecino país de “filas de camiones semirremolques provenientes de Bolivia”.
Se trata de vehículos que transportan ingentes cantidades de cocaína, mayormente fabricada con la materia prima que cultivan los sindicatos cocaleros del Chapare que preside Evo Morales (recordemos que según la ONU, el 95% de la coca de esa región va a parar fuera de los mercados legales que abastecen la práctica tradicional del “acullico”, es decir, al narcotráfico).
La información generada en Argentina habla incluso de caminos de tierra abiertos por los narcos, fuera de la vigilancia policial.
Sumemos a esto el dato divulgado meses atrás por un juez de ese país, sobre laboratorios montados en el norte argentino para la producción de cocaína, abastecidos con hoja de coca boliviana (chapareña).
Tenemos entonces que la “República de la Cocaína”, como llamó la revista Veja a un entramado de narco-poder de gran influencia en altas esferas bolivianas, no solo inunda las favelas brasileñas, sino que ahora parece enseñorearse también de los vecinos del sur…