Roger Mario López Justiniano*
¿Alguna vez ha deseado comprarse lo más caro y, al mismo tiempo, lo que menos le guste? ¿Utiliza absolutamente todo lo que le regalan? Si le dijeran que elija algo para que se lo compren, ¿pensaría en economizar? Si su vecino le pide que compre algo para otra persona, ¿ahorraría?, ¿cree que compraría exactamente lo que necesita la otra persona?
El Nobel en economía Milton Friedman sintetizó las formas en las cuales se gasta el dinero. 1) Gastar mi dinero en mí: Esta se corresponde con la primera pregunta. Cuando decidimos comprar algo siempre tratamos de sacarle el mayor provecho a nuestros recursos, comprando ‘barato’ y a la vez que se ajuste a nuestras necesidades. No sería de este mundo si se alegrase cuando, después de comprar, encuentre lo mismo en otra tienda pero, ¡a menor precio! 2) Gastar mi dinero en otra persona: Esto puede verse mejor desde dos ángulos. Por un lado, nótese que cuando recibimos un regalo ‘no siempre’ se ajusta a nuestras necesidades (por esto mismo es que en las invitaciones de bodas viene adjunta una lista de regalos que incluye el efectivo). Esto pasa obviamente porque el que regala no conoce exactamente lo que necesita o desea la otra persona. Por otro lado, ¿quién desea gastar todo su sueldo en regalos? Piense en la navidad. ¡Los presupuestos y restricciones que existen para obsequios! En resumen, cuando gastamos nuestro dinero en terceros tratamos de economizarlo al máximo y no le sacamos provecho porque al final es otro el que lo disfruta. 3) Gastar dinero de otros en mí: Piense cuando lo invitan a cenar y le dicen que escoja lo que quiera. No pensaría en economizar, eso sí, seguro que quedaría satisfecho.
Por último está la forma número 4) Gastar dinero de otros en otras personas: Aquí sí que ni le interesa economizar, puesto que no lo paga usted y ni le interesa sacarle el jugo, porque tampoco lo va a disfrutar. La consecuencia de esta forma de gasto es el despilfarro. Si no lo cree así, piense en algunos gastos del Estado.
*Estudiante de Economía