Cómo planea Evo perpetuarse en el poder

Marcelo S. Dabdoub Peña

MarceloDabdoub Durante el famoso discurso de la Angostura de 15 de febrero de 1819, Simón Bolívar advirtió sobre los peligros de la perpetuación en el poder: “(…) Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente. (…)”

La alternabilidad democrática es uno de los principios democráticos más nobles. Promueve la evolución democrática a través de la renovación de líderes y, en consecuencia, de ideas. Este principio nos ha acompañado desde los inicios republicanos de las jóvenes naciones del continente americano y se diseñó precisamente para rechazar el principio de perpetuidad de las monarquías europeas. Gracias a este principio se evitaría quizás el surgimiento de monarquías y de tiranías en nuestro continente.



Las elecciones presidenciales a realizarse el 12 de octubre de este año se acercan a paso acelerado y pareciera que, pese a los tímidos intentos de formar un bloque de oposición único, el escenario electoral se asemejará bastante al de las elecciones presidenciales del año 2009. Si consideramos las condiciones electorales actuales, sería ilusorio para muchos creer incluso en la posibilidad de una segunda vuelta electoral. Ésta solo podría realizarse, según los Art.52 y 53 de la Ley del Régimen Electoral, si el binomio Morales-García (es altamente probable que ellos sean los más votados) no cumpliese con las condiciones para la elección directa: i) Obtener más del 50% de los votos válidos emitidos, o ii) obtener un mínimo del 40% con una diferencia de al menos el 10% en relación a la segunda candidatura más votada.

En las últimas elecciones presidenciales, Morales logró la reelección con el 64% de los votos. La probabilidad de que durante la anterior gestión haya perdido más de 14% es bastante inverosímil, aun considerando las dificultades y escándalos políticos de los últimos años. Es difícil de pensar que su apoyo se haya debilitado a menos del 40%, más improbable aún que algún candidato de la oposición pudiese acaparar una diferencia menor al 10% de los votos válidos emitidos.

De no articularse un frente único como alternativa al binomio Morales- García y si no sucede algo fuera de lo común, el continuismo del presidente Morales estaría prácticamente garantizado por 5 años más.

Ahora, los preocupados por el declive de la democracia en Bolivia deberíamos quizás no solo enfocarnos en la problemática electoral, sino también en un posible futuro no muy lejano, pero muy oscuro: La perpetuación en el poder de Evo Morales.

Una dificultad importante de la agenda Evista y de todos los populismos latinoamericanos a través de la historia es la falta de formación de nuevos liderazgos internos que pudiesen seguir los pasos del caudillo al finalizar los mandatos permitidos por la Constitución. Esta tarea se obstruye también por la estrategia y la definición misma del populismo: La solución a todos los problemas de la sociedad se encuentra concentrada solamente en un supuesto mesías, omnipotente sin paragón. De esta manera se logra su imprescindibilidad pero, en caso de necesidad, la substitución del mismo se hace imposible. La Cuba y Venezuela actuales son un buen ejemplo de lo anterior.

Al no poder substituir al caudillo, el proyecto de poder populista solo puede optar por una alternativa, la prorrogación del caudillo en su cargo indefinidamente, sin importar las limitaciones constitucionales respecto a los mandatos.

Un fallo indudablemente absurdo del Tribunal Constitucional habilitó a Morales para un tercer mandato bajo el argumento de la refundación del país. El Presidente no dudó en aceptarlo e ignorar a los críticos. Es también curioso que grupos de interés a nivel nacional no se opusieran de manera significativa ante este acto profundamente antidemocrático. Otros populistas de la región no la tuvieron tan fácil, muchos tuvieron que someterse a consultas populares para cambiar la constitución y así poder prorrogarse en el poder.

Adicionalmente, Evo Morales es presidente del Comité de Coordinación de las Seis Federaciones de Productores de Coca de la zona del trópico de Cochabamba desde 1996 (ratificado en el 2012). Durante toda su carrera política no ha optado por renunciar a este cargo. Es Presidente de Bolivia desde el 2006 y, si saliera victorioso en las próximas elecciones, antes de finalizar esa gestión ya se habría convertido en la persona que más tiempo haya ocupado ese cargo en la historia de Bolivia.

Considerando lo anterior, sería insensato sostener por el momento que Morales, con apenas 54 años de edad, se retiraría de la vida pública después de la próxima gestión presidencial. Morales lo dijo alguna vez, solo muerto lo sacarán del Palacio Quemado.

¿Cómo planea Morales perpetuarse en el poder pasados los comicios de este año?

Para las elecciones del 2020, Morales y su entorno tendrían que modificar al menos parcialmente la Constitución. Según el Art.411 II de la CPE, la reforma parcial de la Constitución puede iniciarse por iniciativa popular (firmas del 20 % del electorado); o por la Asamblea Legislativa mediante ley de reforma constitucional (aprobada por 2/3 del total de los presentes). La reforma parcial necesitaría también un referendo constitucional aprobatorio.

De los dos métodos, la reforma parcial mediante una iniciativa popular será el instrumento para perpetuar a Morales. Son tres las razones: i) si el pueblo pide que el caudillo se quede por el bien general de todos, se daría cierto carácter de legitimidad a una reforma antidemocrática. Ya veremos cómo las organizaciones sociales afines al oficialismo y de financiamiento sospechoso, se movilizarán por todos los rincones del país en busca de firmas “legitimizadoras”; ii) este instrumento ya ha demostrado recientemente ser efectivo en varios populismos latinoamericanos, no es necesario experimentar; iii) no hay razón para perder el tiempo con el legislativo y con una posible oposición en una de las cámaras, si de todas maneras una reforma parcial propuesta por el legislativo tendría que ser también aprobada a través de un referéndum.

¿Qué puede hacer la sociedad civil para defender los principios democráticos?

Paradójicamente, se debe aplicar la misma estrategia que el partido oficialista ejecutará. Al no existir otras alternativas para bloquear la mencionada reforma, una iniciativa popular auténticamente originada en la sociedad civil que se anticipe a la “paraestatal”, es la única estrategia a seguir y la manera de garantizar que el proceso tenga un desarrollo más equilibrado y transparente.

Se podría también de esta manera refortalecer al movimiento cívico que, considerando las reglas del juego (Ley del Régimen Electoral), tendría en esta iniciativa como único fin el de defender los valores democráticos en el país. Mediante una pregunta obligaríamos al electorado de manera imparcial, clara y precisa a decidirse por la democracia o el autoritarismo.

Ésta tendría que obligatoriamente adelantarse a la iniciativa propuesta por grupos paraestatales, en el caso de que triunfara Morales. De esta forma se tomaría la delantera en un tema de relevancia histórica por primera vez en mucho tiempo ya que lastimosamente, desde las épocas del movimiento autonomista, la sociedad civil ha dejado de tomar la iniciativa en los debates de relevancia. Todos son ahora manejados por el Gobierno y sus círculos.

La inercia que se ha apoderado de la sociedad civil en los últimos tiempos puede ser derrotada a través de medidas proactivas como la anterior, que motiven a los individuos que viven en sociedad a un rol más participativo y optimista, que les recuerde que sí tienen algo que decir sobre el futuro de su gente y nación.

Si no actuamos para defender los nobles principios que fueron plasmados desde los tiempos de nuestros próceres independentistas, quizás despertemos un día sorprendidos bajo el yugo de un monarca “elegido por el pueblo”. La independencia de las Américas habría sido, en este sentido, en vano. Y peor aún, futuras generaciones se preguntarían: ¿y por qué nadie hizo algo?