Evolinerismo e hipercorrupción

EVOyGARC Si el mal que consumió a la UDP fue la hiperinflación, el que carcome al régimen populista de Evo Morales y Álvaro García Linera parece ser la hipercorrupción.

Esta última puede ser definida como una proyección del tradicional fenómeno de corrupción del país multiplicado a la enésima potencia, sobre todo si tenemos en cuenta los montos siderales que se manejan en las denuncias de presuntos sobreprecios (42 millones de dólares en el satélite chino, 14 en el lujoso avión presidencial).

Los escándalos en torno al vicepresidente se multiplican y él mismo profetiza que “vendrán otras acusaciones” en su contra, buscando abrir el paraguas antes de que llueva pero logrando más bien sugerir la existencia de irregularidades aún no descubiertas.



El presidente Morales hace caso omiso a denuncias y evidencias documentales, y señala que “confía plenamente” en el vice. Pero sucede que en una democracia no interesa tanto en quién confía el mandatario, sino quién se hace acreedor de la confianza ciudadana. Evidentemente, esto no funciona así en la mentalidad cuasi monárquica del gobernante cocalero.

La opinión pública ya ha identificado a la hipercorrupción como una de las principales falencias de la actual administración, junto con el narcotráfico, que puede ser considerado una variante del mismo problema…

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