El voto obligatorio es antidemocrático

Roberto Ortiz Ortiz*

RORTIZ Nos encontramos a pocos días de que se termine el plazo -impuesto por el gobierno central- para empadronarse y aún se puede ver en las calles, largas colas de ciudadanos que se andan quejando por que pasaron toda la noche esperando un ticket para hacer la fila del siguiente día. ¡Qué ciudadanos tan democráticos! Diría cualquier extranjero al toparse con semejante espectáculo callejero. Sin embargo las razones porque los bolivianos están en esas filas son muy contrarias a la democracia.

¿Cuánto saben esas personas de política, conocen el ideario de los partidos, los planes de los candidatos, si estos han servido al país con honradez, si tienen capacidad y experiencia para ejercer el cargo a que aspiran?



El elector que está en la fila, ¿está realmente interesado en la cosa pública o va a votar solo por el certificado de sufragio y por no pagar la multa establecida?

Pues la respuesta es que la gran mayoría de ciudadanos está en esa fila por el simple hecho de sentirse coaccionado por un Estado que castiga económicamente al que no vota, además de otras cosas.

El socialismo y otros sistemas autoritarios usan el voto obligatorio ya que necesitan estimular las emociones en lugar de la razón, pues el que piensa, encuentra el gran sustento demagógico de este sistema.

Un voto voluntario, le implica al ciudadano un costo-beneficio como el de no poder viajar el fin de semana de las elecciones para quedarse a votar si así lo quisiera por ejemplo. Caso contrario el de un voto obligatorio, en el que, cualquier costo se elimina de la cabeza del votante, pues existe un miedo hacia el castigo impuesto por no votar y automáticamente el beneficio se convierte en el simple hecho de no ser sancionado.

En democracias más sólidas, como la de Francia, Chile y la de los Estados Unidos, el voto es voluntario. Esto hace que los partidos políticos sean mucho más activos, que ilustren al pueblo y que expliquen sus doctrinas y proyectos. Los políticos en otras palabras deben convencer a los electores para que sacrifiquen unas cuantas horas de su valioso domingo para ir a votar.

El voto obligatorio, además de violar nuestra libertad, viola el principio más importante de la democracia misma, que es el de elegir por nuestra convicción a un político que tenga propuestas vinculantes y que además haya logrado cierto grado de conveniencia para sus electores.

En conclusión; Democracia no significa que el estado deba obligar a todos los ciudadanos a votar para que ejerzan su derecho a elegir. Democracia significa que los ciudadanos sean los responsables de la futura dirección del país y ejerzan esa responsabilidad bajo su voto voluntario. La elección de octubre, al igual que las de años anteriores, será una elección de votos emocionales y no de votantes informados o en el mejor de los casos, racionales.

*Estudiante de ingeniería comercial