Sueño europeo se convierte en pesadilla: Seis familias bolivianas perdieron la custodia de sus niños en España

Migración abandona a niños y el sueño se hace pesadilla.

imageKarinet Cuéllar (i), de 21 años, con su hija de un año y un mes. Pura Maldonado (arriba) junto a su esposo Wilson Durán y su hijo Lisandro de seis años. El vicecónsul boliviano en Murcia (abajo), Omar Gutiérrez.

Solo en España seis familias perdieron la custodia de sus hijos y los menores retornaron forzosamente a Bolivia, porque sus padres trabajan en exceso o abandonan a los pequeños por ir a una fiesta.



La migración de uno o de los dos padres de familia al exterior tiene consecuencias negativas para la salud emocional y física de los hijos menores de edad, que ante la ausencia de una figura paterna abandonan la escuela o en el peor de los casos se dedican a delinquir o son víctimas de violaciones. En efecto, el sueño americano u europeo se convierte en una pesadilla. (Informe especial, Opinión)

Seis familias bolivianas perdieron la custodia de sus niños en España

MENORES QUE TIENEN ENTRE OCHO MESES Y NUEVE AñOS DE EDAD RETORNARON FORZOSAMENTE A BOLIVIA PORQUE SUS PADRES TRABAJABAN EN EXCESO, SE IBAN A FIESTAS O LOS DEJABAN A CARGO DE OTROS PEQUEñOS

Por: Álvaro Salazar Especial desde Murcia (España) | OPINIÓN

“Si (las autoridades) te pescan dejando solo a tu hijo en casa o alguien te denuncia, te lo quitan”, asegura Pura Maldonado, una boliviana que vive en Murcia (España) con el temor de perder la custodia de su pequeño de seis años, una situación que vivieron otros cinco compatriotas durante los primeros meses de 2014.

El Consulado de Bolivia en Murcia tramitó, en lo que va del año, el retorno a Bolivia de cinco menores cuyos padres perdieron la custodia por distintos motivos, entre ellos, la falta de tiempo por sus asuntos laborales, abandono por compromisos sociales o delegación de su responsabilidad a otro menor.

Actualmente, este Consulado espera la confirmación de un sexto caso, una bebé de aproximadamente un año que puede ser entregada a sus abuelos que radican en Cochabamba, en cualquier momento, precisó el vicecónsul de Bolivia en Murcia, Omar Gutiérrez.

Sobre este último trámite de retorno, Gutiérrez confirmó que la oficina consular ya remitió la documentación de la Defensoría de la Niñez, sobre la situación económica, para el pronto traslado de la bebé.

Los primeros cinco menores, que tienen entre ocho meses a nueve años de edad, pasaron de la administración española al cuidado de parientes en Santa Cruz, Bolivia.

El origen de estos casos no ha sido precisado, sin embargo, los motivos tienen que ver con el descuido de los padres, ya sea por sus horas de trabajo, de hasta 15 horas seguidas en almacenes, el campo o trabajos de hostelería, y que se ven obligados a dejar a los más pequeños con hermanos, parientes o allegados que también son menores de edad, o porque abandonaron a los menores para irse de fiesta.

Gutiérrez señaló que el año pasado el Consulado gestionó un número similar de casos provocados por circunstancias parecidas.

«La ley española, como en muchos países, exige el buen cuidado de los menores. A raíz de esto las autoridades españolas determinaron que los padres incumplían los requisitos mínimos y condujo a los menores a centros de acogida y una posible posterior adopción», explicó Gutiérrez.

Pese a que Pura Maldonado vive una situación laboral similar a la de sus compatriotas que perdieron a sus hijos, porque trabaja de lunes a viernes desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la tarde, apresura el retorno a su hogar para recoger a su hijo de la escuela y luego ayudarle a hacer sus tareas. Al día siguiente sucede lo mismo.

“Tener al hijo en Bolivia es otro problema, no es igual que ellos estén con su madre”, afirma preocupada.

PROCESO

Según el procedimiento, los niños «rescatados» son conducidos a hogares infantiles de acogida en cada región y localidad de España, luego se notifica al Consulado de Bolivia, el cual, por medio de sus funcionarios, verifica la situación y estado del niño o niña, así como la documentación que le acompaña.

Al mismo tiempo, es la familia la que determina con quién se quedará el menor o los menores y el tiempo que dure el trámite de custodia.

En caso de que los padres no puedan estar con sus hijos de forma permanente, deben iniciar un trámite para que los parientes más cercanos se hagan cargo, ya sea en España o, en su defecto, en Bolivia.

La disponibilidad de estos parientes y la rapidez con la que los servicios sociales realicen los estudios e informes, tanto en Bolivia como en España, es determinante para el tiempo del trámite, algo que en el caso de las autoridades comprometidas con la infancia no se alarga demasiado dado el compromiso existente, explica el vicecónsul boliviano.

Los tutores pueden ser de cualquier nacionalidad siempre que se demuestre su relación con los padres, quienes debido a su situación, a veces tienen parejas de Ecuador, España, Colombia o Paraguay. Lo importante es que sean calificados como «hábiles» por derecho.

Si los padres o responsables no han iniciado el trámite de tutoría, la administración española puede iniciar un trámite de adopción. De igual forma, los padres pueden solicitar al Consulado o Cancillería en Bolivia, el inicio del procedimiento para la nueva tutela, mismo que también se puede llevar a cabo de oficio.

Para Karinet Cuéllar, una madre soltera que vive en Murcia con su pequeña de un año, este panorama la asusta y dice que se arrepiente de haber migrado, pues las supuestas “ayudas” no existen y esto la obliga a trabajar solo los fines de semana (desde 17:00 a 07:30 del día siguiente). “Con eso gano 50 euros que me vienen muy bien”, precisó.

CAUSAS

El vicecónsul en Murcia explicó que los temas sociales son generadores de esta situación, pues las familias que radican en un país ajeno tienen horarios muy apretados, viven en correteos para mantener su fuente de trabajo y en algunos casos incurren en el descuido de sus hijos, dejándolos al cuidado de un menor de edad, cosa que la ley no contempla como legal.

Al salir de España, los niños “decomisados” van acompañados de informes completos, médicos, sociales e incluso de notas escolares. En su viaje son acompañados por un funcionario consular hasta su ciudad correspondiente en Bolivia. Por el momento no se cuenta con datos sobre el número de niños que, tras haber sido remitidos a algún centro en España, regresaron con sus padres al haberse solucionado los motivos para el cese de la tutoría.

Sueño europeo de los padres se convierte en pesadilla de los hijos

NIñOS Y ADOLESCENTES SUFREN LAS CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIóN. EN BOLIVIA LOS HIJOS DE LOS MIGRANTES DEJAN LA ESCUELA O SE INTEGRAN A PANDILLAS, MIENTRAS QUE EN EL EXTERIOR SUFREN EL ABANDONO DE SUS PADRES

imagePor: DAYANA FLORES, OPINIÓN

La migración de uno o los dos padres de familia al exterior tiene consecuencias negativas para la salud emocional y física de sus hijos menores de edad, que ante la ausencia de una figura paterna o materna abandonan la escuela o, en el peor de los casos, se dedican a delinquir.

Enrique, un adolescente de 16 años, se integró a una pandilla para atracar junto con sus amigos, mientras que Sandra, de 15, dejó la escuela porque sus progenitores habían viajado al exterior, su padre a Estados Unidos y su madre a España.

Pese a que la intención de los progenitores es mejorar las condiciones económicas de su familia, el psicólogo Marco Antonio Tapia afirma que “de ninguna manera los obsequios” sustituyen a un padre. Es más, el exceso de los mismos propicia que los jóvenes “sientan que lo tienen todo”.

Aunque la solución a este dilema parece ser el traslado de los pequeños al país en el que radican sus progenitores, muchas veces esto resulta más perjudicial porque las intensas jornadas laborales que tienen los padres no les permiten estar junto a sus hijos y terminan perdiendo su custodia.

A raíz de la globalización económica, a partir del segundo milenio, el fenómeno de la migración azotó a Bolivia, dejando más que “jugosas” remesas mensuales y aportes de hasta un 10 por ciento al Producto Interno Bruto (PIB), hijos desvalidos.

UNA ILUSIÓN

Cada vez que la madre de Andrés y Adriana se refería a Italia, donde radica desde hace casi una década, abundaban los elogios: “allá son muy limpios”, “la gente es amable” y, lo más importante, “están muy desarrollados, no como en Bolivia”. Su concepto sobre este país, más la urgencia de reencontrarse con sus dos hijos, influyó para que decidiera llevarlos a su lado.

Andrés, de 16 años, recuerda que, al principio, tanto a él como su hermana Adriana, de 13, les emocionó la idea de irse, pero empezaron a dudar cuando les tocó despedirse de la única persona que les dio amor mientras su madre estaba ausente, su abuelita.

Una vez que abordaron el avión, una azafata que cobró a la madre de Andrés y Adriana más de mil dólares adicionales al precio de los boletos aéreos de sus hijos (cada uno valía aproximadamente 1.500 dólares), acompañó a los menores de edad durante su viaje. Cuando ambos llegaron a su destino, al aeropuerto internacional de Fiumicino (Roma), ambos derramaron lágrimas. “El reencuentro fue muy triste. Por fin había llegado el ‘y vivieron felices para siempre’ que tanto esperábamos”, comentó Andrés.

La madre trasladó a sus hijos en un auto propio a su departamento, también propio, que adquirió con el dinero que juntó durante años de sacrificadas jornadas laborales en Roma y con el monto de un préstamo bancario que, entre otras cosas, la conminaba a permanecer en ese país unos 15 años más. Pero, ¿qué más daba si sus hijos ya habían tomado la decisión de vivir en Italia? ¿Acaso no era correcto darles ciertas comodidades?

IGUAL O PEOR

Al principio, la madre, que lamentablemente no trabajaba en “horario de oficina”, se reunía con sus hijos solo en el almuerzo. Desayunar o cenar con ellos le era imposible porque salía muy temprano y llegaba al amanecer. Andrés cuenta que casi siempre se acostaban con la preocupación de que algo le había sucedido.

En medio de los períodos de merienda, Andrés y Adriana literalmente no hacían nada, ya que en su condición de indocumentados su asistencia al colegio estaba restringida y salir solos por la ciudad “daba miedo”.

Los únicos días, en los que la monotonía no los invadía eran, con suerte, los sábados y domingos, aunque habitualmente solo era uno de ellos. Entonces, los hermanos planeaban una serie de actividades para conocer Roma con su mamá.

No obstante, con el paso de los meses, “los paseos eran incómodos porque la gente choquita, de ojos claros y alta nos miraba raro”. Además, el cansancio de su madre era evidente, así que preferían dejarla dormir durante los únicos días en los que ella no limpiaba el pañal a la anciana para la que trabajaba.

La situación se agudizó más, según Andrés, cuando él y su hermana sintieron que su madre descargaba el estrés que le generaba el trabajo contra ellos. “Entonces le dijimos que queríamos volvernos”.

Su madre se echó a llorar ante la impotencia de no poder retenerlos y les prometió que volvería a Bolivia una vez que pague su deuda, para darles más tiempo que comodidades.

NUEVA MAMÁ

En contraposición a aquellos hijos de migrantes que pueden decidir si acompañan o no a sus padres al exterior, ya que su edad les permite tener capacidad de juicio ante lo bueno y lo malo, están aquellos menores que sí o sí se tienen que adaptar a tierras foráneas.

Esta situación la vivió Kathy, una joven que poco después de concebir a su hija Lupe recibió una llamada de su esposo Alfredo (quien apenas se había ido a Alicante, España, hace tres meses). “Me dijo que me tenía que ir urgente allá porque había un puesto para trabajar como empleada”, recuerda Kathy.

Lamentablemente sus deudas y el poco dinero que había reunido su esposo le impidió irse con su hija.

La bebé se quedó con la cuñada de Kathy durante más de un año, tiempo en el que la pequeña asumió que ella era su madre. Es más, la primera vez que Lupe pronunció la palabra “mamá”, lo hizo mirando a los ojos de la cuñada de Kathy. El vínculo entre ambas era igual o más fuerte que el que une a una madre y su hija.

Hasta que llegó el día en el que Kathy reunió el dinero para que su cuñada le envíe a su bebé hasta Alicante. Lupe se la pasó llorando durante todo el viaje, según contó la azafata a Kathy y la situación empeoró cuando se reencontró con su madre verdadera, a quien no reconoció.

El amartelo de la pequeña duró casi un mes, sin embargo, pese a sus penas, esta familia no consideró retornar a Bolivia porque aún no habían reunido la cantidad suficiente de dinero.

Trabajan y asumen el rol de padres de sus hermanos menores

DEBIDO A LA DISMINUCIóN DE LAS REMESAS, ALGUNOS ADOLESCENTES SE ENCARGAN DE LA MANUTENCIóN DE SUS FAMILIAS.

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OPINIÓN.- Han transcurrido casi siete años desde la partida de su madre a Madrid (España), y a Laura le viene a la mente «la dichosa promesa», que su progenitora les hace en forma reiterada -tanto a ella como a sus tres hermanos- de retornar para Navidad.

Este compromiso se renueva cada año y con mayor frecuencia en momentos emotivos como Navidad o en el cumpleaños de alguno de ellos. En estos días su madre trata de compensar su ausencia con llamadas telefónicas prolongadas que dejan a sus hijos, más que con lágrimas y una que otra orejita roja y caliente (por mantener tanto tiempo pegado el auricular al pabellón), con la ilusión de que ella «volverá a fin de año».

Todos los días Laura analiza las ventajas y desventajas de la permanencia de su madre, Janeth, en Madrid, y al final siempre llega a la conclusión de que lo segundo pesa más. Y es que con su partida, Janeth no solo dejó «huérfana temporalmente» a Laura (como dice ella), sino que «literalmente» la conminó a aprender a ser madre de sus tres hermanitos, rol que todavía le es difícil asumir, más por lo económico que por lo afectivo.

Laura tenía 17 años cuando su madre se marchó y sus hermanitos 15, 13 y 10. “El primer día sin ella me preguntaba ¿y qué pasará ahora, quién nos va a acompañar a nuestras horas cívicas, quién nos va a esperar con comidita caliente a la hora del almuerzo? Era una sensación muy dura para vivirla a tan temprana edad”, cuenta Laura, a tiempo de agregar que ver a sus hermanitos menores le causaba aún más pena porque ella, en su condición de hermana mayor, por lo menos pudo disfrutar más de su mamá, pero ellos eran muy chiquitos.

Cuenta que al principio intentaba animar a sus hermanos dibujándoles una realidad que lamentablemente hasta ahora no tocaron. “Tendremos una casa propia, grande y linda; un auto último modelo; tú tendrás más juguetes (…)”, son algunas de las justificaciones que Laura les daba a sus hermanitos, justificaciones que -por más que intentaba- no lograban consolar, ni siquiera a ella misma. Por eso, a medida que hablaba, sus lágrimas contenidas se le resbalaban por la nariz. Entonces, los cuatro hermanos se abrazaban y echaban a llorar en medio del cuarto alquilado en el que su mamá los dejó.

“NADA HA CAMBIADO” Laura está dolida porque ya son siete años sin su madre y, según ella, no ha valido la pena porque se fue en un mal momento.

Durante el primer año en Madrid (2007), Janeth ganó lo suficiente como para cancelar sus deudas, pero para su mala fortuna, un año después comenzó una crisis económica en España. Esta situación generó que, con el paso del tiempo, los hermanitos recibieran menos llamadas de su madre y las remesas solo sirvieran para pagar los servicios básicos y a veces ni había para eso.

“Cuántas veces nos han amenazado con botarnos de la casa porque adeudábamos dos o tres meses de alquiler”, dice Laura, y agrega que en esos días la desesperación la obligaba a llamar a su madre hasta Madrid para exigirle que les mande dinero, pero no había señal alguna de ella, porque posiblemente, según Laura, no les quería contar que estaba durmiendo en la calle o no tenía trabajo (noticia que supo a través de conocidos).

Ayudar a su mamá solo dependía de los cuatro hermanitos, así que actualmente tres de ellos trabajan en horarios extras a sus clases. Su madre, por su parte, está en busca de un segundo trabajo porque con lo que gana apenas le alcanza para sobrevivir.

“Me apena que mi mamá no tenga ahorros. Ni para un anticrético de cinco mil dólares tenemos. Todo lo que ganamos se va al alquiler”, culmina.

Hay más desempleo en España

Según una Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), citada por el portal infonews.com, actualmente hay casi seis millones de personas sin empleo en España.

Los primeros indicios de desempleo en dicho país se empezaron a dar el año 2005.

Propios y extraños están sin trabajo

El 37.7 por ciento del total de migrantes que están en algún lugar de España está sin empleo, mientras que el panorama se pinta similar para los mismos españoles, ya que el 24.25 por ciento del total tampoco tiene trabajo, según una Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística de España.

Enrique delinquía con su pandilla y Sandra dejó de estudiar

LAS HISTORIAS DE DOS ADOLESCENTES ILUSTRAN EL SUFRIMIENTO DE NIñOS Y ADOLESCENTES ANTE LA AUSENCIA DE SUS PADRES

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Por: JORGE FERNÁNDEZ, OPINIÓN

Con dinero en sus bolsillos y sin ningún control tras él, Enrique, de 16 años, decidió dejar el colegio, unirse a un grupo de pandilleros de su barrio, en la zona oeste de la ciudad, y «por diversión» golpear a transeúntes en horas de la madrugada.

Enrique no tenía la necesidad de robar, pero llegó a hacerlo en más de una oportunidad. Motivado por sus amigos, quienes sabían que él manejaba bastante dinero, enviado por sus padres desde Italia, el adolescente les invitaba a beber en alguna chichería de la zona, pero cuando les faltaba efectivo, iban a «voltear» borrachos.

El adolescente, quien pidió no dar a conocer su nombre verdadero, relata que la actividad con su pandilla le llevó a ser arrestado por la Policía en dos oportunidades, pero no fue encerrado en la cárcel, por falta de pruebas y porque su abuelito, quien era el encargado de cuidarle, «solucionó el problema».

El joven confiesa que había perdido el control sobre si mismo, especialmente cuando empezó a consumir marihuana. Un día despertó en la madrugada, semidesnudo, en medio de una acequia.

Enrique es hijo único. Sus padres se fueron a Italia hace seis años y él no los ve desde hace un poco más de dos. Recuerda que llegaron para la Navidad de 2011 con regalos.

«Quiero volver a estudiar, dejar las malas compañías, pero no tengo quién me oriente. Además quiero que mis padres regresen a Bolivia», es el pedido de Enrique.

PROMESA DE NAVIDAD

De su padre solo le queda una imagen difusa y la promesa que les hizo a ella y a sus tres hermanos, que una vez instalado en Estados Unidos mandaría por ellos, en Navidad.

Sandra, una adolescente de 15 años, retrotrae su relato a los años de infancia, cuando le tocó preparar las maletas de su padre, quien viajaba a Estados Unidos en busca del «sueño americano».

«El día que se marchó, hace ocho años, se fue con dos maletas, una roja y la otra azul. Lo recuerdo bien porque yo alisté su ropa y fui al aeropuerto», afirma.

Esbelta, de aproximadamente 1,65 metros de altura, la adolescente confiesa que como su padre incumplió la promesa de volver por su familia, ella perdió todo interés por «seguir luchando», hasta el punto de perder el año escolar en 2013 y abandonar el colegio esta gestión.

Sandra cursaba el tercero de secundaria cuando se aplazó.

UN HOMBRE MALO

«El era gordito, alto, crespo, con cabello negro y tenía barba, pero era muy malo», rememora Sandra al hablar de su padre, con quien no ha tenido contacto desde hace cuatro años.

La adolescente señala que su progenitor era muy impulsivo y golpeaba a su madre cada vez que llegaba borracho o cuando se molestaba porque la comida estaba fría.

El hombre también golpeaba a sus hijos si éstos no le saludaban. «Una vez agarró el televisor y lo estrelló contra el piso por este motivo».

UNA DEUDA

La adolescente recuerda que su progenitor trabajaba como taxista en Cochabamba, pero como la situación económica empezó a agobiarles, decidió migrar a otro país.

Según le había comentado su padre, cuando ella era una niña, debía viajar a Estados Unidos para pagar una deuda de 100 mil bolivianos que había adquirido con una familiar.

EL OLVIDO

Al principio, una vez que su padre llegó a Estados Unidos, éste llamaba con cierta periodicidad para hablar con ellos y su madre. Aprovechaba para reiterarles sus proyectos y su decisión de enviarles pasajes para que se trasladen todos a ese país.

Sin embargo, las llamadas se volvieron menos frecuentes y cuando lo hacía era solamente para pelear con la madre de Sandra. El único argumento que tenía, cuando sus hijos reclamaban por las pocas llamadas, era que el dinero ya no le alcanzaba para hablar mucho tiempo por teléfono. En esa época el hombre trabajaba en el rubro de la construcción en la ciudad de Virginia.

Y finalmente las llamadas cesaron.

La madre de Sandra, ante la precaria situación económica por la que atravesaba su familia, decidió migrar a España, después de haber conocido a una nueva pareja y dado a luz un hijo.

La mujer finalmente viajó a España en enero de 2013, dejando aún más desconsolados a sus hijos, quienes quedaron al cuidado del abuelo materno y un tío.

Después de permanecer un año en España, y al confirmar que sus hijos atravesaban un mal momento, la madre de Sandra decidió volver a Cochabamba para cuidar de ellos.

La familia planea viajar a España

Desde que la madre de Sandra regresó de España empezaron a planificar un viaje a Europa, donde piensan afincarse.

Sin embargo, Sandra está indecisa sobre irse o no a España, debido a que en Cochabamba tiene nuevos amigos, trabaja y estudia. «Además, dejaría solo a mi abuelito, de 76 años, por quien siento mucho afecto», afirma la adolescente.

Heredó el mal carácter de su padre

El hermano mayor de Sandra empezó a comportarse como su padre, era abusivo, gritaba en su casa y se tornaba violento.

Sandra sintió mucho temor porque su hermano estaba adquiriendo el carácter abusivo de su padre.

«Pero con el tiempo mi hermano cambió de actitud y empezó a trabajar», puntualiza Sandra.

El exceso de dinero daña a los hijos de los migrantes

PSICóLOGOS ADVIERTEN QUE LOS BIENES MATERIALES NO PUEDEN SUSTITUIR AL AFECTO DE LOS PADRES.

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Por: dayana flores, OPINIÓN

Los padres migrantes “disimulan” su ausencia con la satisfacción de casi todos los deseos materiales de sus hijos, sin embargo, desde el punto de vista psicológico, a la larga, esto puede generar efectos adversos.

“(…) Ningún exceso es bueno y mucho menos para un menor de edad que, por no tener a sus padres a su lado, está en un proceso de superación de un desequilibrio emocional (…)”, asevera el psicólogo Marco Antonio Tapia.

Detalla que gran parte de los niños, adolescentes o jóvenes que tienen padres migrantes, ostentan montos elevados de dinero en el recreo (en comparación al resto de sus compañeros), portan objetos codiciables por gente de su edad, entre otros lujos. No obstante, con el transcurso del tiempo se dan cuenta que esto es insuficiente para amortiguar la falta de cariño.

Es así que optan por experimentar “nuevos rumbos”, desde la incorporación a pandillas hasta la inclinación por alguna sustancia narcótica.

Lo primero, según Tapia, es más común, puesto que el menor de edad equipara a este grupo social (pandilla) con una familia, por tanto, ahí halla aquellos vínculos afectivos que para él dejaron de existir desde que sus padres se marcharon. Respecto a lo segundo, las drogas, es un vicio que les da la posibilidad de evadir su triste realidad.

Por su parte, la psicóloga clínica Maribel Franic coincide en que la abundancia de objetos materiales corroe a los hijos de los migrantes, sin embargo, dice que esto se puede evitar si los tutores o apoderados de los pequeños les dan solo lo necesario para sus gastos.

“Los niños tienen que vivir en un entorno cómodo pero no excesivamente lujoso”, acota.

SIN AUTORIDAD EN CASA Ahondando aún más en la situación que enfrentan los hijos de los migrantes, Tapia señala que uno de los factores que propicia su inclinación a las dos acciones negativas señaladas previamente es la falta de una figura paterna o materna.

Habitualmente, explica el psicólogo, los menores de edad se quedan bajo el cuidado de algún familiar que muestra un notable interés por recibir opulentas remesas, más que por dar un poco de afecto a los pequeños. Entonces para el niño es complicado, y a veces hasta imposible, ver a esta persona (aunque sea temporalmente) como una figura paterna o materna.

“Como el familiar no es un personaje que represente autoridad, el menor simplemente no le obedece”, dice Tapia y agrega que el hijo del migrante opta por tomar sus propias decisiones.

Franic dice que los niños, adolescentes o jóvenes pocas veces hablan con sus padres de las experiencias negativas que les toca vivir, ya sea en el colegio o el hogar, y eso agudiza aún más su situación porque, en su condición de menores de edad, no siempre actúan correctamente a la hora de resolver sus problemas.

“¿Cómo contarle a tus papás que, por ejemplo, te están haciendo bullying”? ¿Qué va a hacer él desde allá?”, ejemplifica Franic.

Por tanto, el pequeño enfrenta sus problemas solo, a veces no de la manera adecuada, pero solo.

CAMBIAN DE ROL

Más allá de sus problemas personales, frecuentemente los hijos de migrantes también tienen que cargar con los de sus hermanos menores, ya que sus dos padres, o uno de ellos, están en el exterior.

Tapia señala que en el marco de la migración, los más afectados son los hermanos mayores porque bajo su responsabilidad afectiva, y a veces hasta económica, están sus hermanos.

Cuando la madre se va a otro país y, por ejemplo, el padre se responsabiliza de los hijos, éste no siempre ocupa a cabalidad el puesto maternal. Es así que el hermano mayor “sube obligatoriamente a ese escaño”.

Esto significa que el hermano mayor tiene que, de manera paralela a sus actividades, ayudar a hacer las tareas a sus hermanitos, cocinar, entre otras actividades.

Asignar este tipo de funciones a los pequeños, desde el punto de vista de Tapia es obligarlos a renunciar a alguna etapa de su vida.

PLANTEAMIENTOS

Los expertos en psicología plantean una serie de recomendaciones que pueden evitar conductas negativas en los hijos de los migrantes.

La primera es que “sí o sí” uno de los dos progenitores se quede a cargo de los pequeños mientras el otro va a trabajar al exterior. De esta manera sus hijos por lo menos tendrán a una figura de autoridad en casa.

En caso de que ninguno de los padres esté en condición de quedarse con los menores de edad, se recomienda dejarlos a cargo de una persona responsable y, en lo posible, que la misma se quede a vivir con ellos, los acompañe al colegio y vigile de cerca sus actividades.

Finalmente, los expertos indican a los padres que, durante sus llamadas telefónicas, sean sinceros con sus hijos, solo así se ganarán su confianza y estarán al tanto de sus actividades, tanto positivas como negativas.

20 por ciento de bolivianos está fuera del país

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia estima que hay más de dos millones de bolivianos que emigraron, casi el 20 por ciento de toda la población. Argentina alberga a casi el 50 por ciento de emigrantes bolivianos, mientras que en España vive el 16 por ciento del total.

Remesas alcanzan el 10 por ciento del PIB

Según datos proporcionados por el Banco Central de Bolivia desde el año 2000 (cuando las remesas eran de 92 millones de dólares) hasta hace poco, las remesas han subido sistemáticamente hasta superar los 900 millones de dólares. Esto representa entre el 8 y 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Solicitan planes de reinserción laboral

Gran parte de los migrantes bolivianos aseveró que teme volver al país porque no hay fuentes laborales. En ese entendido, piden a las autoridades que diseñen algún programa de reinserción económica, familiar y social.

4 Países donde están los padres

Los cuatro países que albergan a la mayor parte de los padres migrantes de Bolivia son España, Argentina, Estados Unidos y Brasil.

Por tanto, cerca del 90 por ciento de las remesas que reciben los hijos de los migrantes u otros familiares provienen de estos lugares.

Mentiras ahondan las distancias entre padres e hijos

LA PASTORAL DE MOVILIDAD HUMANA DEL ARZOBISPADO CONSIDERA QUE LOS BOLIVIANOS QUE MIGRAN, ASí COMO SUS HIJOS QUE PERMANECEN EN EL PAíS NO SIEMPRE DICEN LA VERDAD CUANDO SE COMUNICAN POR TELéFONO, ESTO CON LA INTENCIóN DE NO PREOCUPAR AL OTRO. POR ESTE MOTIVO, ESTA ENTIDAD DESARROLLó DOS PROYECTOS PARA MEJORAR LOS PROCESOS COMUNICACIONALES EN ESTAS FAMILIAS.

image¿Qué tan ciertas son las afirmaciones (hechas por los hijos): “saqué buenas notas”, “ya compré mis materiales escolares” o “estoy yendo a la escuela”, cuando el fin es no preocupar a sus padres que están en el exterior? Esta situación es similar del otro lado del teléfono, es decir, desde la posición de los papás migrantes, quienes no hablan de su desempleo, callan cuando están enfermos o peor aún no llaman a sus pequeños para no amargarles el día con sus penosas historias.

Son estas llamadas telefónicas, colmadas de mentiras piadosas, las que debilitan los vínculos familiares. Por esta razón, la Pastoral de Movilidad Humana del Arzobispado desarrolló un proyecto que busca mejorar el proceso comunicacional entre los padres migrantes y sus hijos. Además, reactivará otro que persigue una finalidad similar.

Según el responsable de Movilidad Humana del Arzobispado, Gualberto Ticona, las conversaciones telefónicas de este tipo generan consecuencias a corto o largo plazo. Por ejemplo, a su retorno muchos padres se enteran que sus hijos no destinaron las remesas a asuntos correctos o (desde la posición de los hijos) resulta que el padre todavía no vuelve a Bolivia porque está sin dinero para comprar su pasaje.

TALLERES

Anualmente, la Pastoral de Movilidad Humana del Arzobispado, respaldada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, visita gran parte de los colegios de Cochabamba para conversar con los hijos de migrantes sobre la temática migración.

Tras cuatro talleres extracurriculares, de no más de tres horas cada uno, los jóvenes cuentan a los facilitadores de la Pastoral la situación que están enfrentando.

Algunos, según Ticona, se sienten frustrados porque sus maestros les exigen igual que al resto de sus compañeros que sí tienen el respaldo de sus padres. Otro sentimiento común entre esta población es la soledad, causada por la escasez de llamadas telefónicas que reciben por parte de sus papás y ante la falta de una persona que esté a su lado para orientarlos.

De manera posterior a esta especie de “confesionario”, la Pastoral de Movilidad Humana lanza una convocatoria para que los hijos de los migrantes transformen sus historias en obras de arte.

Ticona recuerda que un promedio de 139 estudiantes participaron en la primera convocatoria que se emitió hace dos años y algunos de los trabajos destacados son: “El viaje de papá”, un sociodrama que presentó la Unidad Educativa Suticollo; “Papá esperando estoy”, una canción que interpretó el estudiante del colegio “Misioneras”, Jesús Choque, entre otros.

Cada uno de los ganadores recibió poleras, lotes de libros donados por la Librería Paulinas y el Centro de Estudios Superiores Universitarios San Simón. Una nueva versión de este encuentro se cumplirá en septiembre de esta gestión.

VIDEOS A DISTANCIA

Otro de los proyectos que la Pastoral de Movilidad Humana promovió hace tres años, en coordinación con el Banco Mundial, y que busca reactivarse dentro de poco, es el registro fílmico de las actividades que realizan los hijos de los migrantes en Bolivia, para luego mandar el material al exterior.

Según Ticona, el proyecto fue exitoso porque los bolivianos migrantes se anoticiaban de la actividad a través de Cáritas Madrid, Cataluña, Bérgamo u otra sucursal y llenaban un formulario en el que básicamente respondían ¿Qué quiere ver de sus hijos?

Algunos decían que el cumpleaños de alguno de sus pequeños se aproximaba y que les gustaría que el acontecimiento sea filmado. “Hacíamos que los hijos envíen saludos y nos quedábamos durante toda la fiesta”, detalla Ticona, y agrega que, como el proyecto no delimitó una zona de acción, los responsables del proyecto tuvieron que visitar a hijos de migrantes que vivían en Beni o poblaciones más alejadas del país.

Otros migrantes solicitaban videos de los actos cívicos en los que participaban sus hijos o simplemente querían ver las condiciones en las que estaban viviendo. Luego de un proceso de edición, se juntaba un promedio de 20 videos y se los enviaba a su lugar de destino.

Con este tipo de material, la Pastoral de Movilidad Humana mejoró los vínculos entre padres e hijos. Según Ticona, un video recuerda al migrante que tiene una familia que lo está esperando. Además, hace que el padre o la madre no cometa, por ejemplo, actos de infidelidad.

Actualmente, la Pastoral está realizando las gestiones necesarias para conseguir un financiamiento que reactive el proyecto.