La mayor estrella erótica del año es usted

El morbo de compartir vídeos es ya parte de la vida sexual de la pareja media. Es oficial: la era del ‘amateur’ ha dominado el porno



Mientras bajan los presupuestos del porno profesional y suben las visitas al casero, la única diferencia entre un rodaje y el otro es que en el primero el cámara no participa / Getty Images



Autagonistofílico. Sin ánimo de ofender y según el diccionario, si te gusta filmarte durante el acto sexual, es que te va esta parafilia. Y, por lo que hemos visto en los últimos tiempos, parece que es una tendencia al alza. Pero, ¿realmente es divertido filmarse durante el acto sexual a pesar de las incomodidades logísticas que podemos imaginar? Parece que sí, a tenor de la cantidad de vídeos que circulan por Internet. Ya a finales de los años 70, George Lucas se puso en plan pitonisa y pontificó: “En el futuro, todo el mundo podrá ser director de cine”. Sobre el tipo de cine, eso sí, no dijo nada.

La hoy empresaria, cantante y diseñadora Paris Hilton fue una pionera en este terreno. No sería más que otra rubia pija de no ser por su afición a ir con el parrús al aire y a grabarse haciendo cosas que no se le suponen a una señorita de su educación con su noviete Rick Salomon. 1 Night in Paris (2004), el resultado de aquella noche de pasión, ganó tres premios AVN, los Oscar del porno, y fue el desencadenante de una serie de vídeos caseros “supuestamente filtrados” en los que la flor y la nata de Beverly Hills se dedicaba a hacerle la competencia desleal a la industria del cine para adultos. Se había creado un mercado al que pronto llegó la íntima amiga de Paris e igualmente sedienta de fama Kim Kardashian (luciendo su ya entonces descomunal pompis), Fred Durst (presumiendo de tamaño) y Colin Farrell (majo, qué sucia tenías la casa). La tecnología, por aquel entonces, solo estaba al alcance de los más pudientes, y ellos eran los únicos protagonistas. Con la nueva década, todo ha cambiado.

La flor y la nata de Beverly Hills se dedica a competir con la industria del cine para adultos

Nos plantamos en 2013. Una tal Farrah Abraham, sube un vídeo en el que se amanceba con la porn star masculina James Deen que, en sus primera horas, es visto por más de dos millones de estadounidenses, casi cuatro veces más que el de Kardashian. Sí, nosotros también nos hemos preguntado quién es Farrah y, por lo visto, es la protagonista más conocida de Embarazada a los 16 (MTV).

El pasado año, algunas publicaciones anunciaban el fin de las sex tapes de celebrities. La realidad, sin embargo, es tozuda. En 2014 el vídeo guarrete más visitado en EE UU es el de una tal Mimi Faust, una madre cuarentona (por lo visto, los sex tapes de madres tienen más éxito), que participa en el reality Love and Hip Hop: Atlanta, algo así como el OT de las rimas urbanas. Mimi decidió grabarse haciendo edredoning sin edredón, más que nada porque la escena tuvo lugar en la ducha, y ya sabemos lo que cuesta secar un nórdico.

Mimi no es la única. De un tiempo a esta parte, no hay reality show en EE UU que no venga acompañado de su correspondiente “filtración” del vídeo sexual de uno de sus protagonistas. La sola idea de ver a algunos de ellos  puede dañar la sensibilidad: el oxigenado mostacho de capa caída de Hulk Hogan (¡argh!) y sus taparrabos de luchador, o la más escalofriante si cabe cirugía plástica de la ama de casa (a tiempo parcial) y choni (a tiempo completo) Danielle Staub, que aparece en The Real Housewives of New Jersey. Y así toda una ristra de personajillos más ávidos de fama que de saciar sus pulsiones sexuales.

Con los smartphones y las tablets, el escándalo está al alcance de cualquier mano

Con la democratización de los smartphones y las tablets, el escándalo está al alcance de cualquier mano. La identificación de los concursantes de realities con el espectador, hace el resto. Si ellos pueden, tú puedes, aunque unos y otros tengan una falta de imaginación lacerante. Como reconoce la estrella del porno Kayden Kross: “Las parejas ya no se graban por probar cosas diferentes y provocar que se les dispare la adrenalina, sino porque creen que es lo que hace todo el mundo. Todos se creen estrellas del porno”.

En España, el fenómeno todavía no ha aterrizado (nos negamos a considerar Parada y Marujita Díaz como nuestros Tommy Lee y Pamela Anderson particulares). Sin embargo, habida cuenta de la devastadora influencia de la telebasura en nuestro país, da terror pensar en nuestro futuro próximo. No sería de extrañar que, en nada, copiemos su modelo y veamos a cualquiera de los habituales de Sálvame (hagan sus apuestas, que yo no tengo estómago) en pelotas dándose al sano ejercicio de la coyunda.

Fuente: elpais.com