Se estima que el 25% de los electores en los comicios de octubre serán nuevos votantes, es decir, jóvenes de entre 18 y 23 años que ejercerán el sufragio por primera vez.
Esto necesariamente debería poner en la mira de los estrategas de campaña a dicho segmento etario, que tendrá relevancia a la hora de inclinar la balanza democrática.
Lo que significa, por una parte, que se debe afinar una oferta programática sectorial, que lógicamente tendría que hacer foco en la educación superior y en el empleo inicial.
Pero también puede requerir una adecuada representación de nuevas generaciones de políticos en las listas parlamentarias, que puedan conectar con el electorado emergente mediante lenguajes compartidos, códigos simbólicos y herramientas de las tecnologías de la comunicación.
Es posible que el intenso cuoteo en las listas -corporativo en el caso del oficialismo, y de las distintas fuerzas partidarias que integran la alianza de unidad en el principal bloque opositor- deje poco margen para la inclusión de candidatos jóvenes, pero sería deseable que las dirigencias reflexionen sobre esta prioridad, sobre todo en el eje que tiene la responsabilidad de generar una alternativa al neo-populismo autoritario de Evo Morales…