Más hechos violentos golpean Santa Cruz; 22 asesinatos en pocos meses

CONMOCIÓN. CINCO PERSONAS FUERON ASESINADAS A SANGRE FRÍA EN UNA SEMANA; FUE ESCLARECIDO SOLO UN CASO.

Crueldad. Al menos 22 muertos en medio año es el saldo de ajustes de cuentas que aún no han sido resueltos por la Policía. Los sicarios no dejan huellas y los familiares de las víctimas no hablan por temor a represalias. Ayer, otro doble crimen sangriento en la comunidad Motacusal conmocionó a la ciudadanía.

Hechos de sangre, crímenes o ajustes de cuentas sacuden Santa Cruz. A pesar de las imágenes captadas por algunas cámaras de seguridad, solo uno de cuatro casos en esta semana fue resuelto. Estos casos violentos, generados por sicarios profesionales, son vinculados al narcotráfico. Para la Policía, el ‘sicariato’ es un ‘negocio’ ejercido en su mayoría por personas extranjeras. Ayer asesinaron a una pareja frente a sus hijos en inmediaciones de Viru Viru.



Más hechos violentos golpean Santa Cruz

Crueldad. Al menos 22 muertos en medio año es el saldo de ajustes de cuentas que aún no han sido resueltos por la Policía. Los sicarios no dejan huellas y los familiares de las víctimas no hablan por temor a represalias. Ayer, otro doble crimen sangriento en la comunidad Motacusal conmocionó a la ciudadanía.

imageEl momento en que la Policía retira el cuerpo del extranjero muerto el martes 15 de julio. Foto: Rolando Villegas.

EL DEBER, Santa Cruz, Bolivia

La noche del 29 de mayo la vida de Franklin Álvarez Calderón y de su amigo Mario Carolini Suárez acabó trágicamente en la zona del barrio Guaracachi. Fueron acribillados por un desconocido, que vació su arma calibre 10 milímetros en ambos.

Al ver la escena del crimen los investigadores señalaron que se podía tratar de un ajuste de cuentas. Hoy, a poco más de un mes de sucedido el hecho, el fiscal que indaga el caso, José Morales, sostiene que estas muertes fueron encargadas a un sicario, que saldó con balas una supuesta deuda de $us 1 millón que tiempo atrás un colombiano mandó a cobrar.

Álvarez y Carolini son parte de las 22 personas asesinadas violentamente por sicarios en Santa Cruz, desde el 1 de enero hasta la tercera semana de julio.

Todos los casos se unen en dos denominadores comunes: supuestas deudas del tráfico de drogas cobradas con sangre y sicarios que no han dejado señas de su paradero, por lo que hasta ahora estos crímenes no han podido ser esclarecidos.  

“No hay rastros de los criminales”, afirma Morales, al referirse a la investigación que él dejará abierta los 18 meses que establece la normativa para casos complejos y ante la posibilidad de que en algún momento aparezca una pista que permita dar con los asesinos.

Vínculo con el narcotráfico

Una situación similar a la ocurrida con estos amigos se registró   a mediados de julio.

Entre el 14 y el 15 de este mes, dos asesinatos volvieron a golpear. El súbdito croata Goran Popovic (que tenía la identidad falsa de David Eterovic Melgar) fue acribillado en un cibercafé de la av. Tomás de Lezo por un desconocido, que pese a algunas imágenes captadas por las cámaras de seguridad del lugar, aún no ha podido ser ubicado.

Horas después se halló el cuerpo de Jaime Abaroma Arana, en la zona del Urubó, asesinado con 10 tiros en el cuerpo y sin rastros de sus verdugos.

Para los investigadores policiales, ambos casos son también ajustes de cuentas, ya que la información para dar con sus autores es inexistente. Los hombres que dan seguimiento a estos hechos aseguran que los autores  son ‘profesionales’, ya que no dejan pistas que se puedan seguir para dar con ellos o con los autores intelectuales de las muertes, los financiadores, que en más de un 90% son gente vinculada con el narcotráfico. 

El excomandante de la Policía Rolando Fernández dijo que para hablar sobre los sicarios es necesario un poco de historia. Asegura que fue entre 1980 y 1990 cuando los gobiernos dejaron que el negocio ilícito de las drogas tome carta de ciudadanía, de esta forma llegaron al país gente de los clanes narcos colombianos y comenzaron a generarse estos hechos, además de que se empezó a adiestrar a los delincuentes locales que tienen perfil criminal. “El que se ligó al narcotráfico tiene que cumplir con ciertas normas, porque de lo contrario esas deudas se pagan con la vida”, expresó Fernández.

Zonas de frontera

Al indagar sobre los sitios donde se encuentran estas personas, los investigadores insisten en que son extranjeros que ‘entran y salen’ del país una vez que cumplen su cometido. Sin embargo, reconocen que las poblaciones de frontera son un espacio ideal para contactar a gente vinculada con sicarios.

Willy Quiroga, jefe policial de San Matías, dice que esto sucedía hace años, pero que ahora los controles han mejorado, aunque tampoco descarta que se den algunos casos.

Operaciones ‘profesionales’

Entre los agentes que tratan este tipo de hechos, es común escuchar la frase: “Este trabajo fue hecho por profesionales”.

Al hablar con los uniformados, ellos explican que los sicarios son gente especializada en crímenes por encargo, que ejecutan todo un plan de operaciones previo.

Según los testimonios recogidos por EL DEBER, los asesinos a sueldo en su gran mayoría son extranjeros, aunque hay voces que señalan -como la de Fernández y la de un par de convictos- que hay bolivianos que comenzaron a ‘formarse’ como criminales a sueldo.

Sin embargo, las señas que dan sobre la forma de actuar de un sicario describen cómo proceden y planifican estos hechos. Los investigadores afirman que la persona interesada en ‘hacer desaparecer’ a un deudor se vincula con gente del hampa con contactos suficientes para dar con estos tipos.

Una vez que se acuerda el hecho el sicario pide el pago de la mitad del monto por el asesinato. Según los datos conocidos, los criminales, casi siempre, son extranjeros, por lo que alguien de confianza del que pagará por la muerte encarga un primer seguimiento a la víctima.

Con esta información, un segundo seguimiento de verificación de datos es hecho por el único sujeto que tendrá contacto con el sicario, que llega a la ciudad y se mantiene escondido en un ‘sitio seguro’. Confirmado todo, el matón recibe el arma para el crimen, llega al lugar del hecho, acaba con su víctima y en las siguientes horas, mientras los investigadores tratan de atar cabos de lo ocurrido, deja el país con el pago final por el ‘trabajo’.                                                                                                                                                                                                                                         

“Mientras nosotros estamos levantando evidencia del crimen, el asesino ya salió del país y todo queda ahí”, afirma un oficial a EL DEBER y aclara que estas muertes son selectivas y no un fenómeno de inseguridad social constante.

Para el jefe de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), Juan Carlos Ramos, el ‘sicariato’ es un ‘negocio’ y como cualquier otro servicio tiene su rentabilidad. “Son parte de una subcultura delictiva, que hay aquí y en otras grandes ciudades”, puntualizó.

Los rasgos físicos no personalizan al sicario

Los extranjeros tienen mayor habilidad para cometer estas acciones violentas. Son considerados sicópatas.

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Los criminólogos observan que estas personas son gente que nace con una tendencia a la criminalidad. Foto: Rodrigo Urzagasti

EL DEBER, Santa Cruz

El perfil de un sicario hoy ha quedado lejos de los estereotipos de personas rudas, con alguna cicatriz en el rostro y con la mirada de un desquiciado.

Los investigadores policiales afirman que un sicario puede ser considerado una buena persona por quienes no lo conocen, pues no levantan ninguna sospecha.

“Para estar a la cabeza de una organización ya no es necesario ser el más fuerte, ni el más violento o el mejor para pelear. Se requiere tener la determinación plena de usar un arma en contra de otra persona, sin sentir temor y no tener dudas”, aseguró un joven de 23 años, que purga condena por el delito de robo agravado en Palmasola.

Una visión profesional

Lo señalado por este joven atracador, que busca dejar atrás su pasado delictivo, es ratificado por el criminólogo Paúl Méndez, que además describió algunos de los rasgos y las tendencias de un sicario.

De acuerdo con el profesional, el sicario tiene una tendencia criminal natural, una forma de ser diferente y particular que lo inclina a realizar estos actos. “Tienen una personalidad muy diferenciada. El sicario es la persona que mata por dinero, es alguien contratado para realizar un trabajo”, analizó el criminólogo y agregó  que el principal rasgo de estas personas es su falta de afecto y su total carencia de valores en su vida personal.

Para Méndez, los rasgos físicos de un sicario son irrelevantes, ya que las pistas para entender su forma de actuar y las decisiones que puede tomar están centradas principalmente en su personalidad, por lo que la mayoría de este tipo de asesinos nace con estos signos, aunque aclaró que hay gente que termina convertida en sicario por el medio o entorno en el que vive.

“El ‘sicariato’ prolifera en el  medio que se lo permite. Los extranjeros tienen mayor habilidad para realizar estas acciones y tienen un alto nivel de organización”, argumentó el profesional y agregó que la personalidad de estos sicópatas es carismática y con un desprecio por la vida, que hace que vean a los seres humanos como cosas

Se tiene que recuperar el valor de la vida

Luis Jaime Cruz – Docente Criminología

El sicario considera que lo que hace es un oficio, siente que es un trabajo. Se desprende de cualquier razón ética y moral, porque si no tendría un conflicto interno personal.

Debido a estas razones, llevan el sicariato a un rango de profesión, son profesionales del crimen, que trabajan a sueldo, bajo el encargo de otros sujetos y cumpliendo ciertas condiciones para su actividad. El sicario es una persona que se puede mimetizar en la sociedad, lo que hace que muchas veces pase inadvertido.

Este es un fenómeno criminal que aparece en sociedades donde se dan las condiciones propicias para su crecimiento, como la delincuencia manifesta vinculada al narcotráfico, la trata de blancas, la corrupción en todos sus niveles, la permanente operación de organizaciones criminales, el creciente contrabando y el funcionamiento de las casas de juegos ilegales.

Estas actividades mueven cifras de dinero fabulosas y, como consecuencia de este fenómeno, aparecen los ajustes de cuentas y el ‘sicariato’, que en otros términos se puede describir como un asesinato selectivo.

El drama para las sociedades es que estos casos al volverse recurrentes o periódicos, la población se vuelve indolente, porque además no ve una reacción oportuna de parte de las autoridades encargadas de la seguridad del Estado.

Un fenómeno similar se vivió en países como Colombia, donde la población siente que puede esperar cualquier tipo de crimen, pues los hechos casi nunca son resueltos por las autoridades pertinentes. A la gente le parece fácil contratar un sicario para resolver sus problemas por la vía violenta.

Es necesario recuperar los valores que sostienen la convivencia social, el más importante es la vida. Se tiene que seguir dando la voz de alerta.