¿Acabar la confrontación?

Carlos Federico Valverde Bravo

VALVERDE OKI Palabras más, palabras menos, en todos los diccionarios se define como ‘confrontación’: 1 Acción de poner una cosa frente a otra para averiguar la verdad o falsedad de ambas. – 2 Acción de poner una cosa o a una persona frente a otra por oposición o enfrentamiento. Siendo más detallista, se define a la palabra ‘confrontar’: 1.- Poner una cosa frente a otra para averiguar la verdad o falsedad de ambas: confrontar la copia de un cuadro con el original; confrontar la declaración del testigo con la del acusado- 2.- Poner una cosa o a una persona frente a otra por oposición o enfrentamiento: confrontarse con un problema.

En ambas definiciones, en la acción y en su consecuencia, queda claro que no es, en sí mismo, malo; la confrontación es la esencia de la política, de manera que no es malo que la haya, lo malo es la manera en la que se hace, a partir de una posición de poder, como la hemos visto en nuestro país en los últimos años.



¿A qué viene esto? Pues al hecho de que Evo Morales, en pleno 6 de agosto y en la casa de la Libertad, aseguró: “Mi gran deseo es que las elecciones nacionales sean una fiesta democrática, no una confrontación ni acusaciones”. Aseguro que no es posible que haya práctica democrática sin confrontación. Es necesario que los ciudadanos veamos, escuchemos y leamos mucha confrontación, de ideas, de programas y de visión de país; solo así el voto será consciente.

Tengo la impresión de que los políticos de la oposición, los medios de comunicación e incluso el público, estamos leyendo el mensaje como una propuesta de paz o de acuerdo, cuando, considerando la práctica política del poder que nos gobierna, es más fácil pensar que lo que se pretende es ‘atraer voluntades electorales’ y la benevolencia del opositor mostrándose conciliador para acallar voces discordantes. Desde siempre, cuando el poder pretende reproducirse, busca cómo acabar con los cuestionamientos; consecuentemente, con los opositores, medios libres y críticos. Cuando ello ocurre, se da el ‘imperio del pensamiento único’ y la sociedad termina irremediablemente sometida. Mi impresión es que ‘el fin de la confrontación’ planteado por el Evo busca “la victoria final”; de cómo lo entendamos, depende la continuidad de la democracia efectiva.

El Deber – Santa Cruz