Banco Mundial aconseja a Bolivia impulsar la productividad

CRECIMIENTO. Según el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, Augusto de la Torre, el desafío fundamental para Bolivia no está tanto en lo microeconómico, sino más en la política orientada al crecimiento del empleo y la producción.

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El economista del Banco Mundial, Augusto de la Torre. Foto Los Tiempos



Para mantener el crecimiento de los últimos años, sumado a la equidad social, Bolivia debe implementar políticas orientadas a la generación de empleo y a la productividad, dijo el economista en jefe del Banco Mundial para América Latina, Augusto de la Torre, quien llegó a la ciudad.

Ameno, sencillo y con una calidez inusual, De la Torre conversó con Los Tiempos en un breve espacio después de su intervención en la VI Conferencia Boliviana en Desarrollo Económico, realizada el jueves y viernes pasado en la Universidad Privada Boliviana.

El panorama macroeconómico del país, las particularidades de su crecimiento económico, la incidencia del contexto internacional, el manejo fiscal y el papel de la banca privada en el desarrollo fueron algunos de los temas abordados.

LT: El crecimiento económico logrado por Bolivia le ha abierto nuevas posibilidades, por ejemplo de emitir bonos en los mercados internacionales de capital o poder contratar créditos con tasas más altas. ¿Cuáles son las vulnerabilidades a las que está expuesto, qué se debe hacer para que no caiga de nuevo en la categoría de “país pobre”?

ADLT: Bolivia, como muchos otros países de América Latina, ha experimentado una década muy vigorosa de progreso social, reducción de la pobreza y crecimiento económico. Lo ha hecho además en un contexto de un manejo macroeconómico bastante prudente, no ha despilfarrado los recursos provenientes de las rentas mineras, ha ahorrado y el reflejo es la acumulación de las reservas internacionales en el Banco Central de Bolivia a niveles históricamente altos y la mayor parte están respaldadas por ahorro del sector público. Entonces, Bolivia ha sido prudente en el manejo de la bonanza desde el punto de vista macroeconómico y se le ve como un país en donde los equilibrios macroeconómicos parecen estar bastante bien amarrados no hay un problema fiscal, no hay un problema de duda pública, no hay un problema de crisis de balanza de pagos o amenaza, no se notan síntomas preocupantes respecto a la inflación, tampoco se notan problemas en la robustez del sistema financiero. Bolivia ha hecho bien las tareas desde el punto de vista macroeconómico.

Donde me parece que está el gran desafío para Bolivia en los años por venir es en el lado de mantener crecimiento con equidad social y creo que está empezando a buscar un balance de colaboración entre el sector público y privado que permita generar ese crecimiento, porque una buena parte del crecimiento que el país experimentó en los años anteriores tiene dos aristas. Por un lado, una situación global muy favorable que elevó los precios de los minerales y un crecimiento vigorosísimo de China que ha estado dispuesta a comprar todos los minerales que Bolivia producía y, por otro lado, fue un periodo en el que por la misma razón el Estado tuvo muchos recursos para invertir.

La inversión pública ha crecido mucho; sin embargo, lo que ha pasado con la inversión privada es que se ha quedado pequeña y estancada y cuando uno trata de ver hasta qué punto se ha diversificado la economía boliviana, uno no nota síntomas de diversificación muy potente.

Hubo algo de diversificación como la soya o la quinua, pero la diversificación que va a necesitar para mantener crecimiento con equidad social va a tener que ser muy importante y eso ya no puede estar solamente basado en inversión pública, va a tener que estar complementado con la participación de la actividad productiva privada, con mercados que funcionen mejor a fin de poder elevar la generación de empleo de buena calidad e ir ganando espacios de productividad.

Entonces, me parece que el desafío fundamental para Bolivia no está tanto en lo microeconómico, sino mucho más en la política orientada al crecimiento del empleo y de la productividad a fin de poder mantener esta tendencia tan beneficiosa para el país en los últimos años, de crecimiento con equidad social.

LT: Decía que dentro de los aspectos macroeconómicos, Bolivia no tiene problemas fiscales, pero hace pocos días el Ministro de Economía reiteró que se prevé déficit fiscal para este año después de que en los últimos ocho años hubo superávit. ¿Que se cumpla esa previsión es algo para preocuparse?

ADLT: Es algo que hay que tomar en cuenta para ser preventivos y entender qué acciones públicas se van a requerir para que la situación fiscal se desordene. Que aparezca un déficit fiscal después de ocho años de superávit no es una cosa que deba preocupar porque durante los años anteriores el Gobierno hizo muchos ahorros. Para dar un ejemplo de cómo funciona esto, en Chile, por ejemplo, se generaron superávit fiscales hasta el 2008, pero en 2009 hubo una fuerte crisis donde cayeron de nariz los precios del cobre, la economía se resintió. En ese momento, se abrió el déficit fiscal, pero como los chilenos habían ahorrado en los años anteriores usaron esos ahorros no sólo para mantener el gasto social, sino que incluso lo aumentaron. Entonces, en medio de la situación global difícil de 2009, la prudencia del manejo fiscal en Chile les dio recursos para amortiguar los efectos de esa crisis.

Yo creo que Bolivia tiene espacios para hacer eso porque en verdad ha ahorrado. Ahora, sería imprudente si las tendencias después de uno, dos, tres o cuatro años el déficit fiscal se siga abriendo y abriendo y de pronto empiece a crecer exponencialmente el endeudamiento público; pero un año de un déficit fiscal pequeño no hace una crisis.

LT: Sobre el tema de las crisis, ¿qué cree que le ha permitido a Bolivia sortear la crisis global de 2009 y esta última que ha desequilibrado incluso a las economías más grandes de la subregión como Brasil y Argentina.

ADLT: Son dos cosas bastante distintas. Lo que pasó durante la crisis de 2009 y lo que está pasando ahora y vale la pena no equipararlas. En 2009 se generó una gran recesión en el mundo de los países más avanzados que se fueron de nariz y, para sorpresa de todos, los países emergentes no sufren tanto como se pensaba que iban a sufrir. Empezamos a descubrir que algo está cambiando en la estructura fundamental de la economía global. Una crisis de esa naturaleza hace 30 años hubiera traído abajo al mundo emergente. En el pasado había estructuras tales que cuando había problemas en el “centro”, es decir en los países ricos, la periferia sentía esos problemas de manera amplificada. Por eso había esa frase tradicional de los latinos que decíamos que cuando Estados Unidos estornudaba a nosotros nos daba pulmonía, era una manera coloquial de hablar de esa realidad estructural del pasado.

Entonces, el primer descubrimiento es que el 2009 nos va menos mal de lo que habíamos pensado y los países emergentes empiezan a recuperarse mucho más rápido y antes que los países ricos y Bolivia es, digamos el caso excepcional, porque es el país de la región que casi no siente nada el efecto de la crisis global.

Yo pienso que eso se debe principalmente a que Bolivia está menos integrado al mundo financiero internacional. Como la crisis fue de naturaleza financiera y se “regó” al resto de la economía, en Bolivia, al tener menos conexiones financieras con Wall Street y los mercados de capital internacionales, los efectos por ese canal se sintieron mucho más débilmente.

Lo que está pasando ahora me parece, es una opinión ya más personal, es que todo el mundo emergente está desacelerándose. Si ves el ritmo al que veníamos creciendo en la década buena y lo que está pasando en China, Europa del este, América Latina, tú ves que el crecimiento actual es tres o cuatro puntos porcentuales por debajo del que teníamos en los buenos años. Hay una gran desaceleración en la región con pocas excepciones y una de esas es Bolivia; pero en este caso ya no es tanto el hecho de que Bolivia esté menos integrada financieramente al mundo, sino que le está llegando el efecto de la desaceleración en China y de la caída de los precios de los minerales de una manera rezagada. Entonces yo no cantaría victoria muy pronto. Tengo la impresión de que en los siguientes años va a empezar a experimentar una desaceleración y eso va a hacer más acuciante la necesidad de tener una conversación sobre las fuentes de crecimiento más balanceadas y ya no pueden depender del mundo externo.

DESCONEXIÓN CIUDADANA EN LA CLASE MEDIA

Un estudio del Banco Mundial (BM) sobre la expansión de la clase media y la movilidad social en América Latina reveló que la nueva clase media de América Latina muestra una tendencia a desconectarse de su rol como ciudadano en su papel de exigir buen desempeño al Estado, señaló el economista en jefe del BM para la región, Augusto de la Torre.

“Logramos documentar todos estos fenómenos, ponerle números y datos a este fenómeno del progreso social, del crecimiento de la clase media, de la reducción de la pobreza y del cambio de la estructura social. Ahí nos dimos cuenta de un fenómeno que sí es un poco preocupante y es que toda esta nueva clase media que apareció en América Latina parece que no se está conectando de una manera robusta con lo que se espera de un ciudadano”, explicó.

Dijo que lo que la gente espera es que la clase media, por definición, va a ser la población más educada y como es la más educada se va a preocupar más por mejorar las instituciones democráticas, va a ejercer presión para que caiga la corrupción y va a generar demandas para que los servicios públicos vayan mejorando.

Pero en el estudio se encontró que, en muchas partes de la región, estos nuevos miembros de la clase media lo primero que hacen es desconectarse de los servicios públicos. Por ejemplo, sacan a los hijos de la escuela pública para ponerlos en escuelas privadas o se mudan a condominios amurallados y con protección de seguridad privada.