Cómo empezar a despedirte de tu mascota

Es tan triste como inevitable: en algún momento hay que prepararse para la muerte de nuestro perro o gato. Hablamos con dos expertos en comportamiento animal para saber cuáles son los signos de alerta y cómo podemos enfrentar la situación.

 

Mujer y perro

“Decir adiós a la querida mascota es un momento que todo amante de los perros debe enfrentar tarde o temprano, y nunca es fácil. Es complicado porque ellos nunca te dirán que se sienten enfermos. Es algo que debés descubrir a través de la observación de su comportamiento y las señales de que algo va mal”. Directo y conmovedor, así es el mensaje que Cesar Millán, conductor de “El líder de la manada”, publicó en CNN México.



“Mientras muchos perros viven cerca de 20 años y otros pocos solo duran unas semanas después de los 30, el rango de tiempo de vida canina oscila entre los siete años para los perros grandes y la adolescencia para perros más pequeños. Por tanto, el momento de decir ‘adiós’ es inevitable”, sentencia Millán.

El tema es difícil de tratar y genera muchas preguntas. ¿Cómo podemos darnos cuenta de que el final se acerca? ¿Cuáles son los síntomas que deben alertarnos? “Todo depende del tipo de patología clínica que está afectando al animal. Por ejemplo neoplasias terminales o insuficiencia renal, entre otras. Si es muy geronte (anciano) el desmejoramiento es progresivo y lento. Cada vez duerme más y se mueve menos, come muy poco, está poco dinámico e indiferente con el medio que lo rodea”, responde a Entremujeres el doctor Ricardo Bruno, veterinario especialista en comportamiento animal.

Hay que tener en cuenta algunas particularidades: “los perros y gatos tienen diferentes formas de adaptarse al envejecimiento y también de demostrarlo”, señala el doctor Fernando Catrina, director del Centro de Prevención, Diagnóstico y Tratamiento de Problemas de Comportamiento en Caninos y Felinos de la Ciudad de Córdoba.

En los gatos, explica Catrina, un signo de envejecimiento es la falta de aseo. Dejan de acicalarse (lamerse) y se les empieza a formar bolas de pelos apelmazados, debido a dolores vertebrales. Pueden empezar a comer menos debido a dificultades al masticar por gingivitis (inflamación de encías), placa y sarro dental y pérdida de piezas dentales.

Los perros, por su parte, dejan de moverse tanto: se quedan quietos y permanecen más tiempo echados. Pueden perder sus capacidades aprendidas durante su juventud, por ejemplo, se olvidan dónde hacer sus necesidades.

También tienen diferencias con nuestra forma de actuar en estos casos. “Las personas esperamos que las mascotas se quejen de dolores como lo haríamos nosotros. Pero no es así, ellos lo soportan disminuyendo la movilidad”, comenta Catrina. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el envejecimiento en los animales se produce en todo el organismo, no sólo en su aspecto exterior a través de las canas o las cataratas.

“Las visitas regulares al veterinario hacen más fácil ubicar ciertos síntomas que más tarde podrían convertirse en problemas fatales”, alerta César Millán.

En familia: la triste espera

“Si el proceso es natural, como sería con una mascota geronte, lo mejor es hablar con los niños si ellos están en edad de comprender. Si la situación se debe a una enfermedad terminal repentina o a un accidente es mucho más difícil de superar. Las etapas de este proceso son exactamente las mismas que las estudiadas en el ser humano ante la pérdida de un ser querido”, señala Bruno.

Por su parte, Catrina sugiere tratar de comprender que la muerte es parte de la vida. “No hay mejor forma de enfrentar a nuestros niños al proceso ‘natural’ del fin de la vida, como lo es el envejecimiento. Debemos tomarlo como tal, lo más natural posible. Todo empieza y todo tiene un final”, concluye el especialista.

Fuente: http://entremujeres.clarin.com/