Luciano Lamberti: “La escritura es la tabla de la que me sostengo”

Luciano LambertiDestacado. El escritor argentino es una de las nuevas figuras de la literatura argentina. Vendrá en noviembre a Bolivia para el festival literario Santa Cruz de las Letras

Luciano Lamberti (Córdoba, 1978) ha publicado el poemario San Francisco/Córdoba, la nouvelle Los campos magnéticos, y los libros de cuentos El asesino de chanchos y El loro que podía adivinar el futuro.

¿Qué satisfacciones te ha dado la escritura hasta hoy? ¿Cuál es la mejor parte de ser escritor?



La escritura da satisfacciones, pero también genera el monstruo de la autocrítica. Uno nunca está conforme, nunca lo hecho es suficiente. A lo mejor, como decía Borges, viviendo 200 o 300 años uno aprendería a ser escritor, pero el tiempo es limitado y también el aprendizaje. Todavía me asombra que me digan escritor, me avergüenza porque la escritura es algo muy difícil y lleva muchos años, yo tengo apenas un par de libros publicados. Pero por otro lado pude viajar gracias a la escritura, y pude conocer gente maravillosa y tener un feedback muy interesante con mis lectores (otro dato que me asombra: mis lectores no son solo amigos o parientes). Muchas veces escribir me ayudó a descubrir mis traumas y a analizarme como persona, una especie de sicoanálisis amateur. Y también constituye la tabla de la que me sostengo cuando las cosas se ponen difíciles. 

¿Cómo te das cuenta de que una historia puede funcionar? ¿Cuándo un cuento tiene una vía libre para ser escrito?

Nunca sé si una historia funcionará o no. Soy demasiado impulsivo para eso. Simplemente me siento y la escribo: hay veces en las que sale con facilidad, hay veces en las que cuesta y hay veces en las que no sale de ninguna forma. Es tiempo de pasar a otra historia, entonces. Uno de los grandes aprendizajes de la práctica de la escritura es el de no dejarse desanimar por los ensayos fallidos, recordar que alguna vez salió, seguir adelante.  

Hace unos años dijiste que tenías en mente escribir una novela titulada Teléfonos que suenan en habitaciones vacías ¿Qué pasó con ese proyecto?

Del proyecto de esa novela quedó nada más que una nouvelle que se llamó Los campos magnéticos, fue publicada por la cartonera de Córdoba y está disponible para bajar en formato ebook en el sitio de China Editora (www.chinaeditora.com.ar).

¿El éxito de El asesino de chanchos te permitió afrontar mejor los cuentos de El loro que podía adivinar el futuro? ¿Te dio más confianza en hacer algo diferente a lo que habías hecho?

De El asesino de chanchos a El loro que podía adivinar el futuro me propuse escribir cuentos más cerrados, más esféricos, más tradicionales en ese sentido, con una cierta unidad, con un cierto universo creado a los fines de esa historia. Pero hay lectores para cada libro, a los que el otro no les gusta demasiado. Supongo que tendrán que conformarse con mis cambios o leer a alguien mejor, jeje.

¿Para qué te sirve la poesía y para qué el cuento?, tanto literaria como personalmente.

La poesía me recuerda que hay un mundo detrás de éste, al que se puede acceder con palabras. Me recuerda también que el lenguaje es música pura, y que no hay prosa posible sin esa música. Me gusta releer Trilce, de Vallejo; los últimos libros de Viel Temperley, e. e. Cummings o poetas más nuevos como Martín Rodríguez, Mariano Blatt, Fernando Callero o Daiana Henderson. Leo cuentos porque son como pequeñas joyas que uno puede consultar en la cola del banco o en el colectivo, y porque quiero aprender a escribir cuentos alguna vez. Ambos géneros son lo esencial de la literatura, lo básico y primitivo, y sobrevivirán aún a las demandas editoriales y el mercado.

¿Teniendo en cuenta la diferencia entre cada persona, ¿qué es lo más difícil de enseñar a la hora de dar talleres de escritura? ¿Tratás de homogeneizar esa enseñanza ?

La escritura tiene un lado zen muy fuerte, en el sentido de que uno puede señalar la puerta, pero es el alumno el que tiene que atravesarla por sus propios medios. Lo fundamental, como siempre, es imposible de enseñar: uno puede estimular, desarrollar hábitos de corrección y rescritura, insertar lo escrito por el alumno en una determinada tradición, para que sepa que no escribe solo: escribe a favor o en contra de los que estuvieron antes. Pero la escritura es un misterio y el que diga que tiene las llaves, sencillamente miente.

¿Cómo dividirías el mercado editorial argentino? ¿Qué es lo que se impone hoy en cuanto a literatura? Por ejemplo, se habla mucho del boom de literatura de provincia, ¿vos creés que exista?

No conozco el mercado editorial. Publico en editoriales pequeñas, que están fuera del mercado o son los primos despeinados de las grandes. Mercado es un libro que vende más de 10.000 ejemplares, y yo no estoy en él. No creo que haya un boom propiamente dicho, creo que hay un interés de las capitales por prestar atención a las literaturas mal llamadas ‘menores’ que se gestan en las provincias, y que en gran medida es producto del verdadero boom de las redes sociales. 

Nombrame cuentos y poemas que revisitás constantemente a la hora de aclarar tu mente mientras escribís

Depende de la época, pero siempre tengo a mano Mientras agonizo, de Faulkner, para recordar de qué se trata todo esto 

Fuente: www.eldeber.com.bo