Prevén ‘propaganda bombardeo’, más de insultos que de programas

Elecciones Bolivia 2014. Una precampaña llena de denuncias y adjetivos para descalificar al contrincante es síntoma de que ya abierta la propaganda a los medios se intensificará esa conducta. ¿La discusión de programas? Bien gracias…

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EL Órgano Electoral  de Bolivia  monitorea el trabajo de medios de comunicación. Foto ilustrativa de archivo La Prensa.



Oficialmente, desde el 12 de septiembre —fecha a partir de la cual se permite la propaganda electoral en medios de comunicación— el combate ha comenzado; aunque si se considera lo que viene sucediendo desde hace unos meses (la generación de información noticiosa de las organizaciones políticas guiada a descalificar al contrincante) se puede decir que la guerra, ni declarada ni de baja intensidad, ya se había iniciado mucho antes…

En efecto, la campaña electoral previa a la fase abierta a la propaganda directa en medios, se ha caracterizado por la generación de información, en mayor o menor intensidad dependiendo del frente, guiada no tanto a buscar informar o explicar al votante sobre las propuestas como a descalificar al adversario.

Por ejemplo, los partidos aprovecharon temas como el juicio a la madre de la candidata a la vicepresidencia por el Movimiento Sin Miedo (MSM), Adriana Gil; las acusaciones sobre beneficios contractuales con Toyota en las que involucraron al hermano del vicepresidente Álvaro García; las declaraciones prejuiciosas sobre las mujeres del candidato a senador por el Movimiento Al Socialismo (MAS) Ciro Zabala; el encubrimiento de las supuestas golpizas de Jaime Navarro a su expareja y la cuasi extorsión de Samuel Doria Medina a esta persona, revelados en una grabación; las declaraciones con prejuicios hacia la mujer hechas por Evo Morales en otra grabación revelada por el candidato del MSM Mario Orellana; el encarcelamiento de este mismo candidato; la huelga de hambre por su liberación; la dosificación de la grabación de Doria Medina, de la que seguramente habrá una tercera y cuarta parte más; la reaparición con declaraciones del exfiscal Marcelo Soza; y sigue la cuenta…

El coordinador nacional del Observatorio de Medios de la Fundación UNIR, Erick Torrico, dice que muchos de estos casos que generaron información noticiosa que fue electoralizada pueden tener “mucha importancia” en relación a otros temas, pero algunos no pasan de lo “anecdótico”.

En todo caso, lo cierto es que esta información generada poco o nada tiene que ver con una campaña electoral centrada en la difusión de las propuestas de gobierno y se enfocan en la descalificación (justificable o no) de un determinado postulante.

Las estrategias se centran en “acciones de desacreditación recíproca en lo personal, tanto a nivel de candidaturas a la presidencia como a la Asamblea Legislativa Plurinacional. Entonces, se presentan denuncias o grabaciones hechas en grupos íntimos o denuncias de abuso de recursos, dejando de lado la discusión de lo que se debería hablar: las propuestas”, describe.

En esta guerra de denuncias ha quedado al margen el Partido Verde y ha tratado de esquivarla Tuto Quiroga (como se vio en una entrevista televisiva en que expresó molestia cuando fue consultado sobre la grabación de Samuel y no la comentó). Sin embargo, es objeto de los insultos del MAS así como enunciador de “descalificativos” contra el Gobierno.

“Está claro que ahora hay una estrategia de guerra sucia” y se ha “dejado de lado” la socialización de los programas de gobierno, dice en coincidencia el exestratega electoral de las campañas de Víctor Paz en 1985 y Jaime Paz en 1989, Eduardo Pachi Ascarrunz. “Alguien tiene que decirle a los candidatos que los bolivianos no se merecen esa conducta”. De este modo, la parte “racional” de la campaña, es decir, la fase en que determinado candidato quiere convencer de que su programa es el mejor, “ha sido estropeada”.

Los postulantes deberían “haber respondido a lo racional y a la pregunta, ¿qué haría si fuera Presidente?, sin embargo, como todo se ha tornado irracional, va a ser difícil reconducir esa conducta”, adelanta.

Coincide en esto Torrico. “Los partidos parecen haber trazado sus líneas de acción que son, para decirlo de alguna manera, pobres, pedestres. Salvo circunstancialmente, no aparecen las propuestas de proyectos de país. Entonces, al empezar el tiempo de campaña directa en medios estas líneas de acción van a ser continuadas y profundizadas”. Y apenas van dos días de campaña abierta en medios…

El politólogo Franco Gamboa estima que se incrementará el ataque a Doria Medina “por haber preferido una lealtad partidaria y personal. Orellana (quien reveló la grabación en que Evo Morales habla del G77 como una buena ‘campaña’ y dice que las mujeres ‘son masoquistas’) seguramente presentará algo más grave, sin embargo, se mostraron videos más delicados aún, como el del caso terrorismo (en que Carlos Núñez, en vida funcionario del Ministerio de Gobierno, da dinero a El Viejo, uno de los implicados), pero, ¿por qué no impactan en la figura de Morales?”, problematiza.

RESTRICCIÓN. Asimismo, nunca antes hubo tanta restricción temporal a la campaña directa en medios de comunicación (solo a partir de 30 días antes de la elección). Sin ir lejos, en las elecciones de 2009 se permitió la propaganda directa en medios 90 días antes de la elección: el triple. Esto, sin duda, moldeará la forma de las campañas.

Según Gamboa, la restricción producirá  una estrategia de shock. “Tratarán de limpiar la imagen de Doria Medina; Juan del Granado trabajará en su imagen nacional, lo que va a ser difícil porque Adriana Gil no le ha aportado nada; Tuto pondrá énfasis en que el gobierno del MAS linda con la delincuencia; y se va a recurrir al escándalo en el corto tiempo que les queda”, dice Gamboa.

Antes incluso habían 180 días de propaganda, cuatro veces más, recuerda Torrico. Ahora ve que ante la limitación va a haber una estrategia de “bombardeo intenso” para llevar el mensaje proselitista. “Vamos a estar inundados de propagandas”. No obstante, la cantidad “abrumadora” de mensajes “no propositivos”—que solo sirven para “hablar de lo buena que es una candidatura en relación a lo mala que es otra”— puede ser contraproducente por “saturar” a los receptores del mensaje generando resistencia en ellos.

Ante este panorama de guerra, Ascarrunz sugiere que los partidos deberían hacer una tregua y los órganos competentes (Asamblea Legislativa Plurinacional o Tribunal Supremo Electoral) facilitar un retraso de las elecciones para que se ponga énfasis en las propuestas programáticas.

“Si, como advertimos, hay unas estrategias de guerra, y hay una guerra sucia, amplificada por los medios audiovisuales e impresos, solo nos queda una salida coyuntural: darnos una tregua…, que la Asamblea Plurinacional (soberana) postergue por 30 días las elecciones”.

De este modo, los estrategas de los frentes tendrán tiempo para “acudir al oculista y curar la miopía que les hace ver todo negro. Como por ejemplo con esa alerta sobre un ‘gasolinazo’: convierten al candidato en profeta”.

Más allá de que sea o no viable la sugerencia de prórroga de Ascarrunz o de que pueda ser muy atinada, queda el peligro de que solo dé más tiempo a los políticos para seguir en la misma vía de la descalificación del otro. A este argumento, el estratega reitera que la población “no se merece una conducta de esa naturaleza por parte de quien quiere representar a los bolivianos. Para eso es la tregua”.

AGENDA. ¿Quién marca la agenda informativa electoral?, se pregunta Ascarrunz. Los políticos proponen una agenda que es recogida por los medios, lo que repercute en los medios vuelve otra vez a los políticos y sigue un “círculo vicioso de denuncias”. “El país queda como el perro que ha volteado la olla”, se responde.

Torrico también ve que quienes marcan esa agenda son los políticos y los medios les dan eco. “Desde 2005, vemos que los medios tienden a seguir la agenda noticiosa que les plantean los políticos”.

El resultado del último sondeo urbano de UNIR —Consulta ciudadana: tu palabra sobre las noticias. Elecciones generales 2014— sobre lo que la población demanda a los medios que informen en cuanto a las elecciones, difiere de la información que éstos privilegian, pues “se abocan a la agenda que proponen los políticos”.

En este sondeo la población pide información de fondo, de diferencias y semejanzas de las propuestas, “los medios se dejan arrastrar por el juego de desacreditación recíproca”. Ése es un “problema” porque si “los medios saben que la ciudadanía está esperando otro tipo de contenidos, sin dejar de lado la agenda de los políticos, deberían dar cabida a atender esa demanda”.

En efecto, de acuerdo al estudio de UNIR, la población espera que se informe sobre el “perfil de los candidatos” (38,3% de los sondeados) y sobre los “programas y propuestas de gobierno” (37,3%). Mientras que lo que se privilegia en medios (la guerra de descalificaciones) ni siquiera tiene una categoría que haya sido mencionada por los ciudadanos entrevistados, por lo que habrá que asumir que entraría en la categoría de “otros” (0,5%).

Como conclusión pesimista puede funcionar la mención que hace Erick Torrico del libro La guerra de los insultos. La propaganda política en Bolivia 1979 de Raúl Rivadeneira, texto que se centra en las campañas de la elección de 1979 (que ganó Unidad Democrática y Popular, UDP). Esa campaña se caracterizó, con excepción de la de UDP, precisamente en la desacreditación del contrincante y no en las propuestas. ¿Tal vez por eso el resultado fue favorable para esa gran alianza de las izquierdas institucionales? Sea como fuere, dice mucho que 44 años después se esté en otra “guerra de los insultos”.

Queda, entonces, más que una discusión sobre los programas, un MAS creyendo que para anular a cualquier opositor basta con tacharlo de derechista y a los opositores descalificándose entre sí y gastando una caterva de calificativos contra el actual Gobierno.

‘Los medios siguen la agenda de los políticos’: Erick Torrico, director del Observatorio de Medios de UNIR.

Monitoreamos a los medios  desde 2005 y en el Observatorio vemos que los medios tienden a seguir la agenda noticiosa que les plantean los políticos. Ése es un problema porque si los medios saben que la ciudadanía está esperando otro tipo de contenidos (según su último informe), sin dejar de lado la agenda de los políticos, deberían dar cabida a atender esa demanda.

‘Se magnifica lo accesorio’: Eduardo Ascarrunz, experto en comunicación política.

El pueblo se merece este comportamiento degradante de los valores democráticos por parte de quienes se arrogan su representación? Excepción hecha del Partido Verde, el resto, en mayor o menor medida, propone la destrucción del otro, o de los otros, según los casos. Se privilegia la descalificación del adversario; se elude la discusión programática. Se magnifica lo accesorio, se sacrifica lo esencial.

Al final, entran en una atmósfera de descontrol: Franco Gamboa, analista político.

Siempre al final los candidatos entran en una atmósfera fuera de control con acusaciones. Obviamente, están midiendo eso y con seguridad le van a dar más duro a Doria Medina porque cometió un gravísimo error al preferir una lealtad personal. También saldrán cosas para desprestigiar al MAS; sin embargo, videos de mayor complejidad no han afectado la imagen de Morales.

Saturación de propaganda en medios no frena guerra de insultos

El TSE ideó restringir a un solo mes la propaganda electoral directa en medios para incentivar a que los frentes expliquen y socialicen sus proyectos de país durante los dos meses previos. Queda visto que la conducta de las organizaciones políticas desdeñó esto y se abocó de lleno a la descalificación de sus contrincantes.

La Razón / Ricardo Aguilar Agramont / La Paz

Evaluando las campañas electorales previas al 12 de septiembre —día en que empezó la propaganda directa en medios— se puede concluir en que al final se impuso la estrategia de la descalificación del adversario por encima de la de difusión de los programas de gobierno.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio luz verde a la campaña 180 días antes de la elección, sin embargo, la propaganda directa solo pudo ser hecha a partir del viernes 12. La razón de esto fue incentivar una programación con contenido (debates, entrevistas, entre otros) por encima de la propaganda proselitista, según la explicación de Juan Carlos Pinto, director del Servicio de Fortalecimiento Democrático (Sifde), dependiente del Órgano Electoral.

“La campaña es de tres meses de duración, pero solo uno de compra de espacios en medios. La idea es no saturar al televidente de propagandas y sí más bien de programas de contenido, que es lo que no tiene restricción”, explica.

No obstante, según el director del Observatorio de Medios de la Fundación UNIR Bolivia, Erick Torrico, y el exestratega electoral de Víctor Paz Estenssoro y Jaime Paz Zamora, Eduardo Pachi Ascarrunz, los dos meses  pasados fueron caracterizados, en cuanto a las campañas, por una guerra de descalificaciones mutuas de los candidatos; por supuesto, esto se dio en mayor o menor intensidad dependiendo del frente en carrera.

PROGRAMAS. Si se contrapesa esta interpretación con la explicación de Pinto, se puede llegar a la conclusión de que la idea de restringir a un mes la propaganda en medios con el objetivo de incentivar las programaciones con contenidos de fondo relacionados a los programas de gobierno, no detuvo a las organizaciones políticas en la mutua descalificación como la principal arma al momento de recurrir a la generación de información noticiosa o aparecer en canales, radios o periódicos.

Es por eso que Torrico afirma que estos dos meses pasados fueron “pedestres”, con discusiones “muy circunstanciales” de proyectos de país y que se centraron en la “desacreditación mutua”.

Es por eso que Ascarrunz evalúa ese tiempo como uno en que prevaleció una “estrategia de guerra sucia” y que “la parte racional (de la campaña) ha sido estropeada”. Es por eso que Juan Carlos Pinto ve que los partidos siguieron la dinámica de la descalificación.

“Lamentablemente, hemos visto que la estrategia marketinera ha optado por la descalificación para poder subir puntos. No se dan cuenta que la ciudadanía está interesada en saber qué proponen. Creo que los partidos deberían tomar conciencia en esta fase de propaganda para mostrar quiénes y qué ofrecen a la ciudadanía”, dice la cabeza del Sifde.

Entonces, en última instancia, todo esto apunta a que la estrategia del TSE de limitar a solo un mes la propaganda para incentivar la difusión de programas no funcionó dado que no frenó los insultos entre candidatos.

Justamente, ahora comenzó una nueva fase de la que no se espera sino más de lo mismo e incluso una intensificación de la conducta de guerra de desprestigio por la que optaron los frentes como estrategia.

No hay muchas esperanzas. En el periodo de propaganda, los partidos van a “ratificar” e incluso “profundizar las líneas de acción” por las que ya optaron, manifiesta Torrico. “Se ha tornado irracional y va a ser difícil reconducir esta conducta”, lamenta Ascarrunz.

Esta nueva etapa tiene, aun cuando sea en la reglamentación, novedades. Los medios estatales deberán pasar propagandas electorales de los cinco frentes, lo que es algo nunca visto, pues en estos medios es imposible encontrarse con una noticia electoral sobre algún candidato opositor, salvo que sea una nota que hable mal de ellos. Ahora, guste o no, se tiene que pasar propaganda de opositores y suspender temporalmente la promoción de la gestión del Gobierno.

ESTATALES. El tiempo por partido en el medio estatal Bolivia Televisión será de tres minutos al día, repartidos en franjas de 30 segundos para spots de cada uno de los cinco frentes. Habrá seis de estas franjas diariamente.

El tiempo en la radio estatal Patria Nueva es idéntico; mientras que en el medio impreso Cambio solo habrá una separata de 12 páginas el último domingo de septiembre, de las cuales la tapa y la contratapa serán trabajadas por el TSE, mientras que dos de las páginas interiores corresponderán a cada partido. En cuanto al orden de aparición de las organizaciones, tanto en los spots como en las páginas, éste fue sorteado.

En relación a los canales de televisión privada, el tiempo es de diez minutos al día para cada frente. El TSE, para controlar la equidad y evitar la guerra sucia, tiene contratadas nueve empresas que se encargan del monitoreo de medios.  Por otro lado, las entrevistas y programas de debate son irrestrictos.

“En estos casos apelamos a la ética de los medios de comunicación. Hacer entrevistas a todos y no solo a los que tengan algún chance de ganar o tener mejores resultados”, señala Pinto. Además —especifica— el TSE tiene potestad para evitar spots enfocados en la descalificación. También afirma que habrá una campaña para incentivar el control social.

El bombardeo ha comenzado… El peor escenario es poco probable: que los cinco frentes en competencia usen sus diez minutos diarios en televisión privada distribuidos entre varios canales. Tal cosa es remota, pues no todas las organizaciones tienen los recursos para hacerlo.

Empero, asumiendo que los consumidores de programas televisivos, en su mayoría, no son grandes entusiastas de las propagandas, y menos aún de las electorales, la sumatoria más pesimista dará 50 minutos de propagandas en cada canal, casi una hora. Ese panorama es inviable, aunque la realidad es que más de la mitad de los frentes sí tiene recursos para hacer una considerable compra de tiempo en los medios, a lo que de todas formas se sumarán muchos minutos de spots. Habrá que alistarse a apagar el radio y el televisor o aguantar con resignación.