Alberto MansuetiLa Era del Dólar parece llegar a su fin. Comenzó hace 70 años, en la Conferencia de Bretton Woods, donde nacieron el Fondo Monetario y el Banco Mundial.Pero hoy, países como Rusia, China y Suiza, están acrecentando sus reservas de oro. El mundo ya se ha cansado del Patrón Dólar. Fuertes inversionistas privados están tomando posiciones en oro, incluyendo Administradores de Fondos de Pensiones. El llamado “Grupo de Shangai”, liderado por China y Rusia, fue creado para reemplazar al FMI y al BM. Se preguntan ¿hasta cuándo se va a seguir en el planeta con una moneda de referencia tan inflacionista, que desde 2002 ha perdido un 35% de su valor en términos de poder adquisitivo, y un 81% desde que le fue quitado su respaldo en oro en 1971?En Bolivia ya se habla otra vez de inflación. Puede caber esta otra pregunta: ¿Qué tal si Bolivia fuese el primer país latinoamericano en salirse del Patrón Dólar, y pasarse al Patrón Oro? Es un país minero, con larga tradición minera, y monedas metálicas acuñadas en la Ceca de Potosí desde 1572. Y que hoy tiene una rica economía informal, en tamaño relativo (respecto de su economía total), que según el Índice Bloomberg es la primera de América latina, y No. 2 del mundo después de Georgia.El retorno al Patrón Oro es el remedio contra la inflación; y por tanto contra la pobreza. Porque la inflación de precios resulta de la inflación de dinero. O sea: la emisión excesiva de billetes, produce un alza general en los precios (en dinero) de todos los bienes y servicios, que perjudica más a los pobres que al resto de la gente. Y hay emisión de moneda en exceso porque los Gobiernos tienen gastos en exceso; en especial el de EEUU. Y a través de los Bancos Centrales, con el monopolio legal de la emisión de dinero, los Gobiernos se financian emitiendo billetes “de puro papel”, no respaldados ni garantizados por oro o plata, como era antes. Por eso no hay límite alguno al empleo de la máquina de imprimir billetes.La inflación es algo que le pasa a la moneda, no a los bienes ni a las personas. Es un fenómeno estricta y puramente monetario, que resulta de tener demasiados billetes en circulación, un número astronómico, para comprar un número limitado de bienes y servicios. Y ocurre porque la producción de billetes puede ser aumentada a discreción y al instante, no así la de bienes y servicios.La economía es como una gran subasta pública, y los billetes y monedas son como los vales o “tickets” para retirar las mercancías de las tienda; y si a todos se nos dan p. ej. 100 unidades más para gastar, entonces pues todos vamos a pujar por los artículos existentes, con base en la mayor cantidad disponible de billetes. Los mercados interconectados son un vasto sistema de comunicaciones, en el cual los precios son las “señales” que se transmiten. Cuando el Banco Central imprime billetes y comienzan a circular, el precio de todos los artículos en los mercados va a aumentar en cierta proporción relativa a la cantidad de nuevo dinero emitido; y los incrementos serán “comunicados” desde adelante (la demanda) hacia atrás (la oferta), a lo largo de todas las cadenas productivas en los diferentes rubros.La inflación perjudica principalmente a los pobres porque todos los precios suben, pero no al mismo tiempo ni a igual ritmo. Los aumentos se hacen sentir con más rapidez e intensidad en ciertos precios, y otros quedan más “rezagados”. Y los rubros más afectados y más sensibles son siempre los mismos en todos los países: alimentos, vivienda y transporte, quizá educación también; pero en el consumo de los pobres, son los mayores gastos diarios. Los pobres son los sectores más “vulnerables”: sus ingresos son fijos, y la inflación les obliga a gastar más dinero en esas cosas más básicas, que necesitan para apenas sobrevivir. Así la inflación crea pobreza; y ensancha la brecha entre ricos y pobres.Porque los ricos son diferentes. Sus ingresos no son fijos; tienen formas de aumentar sus honorarios, sus ganancias, los precios de los artículos que venden o ayudan a vender. Y no se ven obligados a gastar casi todos sus ingresos en la compra diaria para subsistir. Alimentos, vivienda, transporte y educación, ropa y calzado, etc. son componentes menores en su programa de consumo. Por otra parte, los ricos son dueños de grandes negocios, inmuebles, maquinarias y equipos, acciones y bonos, y otros activos, cuyos precios con la inflación van a subir, aunque algo más tarde. Pero ¡los ricos pueden esperar! Su poder de compra no se rebaja tanto como el de los pobres; porque además ellos pueden comprar “valores de refugio”: yates, avionetas, joyas y cuadros. Y a crédito. Pueden endeudarse a largo plazo; y cuando les toca pagar, lo hacen con dinero degradado, de menor valor. ¡Los Gobiernos también lo hacen!Y es que uno de los peores y más corrosivos efectos de la inflación, que por eso Goethe decía que es invento del Diablo, es la erosión en valores morales; el deudor siempre sale premiado, y el acreedor sale perjudicado. Los pobres son buenos pagadores se dice, y es cierto; pero no pueden endeudarse a largo plazo; nadie en su sano juicio presta dinero a los pobres, ¡salvo a muy corto plazo!¿Seguimos en el próximo?El Día – Santa Cruz