Editorial de The New York Times: Los nuevos caudillos de América Latina

edit NYTEvo Morales, quien ha sido presidente de Bolivia desde 2006, fue reelegido el domingo. Es uno de los líderes de la región aferrados al poder.Evo Morales, el presidente populista de Bolivia, le dedicó su rotunda reelección el domingo al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. Las políticas socialistas y la retórica anti-estadounidense de Chávez han repercutido sobremanera en el continente, en especial en Bolivia y Ecuador.La mayoría de países latinoamericanos convocan elecciones creíbles de manera habitual, aunque los valores democráticos de la región han sido amenazados en años recientes por golpes de estado e irregularidades electorales. Sin embargo, la dinámica más preocupante es que los discípulos de Chávez también parecen estar emulando su resistencia a ceder el poder.Morales, quien fue elegido por primera vez en 2006, habrá tenido la presidencia más larga en la historia de su nación, cuando este nuevo mandato concluya en 2020. Con un amplio apoyo popular, una oposición débil y, posiblemente, suficientes aliados en la rama legislativa, muchos esperan que Morales intente quedarse en el poder más tiempo, bien sea mediante una reforma constitucional o un referendo. El líder dijo durante una entrevista reciente que no pretende buscar un nuevo mandato, pero sus comentarios no fueron categóricos. En Ecuador, el Presidente Rafael Correa le pidió a la Asamblea Nacional que reformara la Constitución para autorizar la reelección indefinida para todos los cargos electorales. Diplomáticos y analistas en la región dicen que algunos líderes centroamericanos podrían tomar acciones similares.Colombia estuvo a punto de seguir el mismo rumbo durante el fin del mandato del Presidente Álvaro Uribe Vélez en 2010. Luego de haber reformado la Constitución en 2006 para obtener un segundo mandato, los aliados del exmandatario intentaron proporcionarle un tercer período. La Corte Constitucional, sensatamente, bloqueó la iniciativa.Es fácil entender por qué muchos bolivianos quisieran que Morales, el primer presidente boliviano de origen indígena, permaneciera en el poder. Durante su presidencia, la economía del país, uno de los menos desarrollados de la región, ha crecido a buen ritmo. La desigualdad ha disminuido y la pobreza extrema se ha reducido de manera considerable. También le ha dado un período de relativa estabilidad política a una nación andina con una turbulenta historia.Los mandatos largos, o indefinidos, no son saludables para la región. Genera preocupación que las democracias más sólidas del continente no expresen su oposición al respecto. Los líderes latinoamericanos que han permanecido en el poder durante períodos largos han debilitado instituciones independientes y asumido mayor control sobre los medios de información. Los mandatos extensos les han permitido cultivar aliados en entidades electorales y judiciales. También han podido usar las herramientas del Gobierno para comprar la lealtad de comunidades que los hacen elegir una y otra vez.El ejemplo más alarmante de este fenómeno es Venezuela, donde Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, han gobernado de manera autoritaria y déspota. La dinámica regional ha sido nefasta para los intereses de Estados Unidos en la región. En Venezuela, Bolivia y Ecuador, la nueva generación de caudillos ha tomado una posición antagónica frente a Washington, limitando la cooperación en temas de desarrollo, defensa y esfuerzos contra el narcotráfico. Esto ha sido contraproducente para iniciativas de comercio y cooperación de seguridad.Morales podría asegurar que Bolivia continúe una trayectoria positiva si sigue invirtiendo en programas sociales y en infraestructura. Su legado sería más admirable si él, o los legisladores, decidieran que su nuevo mandato debiera ser el último.The New York Times