“Porque camba yo nací…”

Susana Seleme Anteloseleme1“porque camba soy feliz, orgullosa llevo sangre hispana y guaraní” canta Carmiña Cabrera. Desde el alma sale su voz pastosa y dulce para renovar la identidad que nos habita desde los tiempos añejos, los que se fueron con la “amable ciudad vieja que dejó su mantón de espumilla flotando en el viento como una bandera a media asta” como la recordaba el poeta Raúl Otero Reich.Y como las cosas valen no tanto por lo que duran, sino por las huellas, los surcos y recovecos que dejan en la memoria hablada, contada, sentida, pensada y escrita, nuestra identidad como construcción social se quedó en los árboles de tajibos, toborochis, orquídeas, achachairuces, mangos y otras especies amantes del campanario. Herencia identitaria que no se encerró en sí misma, ni desdeñó el horizonte moderno de la democracia, el crecimiento, el progreso y el desarrollo humano. Por eso está también en los cimientos de la moderna ciudad de altos edificios y anchas avenidas, que abre sus brazos a la migración interna y externa que busca ‘su lugar’ en el mundo. Y lo encuentra aquí, en la fértil tierra del Oriente que no excluye a nadie, aunque fue región olvidada por el centralismo de todo signo, como si no hubiese sido parte ni del territorio ni de la abigarrada nación boliviana.Y “Porque orgullosa llevo sangre hispana y guaraní”, chiquitana y guaraya además, también soy estudiada y leída, quizás menos que los cacareados 25 mil libros que dice tener un mandamás. ¿Los habrá leído? Haciendo uso de mi derecho ciudadano, le preguntaría si Santa Cruz fuese lo que es hoy, si su burguesía -que él llama empresariado- hubiese tenido una “mentalidad ideológicamente premoderna”, como afirmó en una entrevista. En clave marxista, le recordaría que la “economía es la determinante en última instancia”, es decir, el curso de la historia depende de “las condiciones materiales de existencia” y de “un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas”. Sobre esa base “se eleva una superestructura jurídica y política”. (Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política). Le agregaría una premisa leninista: “la política es la expresión más concentrada de la economía”. En tiempo político contemporáneo sería “la economía estúpido”, como le dijo Bill Clinton, libre de toda sospecha socialista, a George Bush.Política y economía fueron banderas de lucha de Santa Cruz y lo siguen siendo. De ahí su pujanza económica, tributaria de la economía de libre mercado capitalista que produce, genera empleos productivos, alimenta al país y paga impuestos, aunque no sea un dechado de virtudes. ¿Lo es, acaso, el centralismo autoritario, ideológicamente premoderno que elimina la separación de poderes para “quedarse en el poder toda la vida” y meterle “nomás, aunque sea ilegal”, como dijo el presidente-candidato Evo Morales? Ese poder que se escudó en la trilogía indígeno-originario-campesino y en una izquierda sin clase obrera, que no pasó del discurso demagogo. Pero algunos se lo creyeron, como que de la noche a la mañana, se convirtieran a la autonomía descentralizadora.Populista al fin, regaló canchas de fútbol, algunas carreteras y otras mercancías en calidad de prebenda, pero no sembró el auge de los altos precios de materias primas no renovables en industrias productivas, empleo estable, más salud y mejor educación públicas. No lo hizo, a pesar de que los excedentes formales y legales suman 141 mil millones de dólares en 9 años. Mientras, el contrabando y el narcotráfico rampantes alimentan los ingentes excedentes informales e ilegales. Así, el patrón de acumulación que postula no es socialista, ni siquiera comunitario, tampoco comunista. Es capitalista de Estado, con acumulación privada sin cortapisas y mucha corrupción de la elite burocrática y sus jefes. Pero hace creer con gran mérito propagandístico, en su énfasis social por la utilización de símbolos ancestrales, de retorno a un pasado indígena bucólico que nunca existió, análisis que no elimina los rigores de la colonización, racismo y exclusiones en todo el país.El discurso oficialista ha conquistado también a una nueva clase media –siempre precaria- que dejó la pobreza por vías legales e ilegales, aunque persiste la pobreza extrema. De ahí que las encuestas le hubieran dado al oficialismo la abismal mayoría de votos que registran. Claro que la oposición tampoco estuvo a la altura del reto democrático, pues nunca reconoció a su enemigo principal, Evo Morales y su proyecto político totalizante, y más bien se atacaron unos a otros.“Porque camba yo nací, porque camba soy feliz”, como boliviana votaré por la democracia recuperada hace 32 años -el pasado 10 de octubre- aunque los últimos 9 fueran de morondanga. Este domingo 12 de octubre se juega el presente y el futuro de la democracia y por eso mi voto útil será por el cambio, pese a los árbitros subordinados al oficialismo y otros especímenes poco fiables.El Deber – Santa Cruz