El modelo Mundell-Fleming

Roger Mario López Justiniano*ROGERMARIO_thumb1Robert Mundell (Nobel en Economía) y Marcus Fleming (economista del FMI) ampliaron en la década del 60 el clásico modelo keynesiano de demanda agregada para incorporar en él las fluctuaciones del producto en una economía que está abierta a los capitales internacionales.En pocas palabras, su análisis muestra cómo reaccionan las economías ante distintos shocks cuando tienen determinados regímenes cambiarios. Lo más interesante de su investigación (aparte de la sencillez de la misma) es que cuando las economías tienen tipos de cambios flexibles los shocks fiscales (gasto del gobierno, inversión, impuestos, etc.) no tienen mucho efecto sobre el producto total puesto que el tipo de cambio se aprecia o deprecia para anular estos cambios. Sin embargo, las políticas monetarias del banco central de expansión o contracción sí que afectan al producto. Con tipo de cambios fijos -como en Bolivia- pasa exactamente lo contrario (shocks fiscales varían el producto y shocks monetarios se anulan).Como extensión del modelo se pueden hacer algunas sugerencias de política económica para mantener ‘sana’ la economía nacional. Por ejemplo, con tipos de cambios fijos (Bolivia) un aumento del gasto del gobierno –en cualquier cosa- generaría un espiral de gastos que estimularía la economía y, como por arte de magia, pese a que nos comimos nuestro dinero seremos -en los datos- más ricos que antes.Claramente la simpleza de estos modelos no permite distinguir entre gasto productivo o improductivo y solo capta los efectos de muy corto plazo. Se pierde de vista también que en el largo plazo, este aumento de la producción termina siendo transitorio, puesto que la demanda retorna a su punto inicial (cuando se deja de gastar) y las empresas venden lo mismo que antes del estímulo.Entonces en Bolivia, cuando se habla de aumento del gasto del gobierno (palacios presidenciales, compra de caballos, empresas públicas, etc.) hay que tener cuidado pues podría ser síntoma de que la economía no está andando muy bien y necesita de constantes ajustes de los ‘ingenieros’ para que siga funcionando. La pregunta que subyace es, ¿hasta cuándo?*Estudiante de Economía