La OEA en tiempos difíciles

Emilio J. Cárdenas*insulzoEl año que viene, el 2015, será un año complicado para la deslucida Organización de Estados Americanos (OEA). Tendrá ciertamente una oportunidad de mejorar, esto es de salir de la chatura y de estar a la altura de las circunstancias. Cuando el cambio de Secretario General.Habrá que ver si, en la realidad, esto es efectivamente posible. O no. La OEA, por cierto, también puede seguir retrocediendo. Lo que, anticipo, es una posibilidad probable si el candidato uruguayo, el hoy Canciller Luis Almagro accede a la secretaría general. Un hombre chato, de muy poco vuelo, Almagro proviene de la izquierda oriental, sin méritos profesionales -o de actuación- mayores. Pero allí está, entusiasmado con la posibilidad. Como chico con juguete. Por ahora compite solamente con el ex vice-presidente y canciller guatemalteco, Eduardo Stein. Este último actuó con bastante acierto en Perú y Honduras en defensa de los derechos humanos. Es el mejor de los dos. Claramente.Lo cierto es que, durante el mandato del socialista chileno José Miguel Insulza como Secretario General de la organización, que está ya por fenecer, poco y nada bueno ha sucedido en derredor a la OEA. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sin embargo, resistió a los constantes embates bolivarianos por tratar de desarticularla o de destruirla. Aunque a gatas y a duras penas.La Relatoría de Libertad de Prensa, en particular, salió más o menos indemne. Habrá que ver si el reciente cambio de su titular mantiene -o no- su combatividad. Tengo mis dudas, debo confesar. Pero me puedo equivocar. Como cualquiera. El nuevo relator -también uruguayo, curiosamente- tendrá que demostrar, con hechos y la necesaria cuota de coraje, que realmente tiene el nivel de su valiente antecesora, la colombiana Catalina Botero, para quien va mi sentido homenaje, por lo que ha sido una tarea bien cumplida, que debiera servir de ejemplo a su sucesor.A lo que cabe agregar que en la próxima “Cumbre de las Américas”, que tendrá lugar en Panamá el próximo mes de abril, habrá una novedad. Me refiero a la presencia del presidente de Cuba, Raúl Castro, quien se apresuró a aceptar la invitación que le cursara el país anfitrión. Como para que nadie intente cerrarle la puerta que ahora se abre para su país, que es la única dictadura de la región. El único estado que, entonces, no puede calificar como democracia. Porque no lo es. En modo alguno.Pero allí estará Cuba aplaudida. Aunque con su sociedad castigada por más de cinco décadas de marxismo. Privada de las libertades esenciales. Y postergada, en términos relativos. Esto es cuando se compara su lamentable nivel de vida con el del resto de la región. Cuba, es obvio, está más cerca del nivel de vida de Haití, que del de ningún otro país latinoamericano. Así de triste es la situación para los ciudadanos cubanos. Pese a la interesada magnanimidad venezolana, sin la cual Cuba habría naufragado inevitablemente.Es posible, entonces, que en Panamá se sienten en una misma mesa Barack Obama y Raúl Castro. Lo que, sin embargo, no está nunca garantizado. Porque la situación puede, de pronto, derivar en una cumbre tensa, crispada, antagónica. Como fuera la lamentable “Cumbre de Mar del Plata”, en el 2005 Que fue expresión de la pobre educación allí manifestada y los desplantes provocados sistemáticamente por Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales y Diego Maradona, quienes se apoderaron de los micrófonos y se empeñaron en “derrotar” al ALCA y demonizar a sus contrincantes. Desde esa “Cumbre”, precisamente, es que, en nuestra región, los países del Pacífico (partidarios del libre comercio) comenzaron a dejar significativamente atrás a los países del Atlántico (proteccionistas). Acelerada y constantemente. Aumentando las distancias en materia de crecimiento e inserción en el mundo, hasta hacerlas bien notorias. Inocultables. A favor del Pacífico, claro está.Curiosamente, cuando el 10 de diciembre pasado se celebrara el vigésimo aniversario de la celebración de la que fuera la primera “Cumbre” de las Américas, que tuviera lugar en Miami, el secretario de estado norteamericano, John Kerry, pronunció un discurso sobre la relación de su país con los de la región.Como cabía esperar, señaló los avances obtenidos con México, Chile, Colombia y Perú. Poco dijo específicamente de los demás. Pero lo más importante es que incursionó, tibiamente, en la cuestión de la democracia. Justo cuando la incorporación de Cuba a esas reuniones “cumbres” sugiere que la importancia que los gobiernos de los Estados Miembros de la OEA asignan a la democracia es menor que la urgencia que muestran por ver sentada en la mesa de la OEA a Cuba que, reitero, es la única -e indiscutida- tiranía de la región. Toda una señal y no precisamente para estar alborozado, por todo lo que significa.Para Kerry, algunas de las democracias de la región enfrentan problemas serios, aunque no fueron calificados así por él. Hablamos de la concentración excesiva del poder en manos del Ejecutivo; la falta de independencia de los Poderes Judiciales, que en algunos lares está sometidos al Poder Ejecutivo o enfrentados con él; y de los incesantes ataques a la libertad de prensa. Esto últimos, cabe acotar, están exteriorizados no solamente con la perversa hostilidad desplegada por los populistas autoritarios hacia la prensa independiente e imparcial, sino en un fenómeno adicional -del que poco se habla a nivel regional- que es el crecimiento -vertiginoso y muy desmesurado- de los “multi-medios estatales” que, financiados escandalosamente con los dineros de todos, están vergonzosamente dedicados esencialmente a (i) cantarle loas al gobierno de turno; (ii) tratar de disimular sus errores, y (iii) a garantizar su impunidad cuando la enorme corrupción -de un nivel inédito- que caracteriza a los populismos regionales aparece, con toda la horrible crudeza del caso.Por todo esto volveremos a hablar de la OEA muy pronto. Estoy convencido.*Ex embajador de Argentina ante Naciones Unidas El Diario Exterior – Madrid