Las lluvias continúan persistentes y se temen más damnificados. El Gobierno departamental declaró a la capital pandina zona de desastre y puso en marcha la evacuación de las 250 familias afectadas. Instalan siete albergues para unas 1.000 personas.
Turbión del Acre provoca un desastre en Cobija
RUY DALENCAR, EL DEBER
COBIJA (PANDO).- De golpe, a las 2:00 de la madrugada, el río Acre devoró los barrancos de Cobija, Brasiléia y Epitaciolandia. “De acuerdo con el informe del gobernador (pandino Édgar Polanco) ya hay unas 1.000 personas en albergues (unas 250 familias), sobre todo en coliseos”, confirmó al final de la tarde, como balance de un día de desastre, el ministro de Defensa, Jorge Ledezma, constituido en Cobija con su viceministro de Defensa Civil, Óscar Cabrera, para encarar la contención de los daños.
Una cantidad significativa que dimensiona el daño si se compara con los datos de Bolpebra, donde solo 27 familias fueron evacuadas el viernes.
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Así, según ha adelantado el mismo Ledezma, la Asamblea Departamental de Pando declaró a la región Zona de Desastre Departamental, algo que el Gobierno va a evaluar para coadyuvar.
El Gobierno insistió en que para que el nivel nacional declare la emergencia, según la ley vigente, al menos tres departamentos del país deben haber declarado antes la emergencia departamental.
Las calles en la zona norte de Cobija están inundadas y son intransitables. Fotos: Clovis de la Jaille
Por lo pronto, Cabrera ha indicado que se dispone de 1.560 raciones de alimentos enlatados de picadillo, leche condensada, entre otros, para abastecer a los damnificados de los barrios Mapajo, Junín, Catarata y Villamontes, todos víctimas de un éxodo obligado al que se condenaron al asentarse en las riberas del Acre.
En 15 horas, luego de una madrugada agitada, un cuarto de la ciudad se convirtió en campamento de refugiados, en un día en el que más de 250 familias se vieron obligadas a ser evacuadas. Soldados del Ejército y de la Armada, policías y bomberos, funcionarios de la Alcaldía y los más llanos voluntarios entraron a los distritos anegados y con el agua en la cintura, ayudaron las mudanzas improvisadas.
“Siguen las lluvias, el río Madre de Dios continúa creciendo. El río Beni y el Tahuamanu están a punto de desbordarse, estamos en estado de emergencia”, explicó el gobernador de Pando, Edgar Polanco.
Ana Merelis, dirigente de la Central Indígena de Pueblos Originarios de Pando (Cipoap), recuerda que después de las dos de la madrugada el agua cubrió todo y ve que ahora amenaza con ‘comerse’ la sede de la Cipoap, un albergue para los yaminahuas que aún no se estrena y hasta la importante avenida Chelio Lanza Pizarro.
Mientras tanto, el turbión crece y crece porque sigue lloviendo y ya se ha disparado la alerta roja en Porvenir y Bolpebra, municipio que desagua los rebalses del Acre cuando corren hacia Cobija. Pese a todo, el ministro de Defensa prefiere ser optimista y esperar a que pase la lluvia y baje el nivel de sus aguas, que durante el turbión de ayer superó con creces los 15 metros por encima de su nivel en tiempos secos, pero que aún no alcanza los 17 metros históricos a los que llegó en 2012.
Del otro lado del río la cosa no se ve mejor. De hecho, en Brasiléia, en menos de 24 horas el azote de un embravecido caudal arrastró 11 millones de reales –unos seis millones de dólares– que la administración de Dilma Rousseff pagó en deflectores y reconstrucción de barrancos con áridos compactados.
Ahora todo eso es barro, erosión, y una puerta de ingreso que ha permitido que el río se trague una de las vías de la Rúa Costanera de Brasiléia y que el agua entre hasta varios barrios y desaloje a miles de brasileños vecinos de los pandinos.
Pese a que él mismo es un damnificado y se vio obligado a huir de su casa, el ingeniero civil e hidráulico Óscar Soria Martins asegura que ese tipo de desbordes del caudal no es lo peor que puede pasar. Para él, la devastación de los barrancos del barrio de Samahuma de Brasiléia, más que dividir el territorio brasileño, puede ocasionar una inundación masiva en los distritos de Cobija, que hoy están inundados, solo que en un proceso violento y que pondría en riesgo más de 6.000 vidas. Por ello exhorta a las autoridades de ambos países a encarar obras civiles de envergadura para prevenir el problema.
Dentro de todo, lo más complicado es el efecto de las lluvias que han aumentado de intensidad entre la noche del viernes y durante buena parte de sábado. Para Soria eso no da pronósticos muy alentadores ni para las tres ciudades de la frontera boliviano brasileña.
Otra complicación ayer fue la resistencia de algunos vecinos de Cobija a abandonar sus casas. Iver Domínguez, encargado de Obras Públicas de la Alcaldía, asegura que un cuarto de los pobladores de los barrancos amenazados por el Acre se rehúsan a dejar sus viviendas, poniendo en riesgo vidas y complicando las tareas de auxilio de Defensa Civil.
Desbordes y riadas
Los desbordes, riadas, deslizamientos e inundaciones a causa de las lluvias y granizadas en el país afectan a 66 municipios de nueve departamentos de Bolivia, según los datos más actualizados de Defensa Civil sobre daños en todo el país.
Sumado el caso de Pando, alrededor de 18.000 familias sufrieron el rigor de las precipitaciones en menor o mayor intensidad.
Las familias han perdido sus viviendas, sembradíos y ganado. Según el viceministro Cabrera, los fenómenos naturales ya dañaron en lo que va del año más de 260 viviendas, y sobre todo las granizadas destruyeron 8.200 hectáreas de cultivos.
“Estamos a más de la mitad de febrero, tenemos que seguir trabajando este mes porque seguirán las precipitaciones, (pero) en menor intensidad, y en marzo se irá despidiendo la época de lluvias”, dijo
Evacuados en Cobija llegan a 400 familias
Las lluvias continúan persistentes y se temen más damnificados.
Prosigue el traslado de afectados. Foto: AFKA
La Razón / La Paz
Hasta ayer, cerca de 400 familias fueron evacuadas por la crecida del río Acre en la ciudad de Cobija, mientras que las lluvias continúan intensas en el departamento de Pando.
El viceministro de Defensa Civil, Óscar Cabrera, informó que el nivel del agua volvió a subir ayer y se estacionó en 11 metros sobre la altura habitual del afluente. Por esa razón, los damnificados estaban siendo evacuados a coliseos de la capital. Se ha previsto hacer evaluaciones permanentes.
El director del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de Pando, Sandro Alvarado, indicó que más de 300 familias cobijeñas fueron trasladadas a los albergues habilitados, aunque precisó que la cantidad puede variar porque la tarde de ayer caía una lluvia torrencial en el área.
Según la autoridad, las zonas afectadas hasta ayer en Cobija eran Mapajos, Junín, Barrio Petrolero, Cataratas y Puerto Alto.
“El problema que tenemos es que la población de los barrios afectados no quiso contribuir en el momento oportuno, recién se movilizó cuando vio las filtraciones y eso nos ha complicado como Gobernación, como municipio, Fuerzas Armadas y Defensa Civil”, afirmó Alvarado.
En el municipio de San Pedro de Bolpebra, también en Pando, 48 familias de las comunidades de Yaminahua y Machinery fueron dañadas por la crecida del río, comunicó el viceministro Cabrera.
El alcalde de Bolpebra, Rómulo Terrazas, aseguró que los perjudicados por el fenómeno climático están siendo atendidos, aunque señaló que existen puentes desbordados y caminos intransitables que no permiten trasladar a las personas, pese a las labores de refacción de los carreteras realizadas por el Servicio Departamental de Caminos.