Elefantes blancos, obras estrella y promesas

Erika Brockmann QuirogaERIKAHace meses me sumé a una petición ciudadana requiriendo que, en lugar de los $us 200 millones destinados a un estadio para 60.000 espectadores con miras a los XI Juegos Sudamericanos (Odesur) de 2018, se priorice el desarrollo de un complejo hospitalario integral para Cochabamba. Lo hice aun a riesgo de indisponer a la hinchada del deporte de multitudes y convencida de que los servicios de salud y de educación de excelencia deberían ser parte de la visión de desarrollo y potenciamiento estratégico de nuestra Llajta.Esta reflexión me asalta a propósito de la reciente presentación de programas de gobierno para las elecciones subnacionales. Además de la formalidad que impone el calendario electoral y la previsible oferta, destacan las obras ‘estrella’ anzuelo para electores, siendo la novedad de este 2015 la promoción de ‘ciudades inteligentes’. No me peleo con obras estrella, reniego contra aquellas que se prevén como elefantes blancos, que tras una sonada inauguración no son utilizadas en toda su capacidad y quedan en el olvido. Espectacularidad, tecnología de punta, entretenimiento y masificación de su uso son las cualidades de toda obra estrella que, siendo necesaria, alimenta ilusiones aunque por su costo rompe toda racionalidad presupuestaria. En La Paz, el teleférico, aspiración imposible de cumplir en tiempos de escasez, es hoy una realidad que deslumbra como antes lo hicieron el puente de las Américas, los puentes trillizos y los buses PumaKatari, que completan el cuadro del renovado ‘ajayu’ (espíritu) de Chuquiago Marka. Y así, cada gran ciudad tiene lo suyo, debiendo buscarse equilibrios en medio de tantas necesidades.Respecto al megaestadio, todo indica que al ser el presidente su entusiasta impulsor, este se hará realidad. Se dice que de no prosperar el proyecto, los millones favorecerán a otro departamento en desmedro de Cochabamba. Odesur apremia y difícilmente el presidente redimensionará la obra o apostará por analizar un emprendimiento alternativo. Curiosamente, en el imaginario de la gente y de los candidatos, obras relativas al desarrollo humano para el ‘vivir bien’ no califican como estrella. Si bien reconocemos avances y la disminución de la extrema pobreza en el país, constatamos que los bonos, las canchas, los subsidios de lactancia, los coliseos ni la promesa de energía nuclear reemplazan en importancia servicios hoy insuficientes, pero indispensables para materializar el frondoso catálogo de derechos de una Constitución que esta semana cumple seis años de vigencia.El Deber – Santa Cruz