Alguna vez definimos a los vínculos desarrollados por los regímenes populistas latinoamericanos con Irán de “relaciones peligrosas”, sobre todo por la asociación con un país que eventualmente podría acabar envuelto en un conflicto bélico internacional a raíz de su agresividad nuclear.Tras la muerte del fiscal Nisman en Argentina, y dada la sospecha de que su deceso podría haber sido en realidad una ejecución a cargo de agentes iraníes, cabe relanzar esa alerta y renombrar los vínculos como “relaciones letales”.Según el ex vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, la dictadura de los ayatollahs tiene en su haber al menos 450 asesinatos fuera de sus fronteras, antecedente que refuerza seriamente la posibilidad de una conexión iraní en el “suicidio” de Nisman.Teniendo en cuenta que la investigación del fiscal argentino implicaba a altas autoridades del régimen de Teherán -incluido el actual presidente Rouhani- en la autoría intelectual del atentado terrorista contra la AMIA, queda claro que el principal beneficiario de la muerte de Nisman era el gobierno iraní.Las verdades que se aprestaba a revelar el fiscal incluso podían llegar a debilitar la imagen de “moderado” del presidente de Irán, afectando sus negociaciones en Occidente con las que busca ganar tiempo para su programa atómico militar.En Bolivia, donde el gobierno de Evo Morales también impulsa los vínculos con Teherán, lo sucedido en Argentina debería servir de aviso para poner freno a las “relaciones letales”…[email protected]