Un comunicado oportuno de una institución amenazada

Emilio J. Cárdenas*EMILIO-CARDENAS-GRANDELos bolivarianos y sus primos hermanos, los castristas, están -desde hace rato- empeñados en dominar y manipular los organismos regionales latinoamericanos. Sin que se note, de ser posible. Y en usarlos y manosearlos en su favor. Todo lo que puedan. Como ya ha ocurrido.Tanto Unasur, como Mercosur, y -más aún- la CELAC, han sido colonizados. Sometidos. Por esto, se mueven al compás de las inducciones y/o instrucciones que reciben desde esos espacios políticos marxistas. Una y otra vez.Así sucede, por ejemplo, cuando es necesario endosar acusaciones de pretendidos -pero absolutamente fantasiosos- “golpes de estado”, con las que los bolivarianos distraen y disimulan. Cuando se procura mantener a la región en un marco de silencio, como sucede precisamente ahora frente a las detenciones arbitrarias con las que Nicolás Maduro procura que no se advierta la horrenda situación socio-económica a la que ha llevado a Venezuela.Y también cuando se intenta culpar a otros (generalmente a los norteamericanos) de todos los males que nos afectan, que son -en verdad- derivados de nuestros propios errores.Más aún, cuando de disimular la verdad se trata, como ocurriera en Bolivia, cuando los incidentes de Pando. Y cuando, para dejar entrar a Venezuela en el Mercosur, se suspendiera -desleal e ilegalmente- a Paraguay de la organización, porque -con toda razón- este pequeño país se oponía testarudamente a ello.Hoy las amenazas de captación y cooptación bolivarianas apuntan fundamentalmente a dos instituciones importantes: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En esto, el más activo “porta-estandarte” es Rafael Correa, aparentemente. El más activo perseguidor de esas libertades en la región. Las dos son instituciones a las que, desde la izquierda dura regional, se pretende dominar.El objetivo perseguido es bien claro y altamente peligroso: generar -desde ellas- un nuevo “derecho” o “marco legal” para poder restringir impunemente la libertad de opinión y de prensa en la región. Esto, so pretexto que se trataría de “equilibrar” (forzadamente) las opiniones en la región, con el dinero de todos financiando los enormes e inéditos multi-medios “progresistas” de los gobiernos de la izquierda bolivariana (como Bolivia, Ecuador o Venezuela) y de sus compañeros de ruta (como Argentina) y sus discursos o prédicas, con los que se disimula y esconde la verdad y se encubre a los gobiernos que los manipulan.Esta cuestión debe ser ahora urgentemente incluida en la agenda regional latinoamericana. Sin demoras. Es ya un tema absolutamente prioritario. Antes de que, de pronto, sea demasiado tarde. Irremisiblemente tarde. Lo que no sería casual, naturalmente, sino fruto directo de la estrategia bolivariana que ya ha sido desplegada.Por esto hay que destacar el Comunicado emitido por la “Comisión de Derechos Humanos” de la OEA, el 29 de enero pasado, que contiene algunos mensajes importantes con motivo de lo que luce como un aparente y gravísimo asesinato: el del fiscal Alberto Nisman, en la Argentina y la persecución y hostigamiento al periodista Damián Pachter, que en un comienzo investigara el tema y debiera, amenazado, abandonar la Argentina.Recordando que no se pueden permitir las amenazas, ni las agresiones a los periodistas, en razón de que debe garantizarse la libertad de expresión, la Comisión aprovechó para urgir a los funcionarios públicos argentinos a abstenerse de efectuar declaraciones que incrementen la vulnerabilidad de los periodistas en riesgo, lo que no ocurre por casualidad.La Comisión exhortó también a investigar los hechos denunciados. Lo que debería obviamente incluir la investigación seria de la denuncia que fuera formulada por el propio fiscal Alberto Nisman contra algunas altas autoridades argentinas.Este sería probablemente el mejor homenaje que puede hacerse a la memoria del ex fiscal Alberto Nisman, que perdió su vida por animarse precisamente a empujar la investigación de los hechos gravísimos de encubrimiento que en su momento denunciara públicamente, lo que le costara la vida. Esos hechos deberían ser aclarados, con el resultado que -cualquiera fuere el mismo- surgiera de una investigación que debe ser transparente y prolija. Con la verdad, entonces.*Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones UnidasEl Diario Exterior – Madrid