Causa y efecto

Karen Arauzkaren-arauz2Las elecciones subnacionales han ocasionado una supra confusión. Cuando el altanero y narcisista vicepresidente iniciaba la fecha electoral frente a los medios, histriónico como corresponde,  se podría haber jurado que  los candidatos prohijados por el mismísimo Presidente, le darían una lección a encuestadores y analistas y echaría por tierra las manifestaciones de triunfo de variopintas candidaturas. Doce horas más tarde, el vicepresidente no era ni la sombra de lo que fue. Los resultados de las elecciones, le tiñeron la cara de gris verdoso y su prepotencia de la mañana, se tornó en patético e indisimulado abatimiento. Y esto entraña peligro. A lo largo de diez años, han estado actuando bajo la suposición que son intocables.Este es un pueblo generoso. Lo demostró el domingo pasado, cuando sin mayores aspavientos y con una disciplina digna de encomio, se plantó ante las mesas electorales, llenó sus boletas de votación, y las depositó en la urnas con la soltura que sólo brinda  un ceremonial bien aprendido. Todo se vio con extraña normalidad considerando el estado de ánimo que tiene que haber inferido a todos, la peor, más crispante y dispareja campaña electoral de la que se tiene memoria.En esta oportunidad cargaron mucho la tinta y la ciudadanía impasible, los dejó decir, vociferar y amenazar pero al final, hicieron lo que les dio la gana. Las actitudes camorreras son agotadoras.  Y eso buscó el electorado. Un equilibrio de fuerzas, para frenar al matón del barrio que causa inquietud con sus constantes amenazas. Los candidatos del MAS a los cuales se apoyó hasta lo obsceno, pareciera que fueron escogidos por el enemigo. No vamos a decir que el partido de gobierno se precie de hacer de la meritocracia su bandera. Pero no se entiende por qué se fueron tan al otro extremo. El «ángel» que posee Evo Morales ante el electorado, no es contagioso. Y un Patana es, y será nomás un Patana.Incidieron exageradamente en un supuesto racismo que quedó desvirtuado porque el electorado decidió darle una oportunidad a otro indígena, -tan o más aymara que el mismo Presidente- para la gobernación de La Paz. Las polleras de Felipa Huanca no tuvieron nada que ver. Cuando se esfuerzan en puntualizar que es el machismo que le impidió acceder al favor del ciudadano, se va del mismo modo  por la borda, al hacer a otra mujer, -de ascendencia indígena también- la escogida para el aguerrido municipio alteño. La corrupción cansa e indigna. Pero la improvisación,  la falta de preparación y la imposición por encima de la razón, también lo hacen. Aquello de la sabiduría popular ha quedado muy claro. No existe independencia de poderes como manda la Constitución por lo que se ha perdido el balance de pesos y contrapesos en la administración del Estado. Y es el ciudadano común, que mediante su voto, busca devolverle al sistema ese equilibrio  tan necesario para la convivencia dentro del territorio.El boliviano común, una vez que acepta las reglas de juego que considera baldas, se apega a ellas sin mayor reticencia. Bolivia decidió que la democracia es el sistema bajo el cual desarrollar su vida y ha venido cumpliendo con admirable regularidad, todos los mecanismos que su decisión implica. Los altos índices de participación en cuanto proceso electoral se efectúa, así lo testifica. Nada grafica más que lo relatado por el Ministro Moldiz al amanecer del día después. Treinta y dos personas, prófugas de la justicia -o rebeldes ante ella- fueron aprehendidas  el día domingo 29 al tratar de ejercer su derecho y su obligación ciudadana. Lo que pudiera ser una anécdota que se presta a bromas sobre candidez  o más allá de la ironía del hecho,  es una demostración que nadie debería pasar por alto.Aquellos sujetos que merodean los pasillos del poder con que su enfermizo afán de complacer al jefazo, los ha convertido en repulsivos portavoces de oficio tal como suponen se espera de su incondicionalidad.  Ellos son los primeros que debieran saber que muchas cabezas  juntas, deciden más que una sola. Y los que flotan arriba, debieran ilustrarse sobre la ley de la gravedad. Las manzanas se precipitan a tierra cuando pierden soporte pero mucho más estrepitosa y dramática,  es la caída de los egos.El Día – Santa Cruz