Democracia: origen, desempeño y finalidad

Arturo Yáñez CortesYANEZSi a cualquier bolivian@ le preguntamos: ¿Usted está de acuerdo con la vigencia de un régimen democrático? seguramente la amplia mayoría responderá que sí. Aunque, es probable que luego su entendimiento particular sobre el significado de aquella noción, admita matices de una persona a otra, Sin embargo, sostengo que una parte importante de l@s indagad@s concentraría su atención en un primer elemento -obvio o usual- concerniente a su origen: todo régimen democrático surge de la libre elección del pueblo en elecciones limpias realizadas con árbitros imparciales, etc., es decir una suerte de fair play electoral.Ello importa que un régimen de gobierno cuyo nacimiento no fue democrático, tendrá muy pocas probabilidades que su desempeño una vez en el poder, sea democrático, sino todo lo contrario. Laje, sostiene a propósito que si un gobierno es o no democrático, se analiza a partir de estas dos dimensiones: origen y ejercicio del poder. Enseña que un gobierno que no tiene origen en la voluntad mayoritaria no puede ser democrático porque la regla de la mayoría es intrínseca a toda democracia. Pero al mismo tiempo, un gobierno que, teniendo legitimidad de origen, ejerce el poder sin respetar la libertad y la igualdad, tampoco puede ser democrático porque aquellos valores son también intrínsecos a toda democracia. Ampliando aquellos criterios, nuestro ex Vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, propone juzgar a un gobierno por su origen, por su desempeño y por su finalidad.Consecuentemente: ¿Cómo andamos en la casa plurinacional? Esto por la coyuntura tanto nacional como -uso la palabrita de moda- supranacional. En cuanto al origen del gobierno, nadie podría discutir que fue electo por una mayoría de la población aún con la ayuda de su apéndice –putrefacto, además- el “tribunal” electoral, aunque la constitucionalidad de la rererelección por muy popular que haya sido, no se sostiene de la elemental lectura y peor entendimiento de la DT II de la mismísima Constitución, pese a la bendición de su Tribunal Constitucional. Claro, aquí cabría sumar además los “triunfos” electorales en mesa luego de la derrotas en cancha de sus candidatos a las subnacionales, los votantes desaparecidos (también con bendición judicial) o las segundas vueltas forzadas y otra, la de Chuquisaca, anticipadamente borrada del mapa para evitar sustitos como los chapacos, etc.Luego, el desempeño en cancha del gobierno así surgido por mucho discurso y propaganda no se condice con la defensa de la libertad y la igualdad u otros derechos y garantías constitucionales y convencionales, al menos de quienes no comulgan con el proceso de cambio, incluyendo a quienes hace cinco minutos lo hacían y hoy, parecen, haber abierto sus ojitos. Bastará acordarse del tristemente célebre, aunque sea ilegal, igual le meto no más, como corolario de ese performance. Finalmente, en lo que concierne a su finalidad, llamaría a la risa sostener que se trata del poético vivir bien de la prosa azul, pues así como está el estado del arte electoral plurinacional, nadie podría dudar que el fin de régimen es su perpetuación por los años de los años, dada la imposibilidad de clonación del jefazo.Extrapolando la idea del eminente constitucionalista Néstor Pedro Sagüés sobre el vaciamiento o desmontaje del contenido y la fuerza normativa de la Constitución, sostengo que en Bolivia estamos asistiendo al fenómeno del vaciamiento de la democracia, pues sus elementales características han quedado desmontadas por el origen, desempeño y finalidad del régimen. El recién fallecido Galeano, escribió al respecto: “Hay otro fraude más profundo, más fino y que es el más dañino a la democracia: el que cometen los políticos que desde el llano prometen todo lo contrario de lo que después hacen desde el poder”.Correo del Sur – Sucre