Antoine de Saint-Exupéry no se estrelló en el Mediterráneo, cerca de Marsella, en 1944. No. Se trasladó a vivir a una triste y gris ciudad, levantó la única casa de madera y con jardín en un mar de bloques unifamiliares grises y allí se convirtió en el excéntrico viejo aviador que todo el mundo rehuía. Hasta que a su lado se mudan una madre y su hija, obsesionadas por entrar en el mejor colegio de la ciudad. El mundo absolutamente cuadrado, calculado y programado de la niña saltará por los aires cuando conozca a su vecino (con la voz de Jeff Bridges), que le empezará a contar la historia de un amigo que conoció hace mucho mucho tiempo y que vivía en un pequeño planeta.
Mark Osborne, el director de Kung Fu Panda, arranca así su adaptación de El principito, la obra que le dio fama mundial a Antoine de Saint-Exupéry. Para ser fiel al espíritu del escritor francés, Osborne cuenta la historia dentro de otra historia, un poco al estilo de La princesa prometida, y por ello ha trabajado con dos sistemas de animación: el digital para la niña y el viejo aviador, el stop-motion para el Principito original, con lo que logra ser absolutamente riguroso con los dibujos del libro. La mezcla funciona hasta cierto punto: el poder de la historia original devora todo lo que le rodea y es cierto que cuando cruza ambos mundos el guion cojea. Aun así, su primer pase ha sido cálidamente aplaudido.>
Un fotograma de ‘El principito’.
Osborne conoció tarde el libro. Su esposa le regaló su primer ejemplar. “Manteníamos una relación a distancia, queríamos estar juntos y no podíamos. Ella me dio su copia, que poseía desde niña. Llegó en el momento adecuado para mí porque estaba estudiando animación y buscaba mi propio estilo”. Como Osborne resalta, “el libro conecta con nuestras infancias, cuando creas sin darle muchas vueltas”.
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El stop motion con el que preserva el libro es decididamente el gran acierto del filme: “Las cosas artesanales, hechas a mano, son parte del corazón de la infancia. Son el antídoto al mundo de los adultos, que hemos desarrollado con CGI [imágenes generadas por ordenador]. Me parece el mejor método para expresar el contraste”. Lo que sí tiene asegurado es el éxito en las salas.
Gregorio BelinchónFuente: elpais.com