Democracia y deliberación…

Arturo Yáñez CortesYANEZEl Vice, en su clásico estilo tragicómico cuando las papas le están quemando, acaba de sostener a propósito de las denuncias de una ex alto cargo policial sobre la campeante corrupción en la Policía Boliviana, que: “La deliberación es la antesala del golpe, y nosotros no aceptamos eso. Ningún uniformado puede deliberar en democracia”. Estoy, en parte, de acuerdo con el Vice. Entiendo que en ese tipo de organizaciones como la Policía, las FFAA u otras similares fundadas en la subordinación de la tropa y la disciplina hacia sus mandos, fuera muy pero muy complicado que las órdenes sean previamente deliberadas, para luego cumplirlas. Al menos en público y de manera colectiva.No obstante, sostengo también que así sea en lo más interno del ser humano, debe ser aún mucho más complicado el acatar nomás cualquier orden, incluso de las más simples y peor aquellas absurdas y arbitrarias, sin el menor ejercicio de deliberación, esto es “reflexionar antes de tomar una decisión, considerando detenidamente los pros y los contras o los motivos”.Y es que la deliberación o la reflexión es un atributo inherente a nuestra naturaleza humana y, por tanto, nadie, por muy uniformad@ que sea, podría quedar excluido de su ejercicio. Tan es así, que se trata de un derecho humano franqueado en favor de tod@s, sin exclusión alguna. Bastará remitirse a la mismísima Declaración Universal de los DDHH de 1948 cuando comienza declarando que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros, así como dejar sentado que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esa Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Más adelante, declara el derecho –también de toda persona– a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, incluyendo su libertad de opinión y de expresión, sin que pueda ser molestado a causa de sus opiniones, teniendo además el derecho de difundirlas por cualquier medio de expresión.Así los hechos y derechos, sostengo que aún en el ámbito policial o castrense, aquella prohibición de deliberación resulta cada vez menos acorde con la naturaleza humana, aunque reitero, cabría seguramente si se trata de organizaciones genuinamente democráticas, encontrar algún punto medio que permita su funcionamiento en términos de disciplina y respeto de sus jerarquías, que en todo caso debieran operar no como el ejercicio de la autoridad por la fuerza, sino de la razón. Algo, me temo mucho más complejo en tales ámbitos.De ahí que equiparar el ejercicio del pensamiento y la reflexión como la antesala del golpe, es decir, como si se tratara de algo subversivo, me suena a un exceso más, de quienes, conscientes de la tradicional dependencia del poder político para con las armas, necesitan tener a su disposición a aquellas instituciones para fines ulteriores completamente ajenos a su naturaleza institucional. ¿Será por eso que Sábato decía que “no hay nada más conservador que un revolucionario en el poder”?Correo del Sur – Sucre