Denuncia de muerte por infección intrahospitalaria activa auditoría en el Oncológico de Santa Cruz

Maggy Talavera / SemanarioUnof1En este iglú se ha improvisado el consultorio ambulatorio para atender a los niños con cáncer. Fue observado por el Comité de Vigilancia Epidemiológica en febrero pasado.“Mi hijo no murió de cáncer”, afirma Jimmy Oropeza Turner. Un hemocultivo detectó pseudomonas aeruginosa en el cuerpo del adolescente, antes de fallecer. El Oncológico da dos informes distintos sobre las causas de la muerte. Para el secretario departamental de Salud, Dr. Oscar Urenda, “algo no está funcionando bien”.Jimmy Luis Oropeza Ruiz había cumplido 14 años el 15 de enero de este 2015. Era un adolescente saludable que disfrutaba, como muchos, de las vacaciones escolares y se alistaba a iniciar en febrero el tercer año de secundaria en el colegio Cristo Rey. En febrero presentó problemas de salud que obligaron a exámenes médicos y a una cirugía en la columna, que derivaron en la detección del linfoma no hodgkin, también conocido como LNH o simplemente como linfoma, un cáncer que comienza en las células llamadas linfocitos, el cual es parte del sistema inmunológico del cuerpo.En el caso de Jimmy Luis, un segundo análisis especificó que era un linfoma periférico de célula T. Alarmados por el diagnóstico, los tíos de Jimmy Luis, David y Roxana, sugirieron hacer una nueva consulta en un centro médico especializado, el Hospital Austral, de Buenos Aires. Así lo hicieron y el diagnóstico fue el mismo que el obtenido en Santa Cruz de la Sierra. En ese centro argentino, los especialistas recomendaron a los familiares del adolescente seguir el tratamiento médico en el Instituto Oncológico del Oriente Boliviano, al que reconocieron como apto para cumplir a cabalidad con el mismo.Ya era marzo cuando Jimmy Luis llegó por primera vez al Oncológico, para iniciar un riguroso tratamiento con el propósito de controlar el linfoma que, de acuerdo a las explicaciones médicas recibidas por la familia Oropeza Ruiz, no estaba en estado avanzado o activo. Entre el 15 de marzo y mediados de junio, Jimmy Luis fue sometido a numerosas quimioterapias y medicación aprobada por las pediatras oncólogas del Instituto, dadas las “buenas condiciones que tenía el paciente”, según los reportes rutinarios.El siete de junio, Jimmy Luis llegó al Oncológico para iniciar el cuarto proceso de quimioterapias –“el quinto paquete de quimios”, dice su papá Jimmy Oropeza Turner. Fue preparado para recibir la primera punción lumbar, una técnica que se utiliza para la administración de medicación intratecal en el tratamiento de enfermedades oncológicas, para encoger un tumor o matar las células cancerosas del canal espinal o el cerebro.El procedimiento para las quimioterapias obliga a que se guarden cuidados extremos; entre otros, espacios aislados y rigurosamente esterilizados, ya que los pacientes con cáncer sufren bajas significativas en su sistema inmunológico, es decir, en la capacidad de defensa natural que posee el cuerpo contra las infecciones. Por eso, al momento de recibir la primera de varias quimioterapias previstas para el “cuarto paquete”, Jimmy Luis fue internado en un ambiente semiaislado, acondicionado provisionalmente en el área de recreación infantil del Oncológico, para cuidar de los pacientes sometidos a quimioterapia. Allí debía permanecer varias horas, hasta recuperar fuerzas y ser dado de alta.Sin embargo, una médica a la Oropeza Turner identificó como Karina González, ordenó el traslado de Jimmy Luis, alegando necesitar una de las dos camas de ese eambiente semiaislado para ingresar a una niña que estaba en estado terminal. El papá de Jimmy Luis se resistió a aceptar el traslado, al igual que la pediatra oncóloga Yolanda Ernst, una de las médicas responsables de atender al adolescente. Pese a la resistencia, la médica González impuso el traslado de Jimmy Luis a otro ambiente provisional habilitado en el lugar donde funcionaba la escuelita del área de recreación de pediatría del Oncológico.A partir de ese momento, el cuadro de salud de Jimmy Luis comenzó a presentar mayores complicaciones que obligaron a las pediatras oncólogas a recetar una medicación distinta a la que estaba recibiendo, siempre según el relato del papá del adolescente, mismo que acompañó con el historial de remedios solicitado por las médicas responsables. Para el 13 de junio, el padecimiento de Jimmy Luis era insoportable y no pudo revertirse hasta que falleció la madrugada del 23 de junio, poco más de tres meses después de haber iniciado su tratamiento contra el cáncer en el Oncológico.El hallazgo de pseudomonas en el cuerpo de Jimmy LuisLos últimos diez días de vida de Jimmy Luis fueron terribles, de acuerdo al relato de sus papás, tíos y amigos que lo acompañaron y vieron morir. Padeció complicaciones en otros órganos del cuerpo, con vómitos, diarrea y dolores muy fuertes. Estaba consciente, recuerdan sus familiares. No había una explicación médica convincente sobre cuáles habían sido las causas para que Jimmy Luis hubiera entrado en un cuadro de salud tan grave, cuando apenas dos semanas antes mostraba un cuadro estable, aunque con altibajos provocados por infecciones y medicaciones a destiempo, todas ellas detalladas en la primera declaración informativa prestada por Jimmy Oropeza Turner en la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (Felcc), el pasado 4 de julio.Sí, en la Felcc, hasta donde Oropeza Turner llegó el 2 de julio para presentar de manera oficial una denuncia por los delitos de homicidio culposo, delitos contra la salud pública, falsedad material e ideológica y otros, “en contra de Martha Alicia Arrien (directora del Oncológico), Carla Cruz Ramírez (médica responsable de emitir el certificado de defunción de Jimmy Luis) y los que resulten coautores, cómplices y encubridores” de los delitos mencionados.“No tuvimos certeza de las causas de la muerte de Jimmito, sino dos días después de su fallecimiento”, dice ahora su papá. Esa certeza le llegó a la familia de la mano de los resultados del hemocultivo ordenado por la pediatra oncóloga Yolanda Ernst el 22 de junio, ante el grave estado infeccioso que padecía el adolescente. Es decir, un día antes de su muerte, “cuando ese hemocultivo debió ser solicitado al primer síntoma de infección de Jimmito, es decir al menos diez días antes”, remarca su papá.El hemocultivo, ordenado el 22 de junio y cuyos resultados fueron dados a conocer el 25 de junio, dos días después de la muerte Jimmy Luis, señala la existencia de “abundantes Bacilos Gram Negativo” en el paciente, así como la identificación de pseudomonas aeruginosa en el mismo. Aunque esta es una bacteria “oportunista en humanos y plantas”, que suele provocar infecciones leves, llega a ser mortal en pacientes con sistemas inmunes comprometidos o con menos defensas, como los que padecen cáncer, los bebés prematuros o los VIH positivos.Es común que la bacteria Pseudomonas aeruginosa sea la causa principal de las infecciones que se presentan en ambientes hospitalarios. Si no es controlada a tiempo, puede provocar epidemias. Fue en conocimiento de esta información científica, adquirido luego de la muerte de Jimmy Luis, que su mamá Jenny Elvira Ruiz Aramayo y su papá Jimmy Oropeza Turner decidieron denunciar la muerte del adolescente “por infección intrahospitalaria” y demandar una auditoría médico legal. Lo hicieron en primera instancia ante la directora del Oncológico, Martha Alicia Arrien, a través de una carta enviada el 26 de junio.La carta no tuvo respuesta. No solo en relación al pedido de auditoría médica, sino también en lo referido a la entrega de la historia clínica de Jimmy Luis, a la aclaración de dudas sobre el procedimiento médico aprobado para enfrentarla crisis del adolescente, a la explicación de los motivos que llevaron a trasladarlo de un ambiente a otro y qué llevó a poner en el certificado médico de defunción, como causas de la muerte de Jimmy Luis, “linfoma no hadgkin, pancreatitis aguda, falla orgánica múltiple y coagulación intravascular diseminada”.Fue solo después de la espera frustrada por una respuesta a esa carta-denuncia que Jimmy Oropeza Turner decidió tres acciones: denunciar el hecho al secretario departamental de Salud, Oscar Urenda; dar a conocer la misma a SemanarioUno; y acudir a la Felcc para sentar una denuncia formal.“Nadie quiere matar a nadie”La primera reacción de la familia Oropeza, ante la falta de respuesta del Oncológico, fue reunirse con el doctor Oscar Urenda para hacerle conocer su denuncia. Urenda es secretario de Salud de la Gobernación de Santa Cruz, y de su despacho dependen hace ya un par de años los hospitales de tercer nivel, entre ellos el Oncológico. Jimmy Oropeza Turner contó que Urenda se mostró sorprendido, dijo no conocer nada al respecto y dispuso de inmediato que el Sedes iniciara una auditoría médica y legal sobre el caso.Esa información fue corroborada por el propio secretario departamental de Salud en entrevista concedida el martes pasado, 7 de julio, a SemanarioUno. “Me enteré de la denuncia por el señor Jimmy Oropeza”, declaró Urenda, quien confirmó además haber dado la orden al Sedes para una auditoría urgente en el Instituto Oncológico. Los resultados de la misma deben salir aun en este mes, como lo confirmó también la directora del Oncológico, Martha Arrien, en entrevista concedida finalmente a SemanarioUno el mismo martes 7 de julio, después de una semana de visitas al hospital y de conversaciones extraoficiales en las que pudimos evidenciar, además del trabajo intenso y arduo que realizan los equipos médicos y administrativos del Instituto, una serie de falencias en los servicios y de dificultades de comunicación entre el personal del Oncológico y los pacientes, familiares y voluntarios que acuden a diario al lugar.En declaraciones oficiales, la directora del Oncológico aseguró haber hablado con el papá de Jimmy Luis y de haber activado rápidamente el sistema de control de infecciones intrahospitalarias, haciendo todas las investigaciones. “Lo que él (Jimmy Oropeza Turner) pedía se le dio por escrito”, dijo aludiendo a la carta de los Oropeza Ruiz, presentada a su despacho el 26 de junio. “Teníamos tres días para responder, él vino a los tres días, pero no la quiso recibir (la carta de respuesta) y recién ahora (martes 7 de julio) la ha llevado”, añadió Arrien.Ante la pregunta de cuál fue la explicación dada a los papás de Jimmy Luis sobre las causas de su muerte y por qué el certificado de defunción no consigna septicemia por contaminación con bacteria psudomonas aeruginosa, común en infecciones intrahospitalarias, Arrien dijo que al momento de responder a la carta “no teníamos el resultado de lo que él decía”.“Quiero decirle a la población que, cuando hablamos de infecciones nosocomiales, nadie quiere matar a nadie, nosotros hacemos lo mejor posible”, insistió aun Arrien, al momento de enumerar las carencias que soporta el Oncológico: “Este Instituto es el único en Bolivia, el cáncer crece, pero no tenemos ni presupuesto suficiente, ni siquiera una ley… solo tenemos dos pediatras oncólogas, cuando necesitamos al menos siete; apenas un acelerador lineal, cuando necesitamos cinco…”No es exactamente lo que declaró antes el secretario de Salud de Santa Cruz, Oscar Urenda. Según él, desde que los hospitales del tercer nivel fueron traspasados a la Gobernación cruceña, se incrementaron sus presupuestos, se mejoraron sus instalaciones y equipamiento, además de asegurar incluso ítems extraordinarios, una competencia del gobierno central asumida parcialmente por la Gobernación, dada la demanda local. En el caso del Oncológico, Urenda echó mano de una frase del padre Mateo para graficar esa mejora: “Antes de depender del Gobierno departamental, el Oncológico parecía un leprosario… hoy ya está en mejores condiciones”.Aunque es cierto que hay mejoras en algunos hospitales del tercer nivel, también es verdad que falta mucho por hacer para garantizar que presten servicios de calidad y con calidez –el ideal que quiere alcanzar Urenda, según declaró-, además de hacerlo en el momento oportuno y con justicia para todos los pacientes que acuden a ellos. El Oncológico puede servir también de ejemplo: si bien ya no califica como “leprosario”, presenta carencias en servicios, falta de control de calidad y riesgos epidemiológicos o de infecciones intrahospitalarias por las obras de infraestructura que se realizan en el lugar y que obligan al traslado de pacientes a ambientes improvisados e inadecuados, como son los dispuestos desde diciembre del año pasado para atender a niños y adolescentes.Al final, ¿qué dice el Oncológico sobre las causas de la muerte de Jimmy Luis?Todas las explicaciones sobre las carencias que soporta el Oncológico para poder brindar una atención adecuada a los miles de pacientes que acuden al Instituto, no parecen ser suficientes para calmar la indignación no solo de la familia Oropeza, sino también de otras familias que han comenzado a comunicarse con SemanarioUno para compartir sus propios testimonios dramáticos, en los que los niños son los que más sufren. Es el caso de la adolescente Yiselle Céspedes Llanos, que falleció el 16 de junio pasado en el Oncológico, a seis meses de haber iniciado un tratamiento contra el cáncer.Los familiares de Yiselle también afirman que ella no murió de cáncer, sino por complicaciones que presentaron los mismos síntomas padecidos luego por Jimmy Luis y que, en su caso, fueron resultado de un grave cuadro infeccioso. Solo que a diferencia de la familia Oropeza, la familia Céspedes Llanos no tuvo posibilidades de hacer un reclamo y menos un examen forense para determinar con exactitud la causa de la muerte.En esa información parece estar el segundo gran problema para los familiares de niños con cáncer que llegan a fallecer: en las causas verdaderas de esas muertes. Jimmy Oropeza Turner insiste en decir que él no tiene dudas de que la causa de la muerte de su hijo no fue el cáncer, sino la septicemia provocada por la bacteria pseudomonas aeruginosa. Por eso incluye en su denuncia el delito de falsedad ideológica, con un dato curioso: el Oncológico ha emitido dos informes diferentes sobre las causas de la muerte de Jimmy Luis, dice al exhibir los respectivos documentos.Uno es el certificado de defunción en los que se señalan como causas directa el linfoma no hodgkin, causa antecedentes una pancreatitis aguda, causa antecedente originaria una falla orgánica múltiple y causa contribuyente, una coagulación intravascular diseminada. Este certificado lleva la firma de la médica Karla Cruz Ramírez. El otro informe está contenido en la carta dirigida por la directora del Oncológico, Martha Alicia Arrien, a la mamá y al papá de Jimmy Luis, y a la que SemanarioUno solo tuvo acceso este viernes 10 de julio, en la que invierte el orden de las causas e incluye, a diferencia del anterior, la septicemia: a) coagulación intravascular diseminada; b) sepsis; c) fallaorgánica múltiple; y, d) linfoma no hodgkin.La directora del Oncológico sabe que ahora ya no queda otro recurso para aclararlas causas de la muerte de Jimmy Luis, que el de enfrentar el proceso judicial que puede iniciarse tras la denuncia formal de Jimmy Oropeza Turner en la Felcc. La Felcc ya dispuso de un policía para que inicie los trabajos de investigación de policía judicial, en base a la cual el Ministerio Público decidirá si inicia o no un proceso ante el poder judicial. “Es una pena que se haya llegado a esto”, dijo Arrien al confesar que “yo ni sé qué es esto, lo verán los abogados”.¿Se avecina una tormenta sobre los responsables del Oncológico?De abrirse una causa judicial a pedido del Ministerio Público, para investigar la denuncia presentada por Jimmy Oropeza Turner contra autoridades y personal médico del Oncológico por los delitos de homicidio culposo y otros, no hay duda que el centro de salud, referente único en el país en el tratamiento del cáncer, tendrá que enfrentar serias dificultades para explicar no solo la muerte de Jimmy Luis, sino la de al menos otros doce niños fallecidos en el Oncológico entre febrero y junio del presente año.Los niños, plenamente identificados en la investigación que adelantó la familia Oropeza, presentaron síntomas similares a los que causaron la muerte de Jimmy Luis, de acuerdo al historial clínico y de medicación acompañado por los familiares de los pacientes en el área de pediatría del Oncológico.Un dato más: tras las dos primeras muertes sospechosas por causas ajenas al cáncer, registradas el 6 y el 8 de febrero del presente año, las responsables del Comité de Vigilancia Epidemiológica del Instituto Oncológico del Oriente Boliviano, Fresia Bruno de Jordán y Jenny Vasquez M., enviaron el 13 de febrero una solicitud a la directora Martha Alicia Arrien para el traslado de “los niños de pediatría que en la actualidad se encuentran hacinados en los consultorios de ambulatorio, esto debido a la falta de higiene y de los cuidados respectivos para evitar infecciones”.SemanarioUno no pudo conocer si hubo una respuesta formal y por escrito a esta solicitud, pero hecha la pregunta al respecto tanto a la directora del Oncológico, como al secretario departamental de Salud, confirmó que ambas autoridades conocían el pedido y la alerta dada por “falta de higiene”, así como por los riesgos que corrían los niños de contraer infecciones y por estar “hacinados en los consultorios ambulatorios”. El doctor Oscar Urenda solo lo supo al conocer la denuncia de la familia Oropeza, es decir, a fines de junio, pero la doctora Arrien conoció la emergencia el mismo mes de febrero, como admitió en la entrevista con SemanarioUno.¿Por qué no dispuso el traslado de los niños a un ambiente más seguro, si conocía los riesgos expuestos por el Comité de Vigilancia Epidemiológica dependiente de su dirección?, fue la pregunta obligada, la misma que estuvo acompañada de otra: ¿por qué, si incluso hubo un ofrecimiento del Hospital de Niños para habilitar allí un ambiente especial, aprovechando una infraestructura nueva que estaba desocupada?La directora del Oncológico, Martha Arrien, dice que efectivamente conoció la carta, así como el ofrecimiento del Hospital de Niños. Declara haber ido, incluso, hasta el Hospital de Niños para verificar las instalaciones. Con la información, añade, volvió al Oncológico y se reunió con su equipo médico para someter a consideración el traslado de los niños, a lo que se opusieron las dos pediatras oncólogas a su cargo, Yolanda Ernst y Estela Coleone, observando que no sería adecuado trasladar a los niños desde el Oncológico a otro centro.Es importante aclarar por qué Bruno y Vásquez hablaron de hacinamiento y de falta de higiene y riesgos de infección en los consultorios ambulatorios en los que el Oncológico está atendiendo a los niños desde finales del año pasado. Son consultorios improvisados en tiendas tipo campamento militar, instaladas en la parte trasera del Oncológico, que rodean un pequeño espacio con piso de cemento y tinglado, sin paredes laterales, que sirve de sala de espera para los pacientes. Para llegar hasta allí, los niños y sus familiares deben cruzar un patio y un pasillo sin techar, expuestos al sol y tierra en días de calor, o al viento frío y a la lluvia en días con temperaturas bajas. Los ambientes no son los apropiados para pacientes fragilizados y con defensas bajas.El ambiente para la quimioterapia e internación también es improvisado, y ocupa hoy la escuelita, en el que todavía se pueden ver los muebles propios de ésta, tapados con hule.Son ambientes precarios, en los que el personal médico y de enfermería debe trabajar sin contar con las condiciones necesarias. La habilitación de los mismos fue aprobada como una medida transitoria, que debía durar hasta marzo, para cuando se estimó estarían concluidas las obras de refacción y ampliación de las salas de internación, ubicadas en el cuerpo principal del edificio del Oncológico, así como de construcción de la nueva terapia intensiva para niños.Las obras, que se realizan gracias a la campaña de recaudación de fondos impulsada por las damas voluntarias argentinas y el padre Mateo, han sufrido retrasos importantes y no estarán concluidas antes de fines de julio, como lo confirmó la dirección del Oncológico.En un proceso judicial, el Oncológico tendrá que explicar por qué no dispuso el traslado sugerido por su propio Comité de Vigilancia Epidemiológica y apoyado también a través de cartas formales por la Asociación de Padres de Niños con Cáncer y por la Fundación Afanic Bolivia que trabaja voluntariamente en el Oncológico, cartas que tampoco tuvieron respuestas por parte de la dirección del hospital. Más aún si se considera que después de la primera carta del CVE, fechada el 13 de febrero, se siguieron registrando muertes de niños por posibles cuadros infecciones: dos en marzo, dos en abril, cuatro en mayo y tres en junio, todas este año.También tendrá que explicar qué medidas se tomaron ante la evidencia de bacterias de tipo psedomona A, aspergillus, shigella y estafilococos aureus en los ambientes improvisados para atender a los niños con cáncer.Por último, tendrá que explicar por qué no está realizando los estudios de laboratorio para los cuales está habilitado, contando con personal especializado, radioactivos y otros insumos básicos. Desde mayo, por ejemplo, no realiza los hemocultivos, entre otros estudios y cultivos. El secretario departamental de Salud, Oscar Urenda, asegura que el Oncológico recibe todo lo necesario para vender este servicio, y no hay justificación válida para que los pacientes se vean obligados a comprar ese servicio en laboratorios privados.La directora del Oncológico dice que en mayo hubo una emergencia, y que fue obligada a retirar el servicio de bactereología del lugar donde funcionaba para construir un nuevo ambiente, por exigencias de normas de acreditación. “Pero la obra ya concluyó y ahora es solo cambiarse”, cierra Arrien.f2Interior del consultorio ambulatorio improvisado para atender a los niños con cáncer. f3 Vista parcial de la escuelita, donde se ha habilitado provisoriamente la internación de los niños con cáncer. f4Panorámica de las instalaciones provisionales habilitadas en el Instituto Oncológico para la atención ambulatoria de niños con cáncer.Oscar Urenda, secretario departamental de Salud: “Si hay fallas en el Oncológico, lo determinará la auditoría médico legal”Maggy Talavera / SemanarioUnof5Oscar Urenda, secretario de Salud y de Políticas Sociales de la Gobernación de Santa Cruz. De su despacho dependen, desde 2010, los hospitales de tercer nivel, entre ellos el Oncológico.El secretario de Salud y Políticas Sociales de la Gobernación de Santa Cruz, Oscar Urenda Aguilera, ordenó al Sedes iniciar una auditoría médico legal en el Instituto Oncológico del Oriente Boliviano para investigar las causas de la muerte del adolescente Jimmy Luis Oropeza Ruiz, registrada en ese centro médico el 23 de junio. Los padres de Jimmy Luis aseguran que no murió de cáncer, sino por septicemia. El Oncológico ya activó su comité de auditoría. La denuncia de la familia Oropeza está en la Felcc e incluye una lista de once niños fallecidos desde febrero a junio en ese nosocomio, con síntomas similares a los que se presentan en cuadros infecciosos.Una preocupación central marca la entrevista que el secretario de Salud y Políticas Sociales de la Gobernación de Santa Cruz, Oscar Urenda, concedió a SemanarioUno el martes 7 de julio sobre la denuncia presentada contra los responsables del Instituto Oncológico del Oriente Boliviano, por la muerte del adolescente Jimmy Luis Oropeza Ruiz “por septicemia y no por cáncer”, como dice la declaración informativa que el papá, Jimmy Oropeza Turner, ya presentó ante la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc). “Nos preocupa que la gente se asuste y crea que en el Oncológico la gente se está muriendo por infecciones, porque no es esa la realidad (…) no queremos provocar pánico en la población frente al único hospital que atiende a enfermos con cáncer”, dice Urenda.Lo dicho por Urenda es cierto. El Instituto Oncológico del Oriente Boliviano no es solo el único con capacidad para atender a los enfermos de cáncer de Santa Cruz de la Sierra, sino también para dar atención a cientos de pacientes que llegan desde los más de cincuenta municipios cruceños y otros más que proceden de otros departamentos del país. Creado hace más de treinta años, cubre más de la mitad de la demanda de pacientes con cáncer en condiciones que han tenido mejoras importantes en tres décadas, pero que no han sido suficientes para consolidar un servicio óptimo y una oportuna atención. O, como dice el secretario departamental de Salud, “un servicio de calidad y con calidez”.Los más de cuarenta millones de bolivianos que la Secretaría de Salud de la Gobernación le asigna al Oncológico para su presupuesto anual, casi tres veces más que el que recibía antes de ser transferido al gobierno departamental, así como la dotación de nuevos ítems y de equipos de última generación, ha permitido que el hospital, en palabras de Urenda, “deje de parecer un leprosario y hoy tenga mejores condiciones”.Aun así, y pese a la ayuda importante que recibe el Oncológico del voluntariado, presenta limitaciones: hay sobrecarga de trabajo para los médicos oncólogos, sobre todo en pediatría, servicio que solo cuenta con dos especialistas, cuando necesita al menos siete. Esto provoca gran estrés en el equipo médico. En el caso de pediatría, conocimos testimonios que dan cuenta del esfuerzo extraordinario que suelen hacer las pediatras oncólogas para dar cuenta de la atención de un promedio de doscientos niños que pasan por el Oncológico cada año. Lo mismo pasa con otros equipos, como el de enfermería y el de algunas áreas de limpieza.Hay deficiencias en el servicio de laboratorio y carencias de infraestructura, que están tratando de ser subsanadas a través de obras de ampliación en curso. Es el caso de la ampliación del área de internación y la nueva terapia en pediatría, lo que obligó al traslado de los pacientes a ambientes provisionales y precarios; así como el del servicio de microbiología, inactivo desde mayo por una obra dispuesta a último momento, obligada por un tema de acreditación, según explicó a SemanarioUno la directora del Oncológico, Martha Alicia Arrien.Pero estas dificultades, ¿justifican fallas en el servicio que ponen en riesgo la salud ya precaria de los pacientes que acuden al Oncológico? Oscar Urenda responde.Desde la transferencia de los hospitales del tercer nivel a las gobernaciones, hay un nuevo sistema de salud en el país. En el caso de Santa Cruz, ¿ese cambio ha sido positivo o negativo?Es positivo. Santa Cruz ha implementado un nuevo modelo, a raíz de esa transferencia, que es único en el país. Es un sistema desconcentrado, con unidades gerenciales, para que desde los hospitales se manejen todos los procesos. Se les ha dado autonomía de gestión. Se les transfiere recursos, para que se maneje todo desde cada hospital. El propósito es que no haya burocracia que retrase desembolsos destinados a la compra de reactivos, insumos, medicamentos y equipos menores. La Gobernación solo compra, a través de su sistema de administración, equipos más sofisticados o licita obras mayores de infraestructura. Todo lo demás lo hace cada hospital. Eso ha cambiado las cosas: los hospitales están mejor, más limpios y con más equipos.En tres años (que corren desde la transferencia), ya van más de mil cien millones de bolivianos de inversión de la Gobernación, que ha transformado los hospitales. Se les ha dado 1.234 ítems nuevos, pese a ser esta una competencia del gobierno central. Se ha invertido en equipos de última generación y se han cambiando las condiciones de trabajo. Es verdad que aun falta mucho por hacer, pero ahora se nota que los hospitales de tercer nivel están mejor. Necesitamos más gente, más eficiencia, mayor calidad y calidez. Pero en tres años hemos avanzado lo que no se hizo en veinte años.¿Cómo fiscaliza la Secretaría de Salud la gestión de los hospitales y la ejecución de sus presupuestos, para saber si lo están haciendo bien o mal?La Secretaría de Salud ha creado una dirección dentro de sus atribuciones, la de Fortalecimiento a la Gestión Hospital. Su directora es una abogada, Alison Monje Ramos, que tiene a su cargo administradores, auditores, médicos, que hacen seguimiento y tienen gente de enlace en los hospitales para ver avances de cuentas, solicitud de recursos, modificación presupuestaria, agilización de trámites para superar la burocracia. Son unas cincuenta personas. También controlan el SUMI, las cuentas por cobrar a la Alcaldía. Hay abogados que apoyan a los hospitales y auditores que auditan todo el proceso.Tomando en cuenta ese control, imagino que usted ya conoce la denuncia presentada contra el Oncológico por la muerte del adolescente Jimmy Luis Oropeza Ruiz, atribuida a una septicemia y no al cáncer, ¿es así?Tengo conocimiento de este caso que, lastimosamente, sucedió. Lo sentimos muchísimo. Sentimos mucho la muerte de cualquier paciente, que teniendo alguna posibilidad (de vivir), tiene algún problema como en esta situación.Una muerte por infección hospitalaria es siempre complicada para el hospital, a pesar de los factores predisponentes o determinantes que llevan a ello, como ser la baja de las defensas de estos pacientes con cáncer que están expuestos a infecciones más fáciles (de contraer), que cualquier otro paciente. La pseudomonas aeruginosa es una bacteria ambiental que está permanentemente en hospitales, sobre todo en áreas críticas de terapias y quirófanos, cuando no son detectadas como deberían serlo. El hospital, como todos, debe tener un comité de infecciones y un comité de auditoría para hacer el seguimiento, prevención, control o auditaje de procesos que terminan en situación complicada como la del joven Oropeza. El Sedes también debe activar sus mecanismos de infecciones y de auditoría para poder verificar que se cumplan las normas de cuidado en los hospitales.No es para justificar, pero el Oncológico está en un proceso de construcción de sus nuevos ambientes de terapia intensiva y de internación (en pediatría), y eso provocó que se internen pacientes en un ambiente provisional, y que continuará por treinta días más. Tenemos conocimiento de una carta en la que se pidió el traslado de los niños, y que las pediatras consideraron que no deberían ser trasladados y continuaron en estas condiciones de instalación provisional. Eso es posible que hubiera provocado una complicación, no hay duda. No queremos bajo ningún aspecto tratar de justificarlo y estamos investigando. Yo he instruido al Sedes para que se haga la auditoría y tengo entendido que el Oncológico también activó su comité de auditoría.Efectivamente hay una carta del Comité de Vigilancia Epidemiológica del Oncológico, a la dirección del hospital, fechada el 13 de febrero, con la advertencia de riesgo de infecciones y de hacinamiento de pacientes, en la que se pidió el traslado de los niños a ambientes más seguros. Ese traslado no se dio. Desde esa fecha hasta junio, al menos doce niños han muerto en el Oncológico con síntomas atribuidos extraoficialmente a infecciones intrahospitalarias, y no al cáncer. ¿Usted conoce también esta información?Lo que tenemos que hacer es ser muy estrictos con nuestra auditoría. Si esta determina que allí hay un proceso de exposición (a infecciones) por falta de previsión, hay que buscar a los responsables. Si es un proceso corregible de manera técnica, administrativa o de procedimiento, también. No quisiera satanizar a nadie. No queremos provocar pánico en la población frente al único hospital que atiende a enfermos con cáncer. Un hospital que está en mejoras. Nos preocupa que la gente se asuste y crea que en el Oncológico la gente se está muriendo por infecciones, porque tampoco esa es la realidad. Allí hay muy buenos profesionales, a pesar que nos faltan oncólogos. Pero este es un caso grave, no hay duda de que tenemos que extremar esfuerzos.Quiero destacar que hemos implementado en todos los hospitales de tercer nivel, entre ellos el Oncológico, servicios de limpieza y sanitarias que antes no existían. Hemos contratado una empresa de limpieza –Urrutibehethy, la única que tiene insumos propios para limpieza de hospitales-, para que haga ese servicio. Fue adjudicada por licitación. Le cuesta caro a la Gobernación: son nueve millones de bolivianos que se presupuestan cada año para pagar ese servicio. Antes era trabajo solo manual, del personal de los hospitales. Ahora no, ahora hay una limpieza especial y profesional en las áreas críticas que son terapia, quirófanos, emergencia. Ya la internación y pasillos la hace el personal de cada hospital.Pero el caso es grave, porque a pesar de estos esfuerzos se están presentado esas complicaciones. Nos preocupa, porque algo debe estar fallando, algo no debe estar siendo controlado. No quiero satanizar. Deberían extremarse esfuerzos. No sucede solo en uno hospital, sucede en todos, incluso en clínicas privadas. Posiblemente por la alta demanda de pacientes, de cirugías, no siempre da tiempo suficiente para esterilizar de manera eficiente (las instalaciones críticas de los hospitales) cuando hay mucho movimiento de pacientes.¿La Gobernación está pagando el servicio de limpieza a una empresa especializada? Tenía la información de que era un servicio voluntario…Ya quisiéramos que fuera gratis. No lo es. Es resultado de una licitación de servicio. Son nueve millones de bolivianos al año. No tengo la cifra específica del Oncológico, porque la licitación del servicio es global. Si hay fallas en la limpieza (que hace Urrutibehety), lo dirá también la auditoría. Esperemos que no la haya, porque nosotros somos muy estrictos en todos los términos de referencia en la licitación. Pero debo aclarar de antemano que a esta empresa no le corresponde la esterilización de los ambientes, sino solo la limpieza. La esterilización (de las áreas críticas) le corresponde a los hospitales, a través de sus laboratorios, que deben, junto a sus comités de vigilancia epidemiológica, ver si los ambientes están libres de patógenos como los que han provocado la muerte de este muchacho, y el propio hospital, a través de su sistema de esterilización, aislar las bacterias. Y si no tiene condiciones para ello, debe acudir al Sedes.Como usted dice, algo debe estar fallando en el Oncológico y esto lo determinará la auditoría en curso. Pudimos detectar otra falla, además de la vista en el control de bacterias: no está funcionando el laboratorio del Oncológico y los pacientes deben acudir a servicios privados. Fue lo que hizo la familia Oropeza para conseguir un hemocultivo ordenado por la pediatra oncóloga.Esa es una responsabilidad del hospital. En este caso, probablemente del propio laboratorio. Al hospital no le debe faltar nada. Con los recursos que se le dan, no debe faltar ni reactivos, ni medicamentos, ni insumos. Al Oncológico se le ha dotado de bioquímicos y técnicos bioquímicos para que trabajen en ese laboratorio. Hay una profesional especializada en infecciones, en microbiología y este tipo de análisis. Qué sospecho, Maggy, que por desidia o intereses particulares se manden a hacer análisis en otra parte. Y eso sería gravísimo. Lo estamos investigando. No puede ser que un hospital tenga que acudir a laboratorios privados. Nosotros no somos compradores de servicios, sino vendedores de servicios, a los seguros, a los propios pacientes, con precios accesibles. Pero el hospital no puede dejar de tener y cumplir con este servicio.Si usted calcula la cantidad de personal y presupuesto que se asigna a los hospitales, es mucho más que lo que tiene cualquier clínica privada. No hay más que una clínica privada que cumple con los requisitos de la Organización Mundial de la Salud en Santa Cruz, al igual que lo hacen los hospitales. La cantidad de personal que tienen los hospitales no la tiene ninguna clínica, se lo puedo asegurar. Y ahora que hay presupuesto, que se han invertido cerca de 300 millones por año, es inadmisible que le falte algo al hospital. O es falta del jefe de laboratorio o del área que no pidió lo necesario, o hay una falla administrativa que no la podemos permitir.Tengo información que la falta de servicios de laboratorio viene desde mayo, y que los riesgos de infección comenzaron a detectarse en febrero, tras la muerte de dos niños posiblemente por septicemia. ¿Usted no fue informado de estos problemas en febrero y mayo?No hemos recibido nada. Yo me enteré de estos casos a raíz de la visita de don Jimmy Oropeza (el papá del adolescente Jimmy Luis, muerto el 23 de junio en elOncológico, a tres meses de haber iniciado un tratamiento para controlar y combatir un tipo de cáncer conocido como linfoma periférico de célula T).Los niños con cáncer que acuden al Oncológico comenzaron a estar expuestos a riesgos de infecciones intrahospitalarias en enero, a raíz del traslado a instalaciones provisorias en la parte trasera del hospital, obligado a su vez por las obras de ampliación en internación y nueva terapia intensiva iniciadas en diciembre del año pasado, que debían estar concluidas en marzo u abril del presente año, según informes recogidos en el hospital. ¿Por qué se han atrasado las obras?No hay retraso. Hay que agradecer, más bien, mucho al voluntariado. La ampliación que se está haciendo en terapia e internación es una obra lograda con el apoyo del padre Mateo y de las damas voluntarias argentinas. Nosotros los apoyamos con equipamiento. Así se hizo la emergencia del hospital de Niños. Las obras están en curso, serán entregadas este mes. También hay otra obra en ejecución, es el bunker para el acelerador lineal, que también estará listo a fines de año.Yo tenía el dato de marzo o abril para la entrega de esas obras, usted dice que el plazo es a fines de julio. En cualquier caso, ¿por qué no se dispuso el traslado de los niños con cáncer a otro lugar más seguro, como sugirió el Comité de Vigilancia Epidemiológica? Sé incluso que hubo un ofrecimiento del hospital de Niños, para dotarles de un ambiente nuevo y aislado.Esa respuesta la dará la auditoría médica que ya está en curso, como dije antes. Este es un tema eminentemente técnico y de rectoría. El Sedes ha movilizado la parte de auditoría médica, requiriendo toda la información para ver si correspondía o no el traslado. No es fácil trasladar a los pacientes de un ambiente a otro, a otro hospital, como el de Niños en este caso, porque en este centro se atienden otras patologías que no se relacionan con el cáncer. A menos, claro, que podamos tener una ambiente totalmente aislado. No sé si habían las condiciones para ese traslado, no sé si las pediatras tuvieron o no razón para no autorizar el mismo, esto también ser verá en la auditoría. Lo importante es que los pacientes y familiares confíen en que queremos actuar correctamente, y si hay fallas, las vamos a subsanar.¿Cuál es el presupuesto que la Gobernación le asigna al Oncológico?Se le está dando alrededor de cuarenta millones de bolivianos. Antes recibía menos, muy poco. No tengo la cifra exacta en este momento. Pero ya el padre Mateo lo dijo: antes, el Oncológico era como un leprosario, pero hoy ya tiene mejores condiciones. Tiene además el apoyo de las voluntarias, está Afanic España que da medicamentos, también el padre Mateo y las damas argentinas, la Legión de Combate al Cáncer… son muchos esfuerzos aunados para paliar las necesidades que demandan los pacientes con cáncer. Este es un tratamiento muy caro. En media, una familia gasta alrededor de 90 mil bolivianos para cubrir un tratamiento, y obviamente la Gobernación no tiene condiciones para dar gratuidad al mismo. Son los voluntariados los que hacen un trabajo extraordinario. Afanic España, por ejemplo, se gasta alrededor de 400 mil euros, más de 300 mil dólares, para dar medicamentos oncológicos. El gobierno también da algunos insumos para las quimioterapias, pero no son suficientes. Si se compara al Oncológico con otros hospitales del país que prestan alguna atención a los enfermos con cáncer, verá que ése está mejor que los del resto del país; estos últimos están abandonados. Eso hace que la mayoría de los enfermos de cáncer se vengan al Oncológico de Santa Cruz que, cada vez, tiene que tener más recursos para cubrir una mayor demanda.No hay duda que el gobierno central debería cubrir todos los ítems necesarios, que es lo más urgente y más caro. También deberíamos pelear para que todos los enfermos con cáncer entren al seguro de salud, ya que hoy no son beneficiaros, están excluidos del beneficio. En otras palabras, discriminados. La Gobernación de Santa Cruz ha logrado al menos asegurar la gratuidad de la sangre para los niños con cáncer (un logro de la presión y movilización impulsada en su momento por el padre Mateo y familiares de los enfermos). No es suficiente, es cierto. La mayoría debe recurrir a las farmacias a comprar medicamentos muy caros, que no están incluidos en ningún seguro. En los hechos, no hay Participación Popular, ni pacto fiscal, ni transferencia de recursos desde el gobierno central para mejorar esta atención.Usted habló de la necesidad de asegurar calidad y calidez en la atención a los enfermos, ¿cómo lograr ese ideal? Una de las quejas recurrentes en todos los servicios de salud es, sobretodo, la falta de calidez. Una excusa común de los aludidos es que trabajan mucho y ganan poco, ¿tienen razón?Yo creo que el aburrimiento uno debe dejarlo afuera, antes de entrar al hospital, porque el enfermo y el familiar del enfermo lo que buscan es apoyo, atención, cariño, buen trato, solidaridad. Lastimosamente, hay mucha gente que no está capacitada mental y espiritualmente para ello: aunque existe gente que trata muy bien a los enfermos, es verdad que hay otros que deberían renunciar e irse a su casa, que no deberían estar atendiendo a un enfermo. Ojalá esto cambie, como lo estamos logrando en el hospital San Juan de Dios, con el esfuerzo de médicos, de enfermeras… en el tema de salud hay mucho por hacer.Quién es Oscar UrendaOscar Urenda Aguilera nació en Santa Cruz, Bolivia. Graduado como médico cirujano de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), Universidad de Santiago de Compostela, (España) y posteriormente en San Pablo (Brasil), ejerció su profesión en la Caja Nacional de Salud, en la Maternidad Percy Boland y en la Caja Petrolera de Salud, donde además fue administrador; todos estos centros médicos, en Santa Cruz de la Sierra. Asimismo, fue presidente del Club 24 de Septiembre, director del Comité pro Santa Cruz y diputado nacional. Ejerció como vicepresidente de la Comisión de Desarrollo Humano y de la Comisión de Salud en la Cámara de Diputados y como presidente de la Brigada Parlamentaria cruceña. Desde 2011 ejerce como secretario de Salud y Políticas Sociales de la Gobernación de Santa Cruz.