El canciller Evo, Brasil y el mar

Winston EstremadoirowinstonDe ser ahijada predilecta de Brasil se evolucionó –nunca más acertado el verbo- a país paria al que hay que circunvenir. Los agravios a la potencia vecina son imputables a Evo en el papel de Canciller a cargo de las relaciones diplomáticas de Bolivia.Nadie me quita que el régimen del “proceso de cambio” en Bolivia empezó en el Foro de São Paulo. La meteórica ascensión de Evo Morales debió mucho al padrinazgo conjunto –el uno puso la plata, el otro el apoyo político– de Hugo Chávez (sí, el de la farra de millardos de petrodólares venezolanos), y de Lula da Silva (sí, el populista de la potencia BRIC –Brasil, Rusia, India y China– en ciernes). La madrina que puso el ramo de flores mustias de una ideología obsoleta fue la Cuba de los hermanos Castro. Los izquierdistas del Foro de São Paulo relevaron al apoyo de la Unión Soviética. La subvención comunista y el petróleo ruso fueron reemplazados en Cuba por petrodólares e hidrocarburos venezolanos.Dejo para otra discusión comparar la sartén corrupta de mafiosos, turistas, coristas, casinos y el pueblo muerto de hambre en la Cuba de Batista, o la brasa idealista de la Revolución castrista que fascinó a tantos (me incluyo entre ellos), antes de hundirse en dictadura de ‘nomenklatura’ dominante, turistas, coristas, casinos y el pueblo muerto de hambre. Pero si de ideología y del manejo del Estado en pos del bien común se trata, el socialismo del siglo 21 tiene en la Venezuela actual un ejemplo que pocos países sensatos quieren, o deben, seguir. La patria de Bolívar ya no es el refugio de tanto exiliado político, ni el faro que con la Doctrina Betancourt llevara a buen puerto a la patria grande latinoamericana.El significado de “canciller” tiene varias acepciones. La de este artículo no es la del empleado de una legación; en una república democrática, tampoco la del encargado del sello real que otorga privilegios y fueros. Los extremos ideales, por no decir dicotomía, oscilan entre el canciller que es a la vez jefe de gobierno (Hitler fue el más notorio prototipo alemán), y el ministro de Relaciones Exteriores.Yo opino que en Bolivia el canciller es el propio Presidente del Estado Plurinacional; el encargado de nuestra diplomacia es como esos jarrones (en este caso, tiahuanacota) que adornan las salas. Su pervivencia tal vez debe más al discutible indigenismo del Gobierno, que a veces parece aymara-centrismo apareado con centralismo paceño, en un país de mayorías quechua e hispano-hablantes de gente mestiza latinoamericana–variedad boliviana.Los últimos días han dado lugar a la perla de concentrar esfuerzos de acercamiento con Perú y Paraguay. ¿Será porque los otros tres vecinos –los poderosos Brasil, Argentina y Chile- no tienen en sus prioridades a la díscola Bolivia de Evo?Ciertamente las relaciones entre nuestro país y su vecino más extenso son un ejemplo de lo dicho. De ser ahijada predilecta de Brasil se evolucionó –nunca más acertado el verbo– a país paria al que hay que circunvenir. Los agravios a la potencia vecina y a su presidenta Dilma Rousseff, son imputables a Evo en el papel de Canciller a cargo de las relaciones diplomáticas de Bolivia.Cansado quizá de picar como hormiga a la pata del mastodonte “imperial” estadounidense, Evo se volcó contra Brasil. Hirió su orgullo nacional con los aires mussolinianos de ocupación militar de predios petroleros brasileños. La Ministra de Energía de Brasil de visita en La Paz fue tratada como sospechosa de narcotráfico: ¿qué sana-sana, culito de rana se puede hacer con la ahora Presidenta de Brasil? El dinero que Petrobras invertiría en Bolivia apuntaló los hallazgos petroleros del Pre-Sal, que redujo la importancia de Bolivia para Brasil. La legación en Brasilia es tal vez más gravitante que el consulado en Santiago o la embajada en Washington; sin embargo, nombran embajadores a políticos que quizá la pasan comentando fútbol del ‘Brasileirão’.En el pasado he relevado la importancia que tiene el inmenso Brasil para Bolivia. Argüí que una piedra angular de nuestra geopolítica debería ser el acceso soberano al Pacífico, sí, pero rompiendo la tradicional alianza ente Itamaratí y La Moneda, entre Brasil y Chile. Llegaríamos al Pacifico atando nuestro carretón al fórmula uno brasileño, que requiere acceder a mercados asiáticos. Cambio real en Bolivia sería volcarse a dos terceras partes del territorio nacional, llegando al Atlántico por hidrovía que Aguirre Lavayén plasmó en Puerto Aguirre; por los pocos privilegios que Melgarejo obtuvo en 1867 en puerto boliviano en Porto Velho, el río Madeira y el río-mar.Al presente, tenemos a Brasil con sus hidroeléctricas en el río Madeira, sin exclusas para salir del encierro marítimo ni represas binacionales. Continúa la inversión que industrializará hidrocarburos con gas boliviano, sin que nuestro país pueda conectar el energético al Mutún. A la luz del escándalo Lava-Jato en Brasil, ¿cuándo reventará el  “puchichi”  de los vínculos de carreteras bolivianas con empresas corruptas como la OAS? Siguen empecinados con la carretera asesina del Tipnis, mientras Perú y Brasil le hacen un bypass a Bolivia en el tren bioceánico.Es diferente gobernar en bonanza y en tiempos de vacas flacas que se avecinan. Perdimos el tiempo con Chile, la embarramos con Perú, la chamboneamos con Brasil. Es necesario un golpe de timón en las relaciones internacionales.Los Tiempos – Cochabamba