En Bolivia, los centros de rehabilitación son muy pocos y privados.EL DEBER
Es un drama que los padres prefieren ver lejano antes que asumirlo como una amenaza tan cercana que puede destruir la vida de su propia hija.Los casos de violencia sexual, trata y tráfico de personas se disfraza con infinidad de rostros y se acerca cada vez más, se aprovecha de problemas familiares y hace estragos.Acaba con la inocencia de niñas de 10 años, con la de muchachas que viven en barrios alejados y humildes a las que espera a la salida de la escuela; en la misma medida que seduce a estudiantes de universidades privadas y usa instrumentos como las redes sociales.Hace más de cinco años Juana tenía 13 años y fue entregada por su propia madre a un hombre por dinero, luego a otro y a otro. Así, fue a dar a manos de un tratante que hacía negocios con su cuerpo.La joven fue rescatada por la fundación Munasim Kullakita, que tiene un hogar que alberga a estas víctimas en El Alto. La institución ubicó al padre y comenzó un proceso de acercamiento con su hija, pero tras varias salidas con él, la misma joven, que tiene una deficiencia neurológica, contó que él “la había tocado”.La fundación se querelló contra el hombre que ahora está recluido en la cárcel de San Pedro. La joven tiene 18 años, pero la jefa de proyectos de la institución, Reyna Cachi, aseveró que la muchacha seguirá bajo resguardo.Claudia tenía 10 años. Acompañó a su hermana a una fiesta y en un descuido, se le acercó una mujer de pollera, que incluso cargaba un bebé.“Me ofreció trabajo, yo quería ayudar a mi mamá. Parecía muy buena persona. Pidió que cuide a su pequeño, ofreció dinero. Me pidió que la acompañe para ver dónde era su casa, al llegar, me quitó la cartera de mi hermana, que yo cuidaba y me tuvo encerrada”.Con golpes y amenazas la llevaron a Caranavi, primero, y nos traficaba. “Estaba con viejos, tengo ese trauma, parecían mis abuelos. Tengo traumas”.Mira fijamente al interlocutor, dice que se siente sucia “ni todo el jabón del mundo puede lavarme, me da asco mi cuerpo. Éramos hartas chicas, nos mantenía drogadas, nos daba pastillas, nos vacunaba con inyecciones. Cuando una chica se embarazaba ya no le servía, y la mataban delante de nosotras. Les agarraba del cabello y les cortaba el cuello”.Un día la señora bebió, varias de sus víctimas la “drogaron con sus mismas cochinadas”, y escaparon. Claudia quedó embarazada de una niña que falleció este año, el padre de la pequeña se suicidó y hace poco su madre también falleció. “No creo en nadie, ¿Dios?, no creo en nada de eso”, revela. Así, este demonio arrasa con la vida de muchachas inocentes.
Los centros de rehabilitación son muy pocos y privados
El Gobierno admite que falta mucho por hacer para rehabilitar a las jóvenes que son rescatadas. Los centros de acogida son administrados por ONG
Gente sospechosa del delito de trata de personas con fines de explotación sexual. Archivo.
En La Paz y El Alto hay 10 centros de acogida, mientras que en Santa Cruz son solamente tres centros que reciben a víctimas de violencia sexual, laboral, además de trata y tráfico, según la directora del rubro del Ministerio de Gobierno.Los daños psicológicos que dejan estas experiencias, en las jóvenes dejan marcas imborrables. La funcionaria admitió que la mayoría son Organizaciones No Gubernamentales especializadas, como también instituciones que son partes de los gobiernos municipales. “Nos ayudan, pero no pueden accionar solos, sino en coordinación con las instancias del Estado”, manifestó.Además, hace notar que las gobernaciones, a través de los Sedeges, tienen una participación activa en el tema, y algunos centros de acogida.En conclusión, “Bolivia no tiene todavía un centro especializado en el tratamiento de las víctimas de trata y tráfico de personas, ese es nuestro desafío más importante”, aseveró.Para la funcionaria, el origen principal del problema son las falsas promesas generadas por supuestas agencias de empleo.Sin embargo, la coordinadora de proyectos de la fundación Munasin Kullakit, Reyna Cachi, asegura que los rostros de los tratantes son muy diversos.Torrico aseveró a EL DEBER que no se han detectado en el país clanes delincuenciales especializados en la trata, pero reveló que como ocurre en el narcotráfico “hay emisarios de organizaciones internacionales que operan en el país”.Una evaluación que realizó recientemente el Gobierno, establece que los países a los cuales se llevan a jóvenes para someterlas a explotación sexual son Perú, México y Brasil.El año pasado, según Torrico, la Cancillería logró la repatriación de 138 jóvenes, “que es un trabajo clave para nosotros”.Sin embargo, una vez más, la rehabilitación está pendiente.Las estadísticas que se manejan son proporcionadas por la Policía y el Observatorio Nacional de Seguridad Ciudadana. En el país, en el primer trimestre se atendieron 83 casos. El año pasado, se registraron más de 400 casos en total.En el ojo de la tormentaLa Fundación Munasim Kullakita opera en El Alto hace ocho años, con jóvenes desde 10 hasta los 18 años.Una de las labores principales de esta ONG, que se sustenta de cooperación internacional y que busca consolidar su sostenibilidad es la formación de una panadería para garantizar el funcionamiento de un hogar de acogida que alberga actualmente a 17 menores.La tarea de la organización comienza con una labor que ellos denominan de calle, explica la coordinadora Reyna Cachi, “visitamos todo lo que es la Ceja, Senkata, 16 de Julio, Río Seco, donde observamos e identificamos a las adolescentes. Ubicamos a las nuevas que están en situación de vivir en la calle, porque ya conocemos a las antiguas, nos acercamos, las contactamos, y tratamos de ayudarlas de entrada”, manifestó.Con respecto a los tratantes, señaló que cuentan con poca información sobre los clanes, pero lo que sí está claro para ellos, es que “hay lugares claves de captación, y luego los delincuentes trasladan a las jóvenes a otros lugares para la explotación sexual comercial”.Cachi advierte que las internas en el hogar atraviesan por etapas de rehabilitación. Tienen un convenio con un establecimiento educativo, y los docentes van al lugar a dar clases a las jóvenes.Luego, las muchachas tienen la opción de salir a los colegios. Paralelamente, se hace un trabajo psicológico con los familiares, y cuando se ve que ambas partes están listas, la interna puede irse a casa. La capacitación es importante.Se trabaja en panadería y costura, con lo que logran incluso tener un ingreso durante su tratamiento. El hogar funciona en una casa que fue cedida por el sacerdote Sebastián Obermaier en El Alto. Se los puede contactar en el mail [email protected] y en el teléfono 2843853
La extorsión es una de las armas clave
Una fiesta en una casa a todo dar en la zona sur de La Paz. Yovanna (nombre ficticio) es una estudiante de una universidad privada de alto prestigio, de familia acomodada. Asistió, le invitaron un par de tragos, lo que fue suficiente para que quede inconsciente.
A la mañana siguiente, despertó muy adolorida. Tiene pavor, porque pese a que la violaron, y más de una persona, los agresores filmaron todo y desde entonces la amenazan. Ella asegura que su vida es un tormento, porque sus padres ignoraban lo ocurrido, hasta que se atrevió a enfrentarlo.Otra estudiante conoció a un galán en una discoteca. El joven se contactó con ella por Whatsapp y la llevó a tener relaciones virtuales. Luego, el hombre comenzó a presionarla para que envíe fotos, se negó y recibe amenazas.