Política cambiaria para adultos

MORALESJuan Antonio Morales*La discusión académica sobre cuál es el mejor sistema cambiario lleva varias décadas, sino siglos. Ha dejado empero de ser un tema meramente escolástico en la coyuntura actual cuando las monedas de nuestros socios comerciales, cualquiera sea la razón, se han estado depreciando. Este shock exógeno crea desafíos para nuestra política cambiaria, que no pueden ser ignorados. Escudarse en el argumento de que la economía boliviana es muy sólida y sentirá nada, por lo que puede mantener fijo su tipo de cambio, es ignorar lo que ya está pasando y pecar de excesivo optimismo.No cabe duda que un tipo de cambio fijo tiene méritos y es tal vez el único posible, por un tiempo, para países de débil institucionalidad. El problema es cuando hay turbulencias en el contexto internacional, el cambio fijo penaliza a los sectores productivos. Con tipo de cambio fijo tampoco hay mucho espacio para la política monetaria, cuando más se la necesita. Basta examinar lo que está pasando con Grecia en estos días. El mayor y más doloroso problema se presenta cuando las circunstancias obligan a abandonar o a maxidevaluar el tipo de cambio fijo. Que nos lo digan nuestros vecinos argentinos, con lo que les pasó el 2001.El sistema de minidevaluaciones que se empleó entre 1985 y el 2006 no tenía por objeto frenar las importaciones, como parecen sugerir algunos funcionarios del gobierno actual, sino de proteger a la producción nacional de importaciones que les hicieran una competencia desleal. No había quejas en esas épocas, como las hay ahora, de maiceros, arroceros, textileros, confeccionistas y así por delante.Por otra parte, se evitaba la formación de expectativas de maxidevaluación. No es cierto tampoco que las devaluaciones se traducían en inflaciones: basta mirar los datos de lo que pasaba con el tipo de cambio real, con lo que está pasando ahora. El tipo de cambio real, se recordará, toma en cuenta el tipo de cambio y la evolución, tanto de los precios internos como de los precios internacionales.La meta de la política cambiaria en la década de los años 90 y hasta el año 2005 era la de un tipo de cambio real estable y competitivo, pero  con la condición de mantener una inflación baja. Con esa política Bolivia se defendió bien de la crisis regional que se desató luego de la devaluación del real brasileño, en enero de 1999, y que duró hasta 2003.Las políticas fiscales y salariales tienen que ser consistentes con la política de tipo de cambio fijo para evitar la sobrevaluación. Con relación a la política fiscal, ella presionará sobre los sectores donde hay cuellos de botella, haciendo aumentar los precios. Tampoco el gigantesco programa de inversiones públicas podrá financiarse con el ahorro corriente del Gobierno y se tendrá que apelar a la deuda o a las reservas internacionales.No hay duda de que el Gobierno nacional tiene espacio para endeudarse y que tiene suficientes reservas. Se ha de advertir, sin embargo, que financiarse con deuda o empleando las reservas internacionales conlleva riesgos.Se ha anunciado que el Gobierno tiene la intención de colocar nuevamente mil millones de dólares en bonos en los mercados internacionales. Encontrará compradores para los bonos, pero pagando tasas de interés elevadas, en un momento en que se ha anunciado que las tasas internacionales de interés estarán subiendo.Por otra parte, la excesiva dependencia de nuestras exportaciones de las materias primas y el mismo déficit fiscal proyectado para este año aumentarán la percepción de riesgo país, a pesar de lo que dice el angelical reporte de la agencia de calificación de riesgo Fitch.  La política salarial tampoco es consistente con la política de tipo de cambio fijo. Los fuertes incrementos salariales, con un sistema de tipo de cambio fijo,  hacen que muchas empresas estén aguantando difícilmente la competencia extranjera, aún en el propio mercado interno.*Profesor de la Universidad Católica Boliviana y ex presidente del Banco Central de BoliviaPágina Siete – La Paz