El Estado prótesis

renzoRenzo AbruzzeseEn la lengua española el término prótesis se define como el “procedimiento mediante el cual se repara artificialmente la falta de un órgano o parte de él”. Una prótesis es un dispositivo añadido al organismo vivo de forma artificial que cumple una función determinada y que puede ser removido una vez que no sea necesario usarlo; se trata de un mecanismo de recambio utilitario que permite explotar un dispositivo que, aunque resulta imprescindible, nunca alcanza el grado de irreemplazable.Otra de sus virtudes estriba en que si se produce alguna falla o inconveniente, de inmediato se procede a su recambio y se asume que todos los problemas derivados provienen de la falla protésica. Así, si a un paciente cardíaco le sobreviene un paro masivo que determina ipso facto su muerte, se dice que una falla en la prótesis implantada determinó su deceso, de manera que las responsabilidades se cosifican o despersonalizan; finalmente, el único culpable termina siendo el prolífico dispositivo.Este atractivo concepto de la medicina actual se me antoja de enorme utilidad en el análisis político y sociológico a la hora de apreciar el modus operandi del régimen actual, Estado protésico en el que todos sus operadores ostentan el rango de prótesis; una vez que cumplieron sus funciones y cosechados los frutos son declarados inservibles, desdeñados, arrojados al tacho de inmundicias y, en lo posible, como por escarmiento, enjuiciados y encarcelados.El Estado protésico es un modelo de acción político-administrativa que prescinde de las cualidades humanas, se sostiene en la capacidad operativa ciega, irreflexiva, mecánica; no acepta pensamiento libre, ni moral ni juicio de valor. Bajo esta lógica, los daños colaterales producidos por el dispositivo son de exclusiva responsabilidad de la prótesis; así, cuando los potosinos reclamaban las promesas y compromisos incumplidos, el Gobierno no se hizo responsable, fue la prótesis ministerial de ese entonces.El ‘sistema prótesis’, sin embargo, tiene un límite conocido como el rechazo metabólico, a ese rechazo se llega cuando todo el sistema dice ¡basta!; en ese momento, la única solución posible es remover el dispositivo para siempre.El Deber – Santa Cruz