El escritor Manuel Vargas será distinguido esta noche en la XX Feria Internacional del Libro de La Paz, por su trayectoria como autor de importantes libros de cuentos y novelas, así como también por su labor como editor. El acto se realizará a las 18:00, en el salón Rubén Vargas.
_¿Qué significa para usted el reconocimiento que le hace hoy la Cámara del Libro?
Una ocasión para decir que la literatura es mi pasión, por lo tanto nunca hice nada con miras a premios ni reconocimientos. Asimismo, es un gusto y una alegría saber que la gente me quiere mucho y es un motivo para agradecer ese afecto.
_¿Qué ha conseguido con la literatura desde que empezó a tener contacto con ella? ¿Qué cree que ha logrado con ella?
Vivir haciendo lo que me gusta, sentirme libre en una sociedad que nunca fue amable con sus integrantes, por sus normas absurdas, sus tiranos y caciques de todo pelaje.
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Encontrar la belleza y la luz en un mundo feo, mediocre, injusto, en un país cuyas instituciones —la escuela, el Estado, el transporte público, los gremios, la televisión— parece que fueron creadas para maltratarnos y no dejarnos en paz. Encontrar, o crear belleza de todo esto, es un desafío que vale la pena.
_¿Cómo es que decide iniciar, primero la revista Correveidile y después la editorial? ¿Qué proyectos tiene ahora en cuanto a ediciones?
Tanto la revista como la editorial son parte de mi trabajo como escritor interesado en llegar al público para hacer conocer y gustar la literatura producida en el país. Porque aquí todo está por hacerse y debemos hacer de todo.
Estoy en planes de sacar un nuevo número de Correveidile con cuentos para niños y jóvenes, también una nueva novela mía y algún libro de otro autor boliviano. Tal vez de una escritora. Tal vez de un famoso rebelde con causa. Por cuestiones económicas esto va más lento de lo que quisiera, pero sigo en mis trece.
_Uno de los autores con los que pudo trabajar de editor fue Víctor Hugo Viscarra ¿Qué recuerda de ese tiempo que compartió con él?
En algunos casos había que lidiar como con un bebé. Cuando estaba sano era todo un caballero. Además de alcohólico, estaba en los últimos años con muchos achaques.
De modo que no se podían hacer planes, por ejemplo, de viajes, de ediciones. Siendo un marginal, pocos le daban bola o era un cargoso como todo borracho alegre, ya de muerto era o es para algunos un santo. Tenía una inteligencia mezclada con picardía y dolor y rabia; lo más valioso, literariamente hablando, era su autenticidad. Por eso aún se lo sigue buscando y leyendo. O se lo debería hacer.
_¿Cómo fue para usted ser escritor en tiempos de dictadura? ¿Qué tan difícil era escribir y publicar entonces?
Habría que comprender esto haciendo comparaciones. En esos tiempos decir algo, así sea poco, era importante. Durante la democracia se podía decir cualquier cosa y ya no se notaba. Mucho ruido mediático. Los inicios del mercantilismo, desde las hamburguesas hasta los libros.
En los setenta publicamos tres números de la revista Trasluz, con cuentos, poesías, opiniones. El gobierno nos mandaba algunas “advertencias”. Ahora las advertencias son sólo para los periodistas, los escritores no representamos ningún peligro.
_¿Qué recuerdos tiene de Vallegrande y por qué decide irse a La Paz?
Me vine a La Paz a estudiar literatura y me quedé, casi toda una vida. La Paz es una ciudad no sólo fría, sino también difícil, dura. Sólo para valientes. Aunque el himno a Vallegrande dice que ésta es también “tierra de valientes”.
Más que recuerdos, Vallegrande fue durante varios años una obsesión, un dolor, una imposibilidad de encuentro con ese mundo que dejé de niño. Luego ya las aguas se fueron aquietando y es, simplemente, el lugar donde se asentaron mis raíces. O sea, nunca me fui.
_¿Los escritores tienen un libro propio al que aprecian más? ¿Cuál diría usted que es el mejor que ha escrito?
Prefiero dejarme influir por los lectores. Así, Cuentos tristes es el más querido y apreciado. Por los niños, las secretarias, algunos escritores que se inician, la gente común, vaya uno a saber por qué.
Tal vez por el título, por el color de la tapa. Pero algo también debe tener adentro, como ser: lenguaje, fantasía, sencillez, terror, acción
Fuente: eldeber.com.bo