El Nobel a un economista completo

GCHGonzalo ChávezAngus Deaton, profesor de la Universidad de Princeton, ha sido galardonado con el Nobel de Economía del año 2015. Deaton es un economista completo. Hizo sus contribuciones en la microeconomía, la macroeconomía y en temas de desarrollo económico. En el primer caso, al proponer una metodología para entender cómo los consumidores distribuyen sus gastos entre diversos productos. En sencillo, cómo y porque, hoy  domingo, usted compró más choricitos y chelas y menos detergente o dulce de leche. Según el profesor de Princeton, la composición de su canasta de compras se explica por los precios de los bienes que adquirió, pero también por la evaluación de los precios de todos los productos del mercado que usted no compró. Asimismo, influyó la plata que tenía en el bolsillo; es decir, su ingreso. A partir del análisis del consumo individual ayudó a entender el sistema de demanda.En la teoría macroeconómica, saltó del análisis de los individuos a  los patrones de gasto y el ahorro de una sociedad.  En los temas de desarrollo e historia económica, innovó en la metodología de medición y análisis de la pobreza y el bienestar, especialmente en los países más pobres. Todos estos temas fueron tratados con mucha información estadística, Deaton es uno de los grandes impulsores del uso de las Encuestas de Hogares.Concentrémonos en esos dos últimos temas. Deaton estaba interesado en entender cómo las personas gastan sus ingresos a lo largo de diferentes periodos de tiempo, de esta manera estaba preocupado con la evolución de los ingresos y cómo estos se distribuían entre consumo y ahorro. A partir de los años 50, Franco Modigliani y Milton Fiedman establecieron la teoría del ingreso permanente que decía que los individuos quieren suavizar su consumo en el tiempo. Ahorran cuando esperan menores ingresos futuros y se endeudan cuando tienen más ingresos. Es decir que consumo y ahorro no son función del ingreso corriente, sino de otros dos tipos, el permanente o ingreso futuro esperado y el transitorio o no esperado.Entre tanto, los datos levantados por Deaton mostraban que el consumo variaba menos que el ingreso, lo que se denomina la paradoja de Deaton. La clave para resolverla fue estudiar el ingreso y el consumo de individuos, cuyos ingresos fluctúan de una forma completamente diferente a la del ingreso medio.Otra de las particularidades del trabajo de Deaton radica en el uso de la historia económica (algunas veces de muy largo plazo) y el desarrollo económico como campo de análisis y experimentación.  Este uso es particularmente elocuente en su último libro, The Great Escape: Health, Wealth and the Origins of Inequaility, que esta en la misma línea del  trabajo de Thimas Piketty,  Capital in the Twenty-First Century.En esta obra el autor resalta que la humanidad ha presenciado significativos progresos en los últimos 250 años, cambios que han incrementado las condiciones de vida hasta niveles que eran impensables décadas o centurias atrás. Sin embargo, Deaton resalta también que el análisis económico no debe preocuparse solo por los que lograron avanzar, sino también por los que se quedaron atrás. Así, dado que las mencionadas mejoras no fueron homogéneas ni entre personas ni entre países, Deaton sostiene que el análisis del progreso económico en los últimos 250 años es crítico también para entender la evolución de la desigualdad a lo largo del tiempo.El estudio que efectúa en esta última obra se basa en indicadores de bienestar material, pero también en diferentes indicadores de salud. Ello remarca otra de las preocupaciones constantes en el trabajo de Deaton: la necesidad de entender el progreso económico más allá de las mediciones de la cantidad de dinero que una familia gasta o que una economía produce. El autor sostiene, sin embargo, que dicho análisis es posible básicamente gracias a la importancia que los Estados -en particular el Reino Unido- le dieron a la medición de diferentes estadísticas vitales desde el siglo XVII. Esto último sugiere que nuestra comprensión de la evolución de las condiciones de vida y de la desigualdad requiere no solo del uso de indicadores alternativos, sino también de la predisposición que la sociedad y/o el Estado tengan a la hora de medir estos indicadores y de hacerlos fácilmente disponibles.Este artículo se escribió a cuatro manos, tuve la ayudaba invalorable de José Peres Cajías, mi colega e historiador económico, quien está muy feliz porque un economista de su área ganó el Nobel.El Día – Santa Cruz