La soberana fue destituida por su comparsa y restituida por la Alcaldía. Ahora ven amenazas de injerencia política y los Pichones quedan ‘desplumados’
Había logrado dormir bien, por fin había descansado. Era domingo por la mañana y el único plan que tenía era ir a almorzar con su familia para sentirse querida, arropada. Eligió una blusa amplia, una pantalona cómoda. Apenas se maquilló. Ella, Valeria Saucedo, 23 años, estudiante de Bioquímica y Farmacia, exreina del Carnaval destituida 48 horas antes por la comparsa Pichones, respiraba aliviada en el ojo de un huracán que no vio venir. La tormenta no había pasado.
Su teléfono sonó y era Ferdi Urgel, presidente de la comparsa Fachosos, que le pedía cambiar el plan y acercarse unos minutos al Parque Urbano para conversar. Ella aceptó. Valeria llegó al mediodía. Allí la esperaba Angélica Sosa, presidenta del Concejo Municipal, que había decidido tomar en sus manos el Carnaval y declararla, una vez más, reina de la fiesta grande de los cruceños. Valeria, pantalona ancha, blusa blanca, apenas maquillada, sin plumas, ni luces, ni comparsa, bailó, mandó besos, reinó otra vez en medio del huracán. La tormenta estaba lejos de terminar, pero ella estaba dispuesta a superarla con ayuda política.La destituciónEra viernes por la tarde y Valeria había asistido a unas clases en Promociones Gloria cuando una llamada interrumpió la sesión. Al otro lado sonaba la voz de Gloria Ríos, su madre, que sonaba angustiada. “Hijita, salite de ahí, esto se acabó”, le dijo.Valeria salió, esperó a su madre en la vereda sin entender bien qué se había acabado. Gloria Ríos había tenido una reunión con la comparsa Pichones en la que le explicaron que su hija no era conocida, que el pueblo, en una encuesta, la había sentenciado como sentencia a los políticos que intentan ganar un cargo sin antes ser figuras públicas.Además le habían dicho que era enfermiza, que temían que se les muriera en medio Carnaval, que piense en su salud, que lo mejor era que se aparte del reinado y dejen que ellos nombren a otra soberana.Gloria Ríos, bajita, mayor, de hablar sereno, no podía creer lo que escuchaba. Cuando los comparseros sacaron un papel, ella abandonó la reunión, llamó a su hija y manejó hasta Equipetrol para encontrarla.Cuando Valeria entendió qué era lo que se había acabado, comenzó a temblar y llorar. No pudo conducir más su vehículo y se fue a su casa. Era la primera reina del Carnaval destituida por su comparsa en toda la historia de la principal fiesta del pueblo. Se sentía humillada.Al día siguiente, la foto de la reina destituida llenaba la primera plana de EL DEBER y rebotaba en las redes sociales. La indignación fue inmediata. De pronto, la reina desconocida en las encuestas se convirtió en una figura a defender. “La mujer cruceña no es descartable”, fue la frase que comenzó a recorrer el patio virtual cruceño.Los Pichones, de coronadores, pasaron a ser unos ogros, yescas e incapaces de reunir los fondos necesarios para organizar la fiesta que prometieron. Ellos se defendieron. Su asesor, Max Torres, recorrió los medios de comunicación para contar cómo los coronadores habían dado tres gritos pidiendo auxilio. No veían a Valeria carismática, ni capaz de hablar ante los medios de comunicación. La veían mimada, caprichosa, alejada del pueblo, de las clases populares. Eso, ese ataque, despertó aún más la solidaridad en las redes.La tormenta, el huracán, había comenzado y se tragaba a unos Pichones que, ante la reina muerta, querían poner otra reina: la exmiss Andre Forfori.
Contraataque
Joaquín Banegas tiene cara de cansado. Es un hombre maduro, risueño, un equilibrista que había conseguido la difícil tarea de mantener a más de 400 comparsas en paz y al poder político a raya en años anteriores, pero casi a la medianoche del martes, luce agotado, sobrepasado por el temporal.Está sentado en una oficina pequeña, ajena, repleta de papeles y sus dos teléfonos de gama media no dejan de sonar. Cuenta que todos creen que maneja millones, pero no es tan así. Este año, para el Carnaval 2015, manejó $us 350.000 en auspicios y recaudó unos $us 60.000 de la venta de espacios en el corso. Sin embargo, de ese cuero salen todas las correas del Carnaval: los premios de seis corsos, el pago de la guardia carnavalera, los baños químicos, las vallas que contienen al público y los gastos de movilización de más 40 personas que trabajan para que todo se realice. Además, $us 90.000 llegan a todas las comparsas en forma de cervezas y sodas para bailar los tres días.Horas antes, los Pichones relevaron a su directiva y pidieron perdón a Valeria, con la intención de quedarse como coronadores, pero el silencio de la reina los hace temer que la estrategia no ha funcionado. Valeria sigue firme: “Me coronará el alcalde Percy Fernández”, dirá un día más tarde, sentada sola en un sofá crema, en una oficina de EL DEBER. “No es mi decisión si los Pichones siguen o no”.Banegas se queja que ahora la Alcaldía quiera meterse a organizar lo único que ha funcionado bien, las precarnavaleras y el corso, jura que la comparsa Pichones no le consultó su decisión, sino que se la comunicaron en el estacionamiento de un supermercado minutos antes de hacerla pública. Cree que detrás de todo está la mano de un grupo de comparseros que antes estuvieron cerca del MAS, que trataron de pasar su Carnaval en el Parque Urbano y que ahora se acerca a la Alcaldía. Se refiere al Comité de Defensa del Carnaval, grupo que nació tras la destitución de Valeria Saucedo, del cual forma parte Ferdi Urgel y que quiere a los Pichones fuera de la coronación.“Si se politiza, nosotros no participaremos el corso. Nos vamos a carnavalear a La Guardia o Warnes”, amenaza Banegas.Un día después, las comparsas tradicionales y de mujeres, las agrupaciones que intentan que el corso cruceño sea un espectáculo, las que pisan fuerte en la ACCC, comenzaron a respaldar a Banegas.La negociaciónValeria Saucedo gesticula con firmeza y sus dedos largos se entrelazan cuando quiere enfatizar cualquier frase. Tiene manos de pianista, uñas blancas extralargas y piel casi transparente. Ella tiene un plan de vida, donde el Carnaval está en segundo plano. Hasta noviembre debe egresar de Bioquímica y Farmacia con todo y tesis concluida. La fiesta grande está justo en medio entre el fin de la carrera y la defensa de una investigación sobre las formas de detección de antibióticos en leche que desarrolla. Tendrá el tiempo justo para lucir plumas, pintarse, mandar besos al viento y aparecer en portadas y programas de televisión antes de meterse a un avión y viajar hasta Barcelona donde hará una maestría en farmacia industrial.Sus estudios no son negociables, porque sabe que no vivirá del Carnaval.Esas, sus prioridades, fueron una molestia para la comparsa. También hubo un asunto de plata, económico. Alguien, Gloria Ríos no sabe quién, les dijo a los coronadores que ella estaba dispuesta a pagar los trajes de su hija. Solo uno de ellos, el de la coronación, costaba $us 80.000 y ella, la madre de la reina, no estaba dispuesta a dilapidar el dinero trabajado por su esposo y sus dos hijos en una fiesta de la zurrapa. “Yo les decía que había que ir a buscar auspicios, pero ellos (la comparsa) quería que los auspiciadores lleguen a tocar sus puertas. ‘Nosotros somos los coronadores’, nos decían”, cuenta Gloria Ríos.Los Pichones, su vocero, Carlos Cuéllar, ya no quiere hablar sobre eso. Aún espera el perdón de Valeria y prefiere dar la vuelta a la página.Nunca fue fácil ser reina de Carnaval. Había una soberana de la fiesta grande que tomaba whisky con energizante durante las precarnavaleras y el corso para aguantar una agenda que comenzaba a las seis de la mañana y terminaba después de medianoche. Hay historias de desamores entre reinas y comparsas que fueron acalladas para que nada empañe el Carnaval. En las tiendas que auspician soberanas hay recuerdos de reinas informales, caprichosas, quejumbrosas que se niegan a cumplir contratos. En la retina de los cruceños hay reinas que pierden peso de forma preocupante y terminan el corso convertidas en piel y huesos. “Yo bajé como cinco kilos”, dice Gloria Mariana Limpias, que fue soberana de los Taitaos Jr. Dice que cuando alguien acepta la corona, sabe a qué se mete. “Mi madre me dijo que no quería escuchar ni una sola queja”, dice la hija de Gloria Suárez de Limpias, la hacedora de misses.A Ximena Zalzer, una de las reinas de Carnaval más queridas, la criticaban por gorda. Tenía 17 años y para ella fue una fiesta enorme que se fundió con su último año de colegio. Llegaba tarde a todas las clases para poder cumplir una agenda que comenzó en septiembre y terminó en marzo. “Ser reina del Carnaval me abrió todas las puertas, ahora soy presentadora de televisión y no tendría el cariño del pueblo como ahora lo tengo”, dice la soberana de 2001.Ser reina abre puertas, pero ninguna que le interese a Valeria Saucedo. Ya fue Magnífica y lo dejó para garantizar que sus notas en la universidad sigan por encima del 90, para que su papá le cumpla la promesa de un posgrado en el exterior. No le interesa la televisión. Ella quiere ocuparse de la producción industrial de medicamentos veterinarios, tomar las riendas de un negocio familiar en el que ha planeado el resto de su vida.Eso sí. No soporta que di-gan que es enfermiza. “Meresfrío, como cualquiera, pero yo he subido a un carro deCarnaval con dengue”, confiesa.Valeria fue reina de Juventud Carnavalera en 2009 y de una sala de internación salió a las tres de la tarde al salón de belleza y de ahí al trono de la comparsa más influyente de los jóvenes de Santa Cruz. Su agrupación arrasó con los principales premios y ella se curó del dengue.La coronaCon la reina firme en el trono, ahora la tormenta arremete sobre el techo de los coronadores. Su puesto es el más codiciado y hay más de uno que quiere que pasen al olvido. El Comité de Defensa del Carnaval, la agrupación de comparsas de la que forma parte Ferdi Urgel, cree que deben ser sancionados, suspendidos por la ofensa que han realizado. Niega que tengan una línea política, que hayan sido el puente entre la presidenta del Concejo y Valeria y jura que estaban en el Parque Urbano, donde Angélica Sosa había llamado a una conferencia de prensa, por casualidad.“Nos lo están atribuyendo a nosotros, cuando en realidad esto estalló en las redes sociales. No se puede tapar el sol con un dedo”, asegura Urgel. “No estamos trabajando con la Alcaldía. Somos partidarios de que se respete la institucionalidad”, añade Nelson Terrazas, de la agrupación Baquitú y parte del Comité de Defensa.Hasta media semana la suerte de los Pichones parecía echada. Desde el interior de la Alcaldía surgían voces que le decían a la familia de la reina que no se preocupe por nada, que ya se habían contactado empresas dispuestas a financiar los carros, que habían prometido que serían de un tamaño adecuado para el ancho del cambódromo cruceño, seis metros más ancho que el sambódoromo de Río de Janeiro y que ni un solo centavo saldría del erario municipal. Pero sin comparsas, sin las tradicionales, no hay corso ni reinado.La historia sin finMientras estas últimas letras se escriben, todas las partes se aprestan para enfrentarse en la asamblea extraordinaria de la ACCC, que se celebrará mañana lunes por la noche. “Será imperdible”, promete Urgel.“Tenemos que trabajar por el bien del Carnaval”, dice Banegas. Al presidente de la ACCC le han llegado mensajes desde la Alcaldía en que nada cambiará demasiado como para ameritar un boicot. Las concesiones seguirán, los que organizaron la fiesta en el último año seguirán a cargo y la Alcaldía no se meterá a buscar personal para organice precarnavaleras, corsos y tres días de mojazón y bebendurrias.Lo que aún no está claro es qué pasará con los Pichones. “Si el pueblo y la Alcaldía lo deciden, yo lo aceptaré”, dijo Valeria, no con agrado, sino con cara de a quien se toma un jarabe amargo, indeseable.Si mañana los comparseros deciden desplumar a los Pichones, este melodrama se extenderá tres semanas más. Valeria seguirá siendo reina, pero no tendrá quién la corone. A su alrededor, políticos y comparseros danzarán para ver quién se queda con la mayor tajada de este enredo que adelantó el Carnaval
Fuente: Pablo Ortiz – eldeber.com.bo