El peronismo y los cuchillos largos

alvaro_vargas_llosaÁlvaro Vargas LlosaAlgo a lo que habrá que prestar atención en la Argentina de Mauricio Macri será la lucha feroz por el control del peronismo.                             El destino del país no es indesligable -como lo atestigua su decadencia de décadas- de lo que suceda o deje de suceder al interior de esa organización, oficialmente conocida como el justicialismo.Si nos atenemos a la tradición, con la única excepción del propio general Perón, la salida del poder fuesen cuales fuesen las circunstancias -o el fracaso del intento por alcanzarlo- supuso siempre el ocaso político del jefe del peronismo. Esto incluye a figuras como la propia Isabelita y, desde el retorno de la democracia tras la dictadura en 1983, a gente como Antonio Cafiero, Carlos Menem y Eduardo Duhalde.Si la tradición continúa, Cristina Kirchner será superada por rivales internos que ya empiezan a hacer bruñir la hoja de sus cuchillos y el propio Daniel Scioli pagará su derrota con la jibarización de su figura. Pero muchas tradiciones se rompen un buen día y los caprichos de la historia a menudo abren oportunidades que parecían cerradas. Nada es seguro.Aspiran a gobernar el justicialismo tres figuras que no esconden su codicia: Sergio Massa, el disidente del kirchnerismo que superó los cinco millones de votos en la primera vuelta; el ex gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, y el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. Tendrán que derrotar a Scioli, que al haber obtenido más de 48% en la segunda vuelta del domingo, siente que tiene la legitimidad del voto peronista, y Cristina Kirchner, que también se atribuirá parte de ese resultado más que digno y tiene bases de poder reales: primera mayoría en Diputados, mayoría en el Senado y algunos gobernadores.Sin embargo, ninguno de estos dos tiene lo más importante: presupuesto.El kirchnerismo montó esa estructura de poder gracias a que la pudo financiar mediante el clientelismo y el reparto del presupuesto federal, no la ideología ni la lealtad personal.  No hay razón para pensar que, una vez despojada del presupuesto, podrá lograr lo que no pudieron antecesores suyos que también pudieron en su momento aceitar una maquinaria de poder con dinero público. Además, el kirchnerismo instaló en el corazón del gobierno y del propio partido una suerte de logia, La Cámpora, que por definición era excluyente, cerrada. Los enemigos que acumuló en el peronismo, y las humillaciones que infligió, han ido incubando una sed de venganza; ahora que carece de presupuesto, ella tenderá a manifestarse sin piedad.A Scioli le tienen menos odio interno porque fue siempre distante de Cristina Kirchner y a su vez fue odiado por La Cámpora. Pero lleva a cuestas una derrota y, al no gobernar ya la provincia de Buenos Aires, carece también de presupuesto.Lo cual deja a los otros tres aspirantes en situación expectante. Jugará un papel nada menor en la pugna interna del peronismo el gobierno de Macri, por paradójico que suene. Todo peronista que quiera liderar su movimiento/partido necesitará poder y hoy el poder principal lo tienen Macri… y las instituciones de esta nueva “era”. Dicho poder -desde la distribución del presupuesto hasta la persecución contra la corrupción del gobierno saliente- irá reforzando al enemigo del kirchnerismo que mejor sepa hacer uso de las circunstancias.Por eso hemos oído ya a Massa, De la Sota y hasta Urtubey ofrecer su respaldo a Macri… por ahora. Y Macri, que necesita protegerse del kirchnerismo y el sciolismo mientras va armando su propia base de poder, se dejará querer por ellos. Los necesita tanto como ellos a él… también por ahora.La Tercera – Chile