Desde generaciones atrás las bofetadas y los azotes se han utilizado como herramientas para reprender a los niños. Algunos padres consideran que es necesario pegarles de vez en cuando para corregirlos; sin embargo, yo difiero de esta práctica.
Mi objetivo es enseñarle a mi hijo que con violencia y con gritos no se resuelve nada, que el amor se basa en la tolerancia, la libertad y la empatía. Por eso me hice el firme propósito de jamás permitir que la situación me sobrepase y disciplinarlo a golpes.Aquí mis cinco razones por las que no lo educaría de esa forma.
#1 Violencia genera más violencia
Cuando se golpea a un niño con el pretexto de que se portó mal lo único que se les enseña es que la violencia es el único medio para resolver los conflictos.
Sin contar que los niños que son educados así, en su vida adulta se vuelven violentos.
#2 Quiero que me respete y no que me tenga miedo
Pegarle resuelve momentáneamente el problema pero no lo soluciona de raíz. Lo único que se logra es que no se porte mal frente a ti por miedo, pero lo hará en otros lugares.
El objetivo es que modifique su comportamiento y para lograrlo hay que explicarles el porqué de las cosas.
#3 No quiero dañar su autoestima
Los golpes, los gritos y los insultos son heridas que los niños pueden arrastrar hasta su vida adulta. Lo único que se consigue es que a la larga se vuelvan inseguros. La violencia los hace sentir indefensos y humillados.
#4 Soy su ejemplo
Yo soy el adulto, en mí debe caber la cordura. Pegarle significa que perdí el control de la situación y que soy incapaz de resolver el conflicto de manera tranquila. Los golpes no tienen nada que ver con la autoridad, al contrario es un signo de debilidad.
#5 Quiero enseñarle que el amor no va acompañado de violencia
Los golpes generan resentimientos que a veces son muy difíciles de superar. ¿Cómo es posible que alguien que te ama te lastime?Fuente: www.imujer.com