Eco: El intelectual no puede hacer revolución

ecoUmberto Eco, el escritor y semiólogo italiano que criticó a lo largo de su vida la manipulación en el periodismo y la corrupción, autor de obras inolvidables como “El nombre de la rosa”, falleció este viernes en su casa a los 84 años, víctima de un cáncer con el que estuvo luchando por mucho tiempo.Nacido en Alejandría el 5 de enero de 1932, Eco fue intelectual, escritor, semiólogo y filósofo de reconocido prestigio a nivel internacional.Entre sus obras maestras destaca “El nombre de la rosa” (1980), un éxito de ventas ambientado en el siglo XIV, que narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que ocurren en una abadía.La novela fue reeditada en numerosas ocasiones, merecedora del premio Strega (1981) en Italia, y del premio Medicis en Francia, fue llevada más tarde al cine por el director J.J. Annaud con gran éxito.Ocho años después publicó “El péndulo de Foucalt”, también uno de sus mejores títulos, que narra la historia de tres intelectuales que inventan un supuesto plan de los templarios para dominar el mundo.“El péndulo de Foucault” fue publicado en Italia en 1988 y fue uno de los libros más vendidos ese año, aunque la crítica no mostró demasiado interés, excepto L’Osservatore Romano, órgano oficial de la Santa Sede, que en un inusitado ataque la tachó de “bufonada, pura charlatanería, profanación y blasfemia”.Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el 2000, Eco además de ser conocido por novelas como “La isla del día antes”, “Baudolino” o “La misteriosa llama de la reina Loana”, a lo largo de su vida profesional también fue responsable de numerosos ensayos sobre semiótica, estética medieval, lingüística y filosofía.Su primera obra de semiótica fue “La structura assente”, publicada en 1968, y a ella le siguieron “Forme del contenuto” y “Il segno” (1973), dos aclaraciones de la primera que culminaron en una obra más completa sobre la materia, “Tratado de semiótica general”, publicada en 1975.Umberto Eco trabajó en la RAI desde 1954 hasta 1958, y después fue profesor agregado de Estética de 1962 a 1965 en las universidades de Turín y de Milán.Se inició en el neovanguardista Grupo 63 de intelectuales, y publicó su estudio sobre el arte contemporáneo, “Opera aperta” (1962), al que le siguieron “Diario mínimo” (1963) y su conocido “Apocalípticos e integrados” (1965) sobre la cultura de masas y los medios de comunicación, libro de cabecera que se estudió durante años en las facultades de Ciencias de la Información de buena parte del mundo.Umberto Eco colaboró, además, en publicaciones como “The Times Literary Supplement” y “Tel Quel”, y durante 35 años con la editorial Bompiani.En 1988 fundó el departamento de Comunicación de la Universidad de San Marino, y además fue profesor emérito y presidente de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de la Universidad de Bolonia desde 2008.Nombrado por la Mesa del Consejo de la Unesco (1992), miembro de su Foro de Sabios; junto a otros intelectuales es miembro también de la Academia Universal de Culturas. Umberto Eco fue nombrado además Doctor Honoris Causa por más de 25 universidades de todo el mundo, entre ellas la Complutense de Madrid, Tel Aviv, Atenas, Varsovia y Berlín.Legión de Honor de Francia desde 1993 y premio austríaco de Literatura Europea por toda su obra en 2004, en Salzburgo, en sus últimos años de vida Eco compaginó su actividad académica y literaria con conferencias, coloquios, debates y colaboraciones en los medios de comunicación.“Número Cero”Hace un año Umberto Eco volvió a la carga con “Número Cero”, el que sería su último libro y que es una novela donde critica el mal periodismo, la mentira y la manipulación de la historia. Una parodia sobre estos tiempos convulsos, porque, en opinión del profesor, “esa es la función crítica del intelectual”.“Esa es mi manera de contribuir a clarificar algunas cosas. El intelectual no puede hacer nada más, no puede hacer la revolución. Las revoluciones hechas por intelectuales son siempre muy peligrosas”, precisó Umberto Eco en una entrevista con Carmen Sigüenza, de la agencia Efe, a propósito de la publicación en español de “Número Cero”.“Una vez escribí que el intelectual verdadero no es el que habla a favor de su partido, sino en contra de su partido”, explicó el autor de “El nombre de la rosa” en la citada entrevista hecha en abril del año pasado en su casa de Milán, frente al castillo Sforzesco, cerca del Duomo. Una casa envuelta en libros, literalmente, con más de 35.000 volúmenes ordenados por temas en sus infinitos pasillos, y repleta de obras de arte.“Todos los periodistas están viniendo aquí. Siento no haber ido a España –dijo–, porque es un país que me gusta mucho. Barcelona es una de las ciudades donde me gustaría vivir; pocas me gustan para eso, sólo tres o cuatro, como París, Barcelona o Amsterdam”, sostuvo entonces un hombre amable y oceánico.Eco escribió desde 1960 muchos artículos y ensayos en prensa también sobre los mass media, por eso esta crítica de “Número Cero” la hizo desde “el interior” de la profesión.La historia de este su último libro comienza con la creación, por parte de un empresario italiano (que hace pensar en Silvio Berlusconi), de “Número Cero”, un ejemplar de un periódico en pruebas que se desarrolla en 1992.Este periódico quiere salir con la intención no de informar sino como herramienta de poder para meter presión, desacreditar a políticos y rivales o crear informes, noticias falsas y complots.“Desde hace más de 10 años tenía esta novela en mi cabeza, siempre he querido hablar de los problemas del periodismo y ahora también de Internet, donde se puede mentir mucho. Yo lo utilizo, por ejemplo, para esta novela, donde me he informado sobre la autopsia de (Benito) Mussolini”, contó Eco.“Pero Internet es como el automóvil, no se puede pasar la vida en Internet como no se puede estar todo el día en el coche”, advirtió entonces.Y es que “Número Cero”, además de ser una radiografía sobre lo peor del periodismo, del poder y la corrupción, es un manual: “No son las noticias las que hacen el periódico, sino el periódico el que hace las noticias y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia”, dice un personaje de la novela.“Número Cero” es también la visión de Italia de los últimos 30 años, una Italia cuya historia es la de “un pueblo de puñales y venenos”, como dice una de las protagonistas. “Elegí 1992 para situar el libro porque en ese momento hubo esperanza, nació ‘Manos Limpias’ y parecía que todo iba a cambiar, la lucha contra la corrupción, pero llegó Berlusconi y las cosas fueron justo al contrario”.El libro termina con sabor agridulce porque si bien antes todo era más opaco, y a quien revelase información o descubriera algo importante le podía costar la vida, “hoy, cuando afloran los nombres de corruptos o defraudadores y se sabe más, a la gente no le importa nada y sólo van a la cárcel los ladrones de pollos albaneses”, dijo Eco sobre su libro.Y eso se plasma en la novela, que termina con un buen reportaje de la BBC, que tras ser visto por un personaje éste dice: “Las personas decentes seguirán votando a los truhánes porque no darán crédito a la BBC, porque no verán programas como los de esta noche, porque estarán enganchados a la telebasura (…)”.Los Tiempos/EFE