¿Por qué la amistad de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet es tan importante?

Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en la última entrega de los premios del sindicato de actores.En Cuando Harry encontró a Sally, Nora Ephron dedicó dos de las horas más divertidas e ingeniosas del cine de las últimas décadas a demostrar que un hombre y una mujer no pueden ser amigos, que siempre que se estrecha la relación, uno de los dos –en el mejor de los casos, ambos– se acabaría enamorando del otro y la amistad se frustraría.

7 años después de que viésemos a Harry y Sally besarse en Nochevieja, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet se conocían. Rodaban juntos la historia de amor más taquillera y premiada de la historia del cine. Y no podían ser más diferentes.

Leonardo DiCaprio ya había conseguido su primera nominación al Oscar por A quién ama Gilbert Grape, pero –y a pesar de que Titanic sería la película que le encumbró a los pósters de las habitaciones adolescentes de medio mundo– entonces era eminentemente un ídolo carpetero.  Le conocimos en Los problemas crecen y le habíamos visto en papeles tan –por ser benevolente– dispares como Critters 3 y Rápida y mortal, pero dos películas marcaron su transición de “qué mono es este chico” a “qué mono es este chico”, donde la diferencia entre las dos frases es la entonación provocada por las hormonas en este último caso. Diario de un rebelde nos presentó a un chico de instituto tan guapo como autodestructivo, que era capaz de drogarse con los productos de limpieza que encontraba y masturbarse en pantalla con la misma alegría (“El tiempo vuela cuando eres joven y te masturbas”) para regocijo de más de un espectador. La Romeo y Julieta de Baz Luhrman convirtió a ese chico atormentado y cínico en un héroe trágico con armadura y música disco. Las niñas de medio mundo ya tenían su fantasiosa composición de lugar hecha:el malote también era capaz de morir por amor.



Kate Winslet circa 1997 no aparecía en las carpetas de nadie. Su carrera arrancó en la televisión británica a principios de los noventa y dio el salto al cine con Criaturas celestiales, la cuarta película de Peter Jackson que, en un cambio de registro total para el director, contaba la tragedia de dos niñas que se enamoraban en la Nueva Zelanda de los años 50. Kate se atrevió con una temática y una historia (real) de esas que te pueden encumbrar o pueden arruinar tu carrera. Y le salió bien. O al menos lo suficientemente bien porque aunque la película no fue un éxito, le abrió las puertas de sus siguientes trabajos, todos adaptaciones de obras de autores clásicos en lengua inglesa: Mark Twain (Aventuras en la corte del rey Arturo), Shakespeare (el Hamlet de Kenneth Branagh), Thomas Hardy (Jude) y Jane Austen (Sentido y sensibilidad). Precisamente a la adaptación de Ang Lee de la novela de Austen le debe Kate su primera nominación al Oscar como actriz secundaria, la que demostró que Winslet había llegado al cine para quedarse.

Estas son las credenciales de Leonardo y Kate antes de conocerse que si bien en cuanto a filmografía y reconocimiento (sendas nominaciones) podían ser parecidas, en cuanto al estatus que les habían conferido no podían ser más diferentes. Leonardo DiCaprio era el chico con el que a medio mundo no le importaría haber muerto dentro del Titanic si eso implicaba antes pasar una noche con él en un coche. Kate Winslet era esa amiga rara que se perfila los labios de marrón y memoriza a Shakespeare mientras probablemente escucha a New Order en su walkman. El guapo del instituto y la freak. Estaban destinados a caerse mal, a no entenderse o a, como mucho, resultarse indiferentes el uno al otro. Nada más lejos de lo que ocurrió.

El rodaje de Titanic duró siete meses, casi tanto como un curso escolar. Y Kate y Leonardo se hicieron íntimos. En una entrevista con Oprah en 1998 Kate confesaba que antes de empezar el rodaje estaba asustada.“¿Cómo voy a poder trabajar con un hombre tan guapo?”. Pero –prosigue– cuando lo conoció descubrió que era un tipo normal, que es probablemente el mayor piropo que pueda recibir un tipo como DiCaprio. “Nos reíamos muchísimo, tuvimos una complicidad de hermanos, congeniamos enseguida”. Si al principio del rodaje ella estaba apabullada por la belleza de él, cuando terminó Titanic, para ella DiCaprio era, tal y como contó a Vanity Fair, el apestoso Leo.

En 2004 también en el programa de Oprah, una adolescente del público le preguntaba a DiCaprio cuál era el beso (cinematográfico) que recordaba con más cariño. Leonardo duda unos segundos de cortesía para después zanjar: Kate Winslet. Se explica acto seguido: “Lo tuvimos que repetir más veces de lo que cualquiera puede imaginar”. Entonces Oprah le pone al actor las imágenes de Kate Winslet hablando de él y un emocionado Leonardo responde: “esa es mi chica. Siento absolutamente lo mismo que ella. Si no hubiera sido por ella, esa película no habría salido”.

Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, en una de las primeras alfombras rojas que pisaron juntos, la de los Globos de Oro de 1998.

A estas alturas, después de venir de mundos tan diferentes, hacerse íntimos en un rodaje que además les exigía complicidad romántica y que terminaría por convertirse en la película que marcó el final del siglo XX tanto como sus carreras, seguro que Nora Ephron habría tenido muchas cosas que decir de la relación entre Leonardo y Kate Winslet. Ellos, sin embargo, estaban a otras cosas.

EL RODAJE DE TITANIC DURÓ SIETE MESES, CASI TANTO COMO UN CURSO ESCOLAR. Y KATE Y LEONARDO SE HICIERON ÍNTIMOS. EN UNA ENTREVISTA CON OPRAH EN 1998 KATE CONFESABA QUE ANTES DE EMPEZAR EL RODAJE ESTABA ASUSTADA. “¿CÓMO VOY A PODER TRABAJAR CON UN HOMBRE TAN GUAPO?”

Las carreras de los dos actores tomaron rumbos bien diferentes después de Titanic, de la misma manera que los habían tenido antes de la película de James Cameron. Él tardó años en quitarse ese sambenito de ídolo adolescente que utilizan tantos críticos de cine para deslegitimar a actores por el simple hecho de que les gusten a las niñas. No fue hasta que conoció al verdadero amor de su vida, Martin Scorsese, y protagonizó Gangs of New York, que muchos espectadores empezaron a rendirse a la evidencia: ¿y si aquel actor al que la academia había ninguneado negándole la nominación por la película más nominada hasta la fecha era bueno?15 años después, por esos mecanismos invisibles que dominan la opinión pública, hasta el último vecino del pueblo más remoto de los Pirineos está clamando por el Oscar de Leonardo y en Madrid se ha organizado esta convocatoria en la plaza de Colón, en caso de que gane.

Si Leonardo DiCaprio ha tenido que vencer el sambenito de ídolo adolescente, Kate Winslet tuvo que vencer una barrera que hace que la de su compañero parezca una minucia. Tal y como confesó el otro día en su discurso en los Bafta, a los 14 años una profesora de interpretación le dijo a una de las mejores actrices de los últimos 20 años que le iría bien en la profesión si se conformaba con interpretar papeles de gorda(“¡Mírame ahora!”, contestó Kate demostrando una vez más que la mejor venganza es el éxito). A esa mujer, que seguramente ahora quiere acogerse al programa de protección de testigos, no le faltaba razón en el diagnóstico de la realidad (si eres gorda y quieres ser actriz, lo tienes mucho más difícil que el resto) y tal vez por eso Kate comenzó su carrera tan centrada en personajes de época donde su físico era mucho más acorde al canon vigente, pero falló en la cuestión fundamental: el talento y la perseverancia, si son tan incontestables como los de Winslet, se acaban imponiendo a todo.

Después de Titanic ella siguió alternando clásicos en la más pura tradición británica (Quills) con una serie de películas (Holly smoke, Olvídate de mí) que la convirtieron en representante de una de las profesiones de mayor riesgo dentro de la industria del cine: la de musa indie. Y no solo salió indemne, sino que pudo combinarlos con otros tantos proyectos más convencionales y que la acercarían a un público más mayoritario como Iris,La vida de David Gale o Descubriendo nunca jamás. Y títulos más difícilmente clasificables como Juegos secretos. Una carrera ecléctica que le dio seis nominaciones hasta que por fin le otorgó un Oscar (seguro que no el último) como actriz principal por El lector el mismo año que la volvió a unir en la pantalla con Leonardo.

Revolutionary road supuso el reencuentro de nuestros dos protagonistas.Más de diez años después de que él se hundiera y ella se salvara en una tabla demasiado grande, Kate y Leonardo compartían pantalla bajo las órdenes de Sam Mendes, por aquel entonces –por si Nora Ephron volvió a tener dudas– marido de Winslet. Y si Titanic enardeció las almas más sensibles, la película de Mendes nos enseñó que hay que tener cuidado con lo que uno sueña no solo porque se pueda hacer realidad, sino porque la frustración de que no se cumpla puede arruinarle a uno la vida. Además, nos dejó para el recuerdo una de las manchas de sangre más terroríficas (por cercanas y plausibles) del cine de los últimos años.

“Para uno de los hombres más especiales de mi vida. Leo, estoy tan contenta que no puedo estar aquí y no decirte cuánto te quiero y lo mucho que te he querido en los últimos 14 años”. Estas fueron algunas de las palabras de Kate al recoger su Globo de Oro por Revolutionary Road. Él le contestó lanzándole un beso desde el público.  Y Oprah, que parece tener el monopolio de relación entre los dos, volvió a ser testigo de otra declaración de amor, esta vez de Leo a Kate. “Enhorabuena, Kate, todavía no había tenido la oportunidad de decírtelo en público, has hecho un trabajo increíble, ganaste dos (Globos de Oro) en una noche (el otro por El lector) y te lo mereces por haber hecho dos trabajos tan extraordinarios”. Ella entonces le devolvió el beso. “Hemos crecido juntos en esta industria y nos hemos convertido en un imprescindible mecanismo de apoyo el uno para el otro”, comentaba él y añadía “para mí fue muy importante verla recoger esos dos Globos de Oro porque hasta la fecha es una de las actrices más nominadas con menos premios”.

Estas últimas palabras de Leo hoy las podríamos poner en boca de Kate.Por eso para ella es tan importante estar presente cuando DiCaprio presumiblemente recoja su Oscar el próximo 28 de febrero, (¿harán doblete y conseguirá arrebatarle Kate el Oscar a Alicia Vikander?). Por todo esto no hemos dejado de ver muestras de cariño del uno hacia el otro en todos estos años. Porque su relación –que me perdone Nora Ephron– es más bonita y más esperanzadora que la mayoría: porque nos demuestra, una vez más, que un hombre y una mujer pueden quererse y apoyarse sin necesidad de que su historia de amor termine en beso (o en divorcio). 

Fuente: www.revistavanityfair.es